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DVDs, BlackBerry y pubs sin wifi, la década millennial que la Gen Z envidia

La Generación Z mira con nostalgia los primeros años de los 2010, una era entendida como un momento más libre y menos dominado por algoritmos que la vida digital actual

Fotografía: Kiloycuarto

La Generación Z podría haber elegido los 80 o los 90 como territorio nostálgico, pero ha fijado la vista en el pasado de los primeros años de 2010. La época en la que todavía mandabas SMS, comprabas DVDs, subías fotos quemadas con filtro Valencia y entrabas en un bar sin preguntar por el wifi. Un momento raro y precioso en el que la vida ya era digital, pero aún no estaba completamente dirigida por algoritmos, métricas ni “marcas personales”.

En 2010 el mundo vivía en un curioso punto intermedio: todavía existían los DVDs como objeto cotidiano, las estanterías de casa llenas de cajas, las series vistas en maratones físicos… Los SMS seguían en pleno auge y eran la forma estándar de escribirle a alguien (no empezarían a perder peso hasta varios años después), mientras que WhatsApp acababa de aparecer y aún era cosa de unos pocos smartphones.

Alexa Chung y Karl Lagerfeld

Los smartphones aún no eran universales y las BlackBerry vivían su pico de popularidad, con su teclado físico y el BBM convertido en símbolo de estatus adolescente y de oficina, así que escribir un mensaje corto y recibir uno de madrugada tenía un peso emocional que hoy parece imposible. Esa mezcla de lo físico y lo digital, de lo limitado y lo nuevo, define por qué la Gen Z ve aquella época con tanto encanto; era un mundo conectado, sí, pero todavía no colonizado por las notificaciones.

Si abrías un blog de moda o Tumblr en 2012, había nombres que aparecían sí o sí. Alexa Chung era la reina del street style: trench, mocasines, babydoll, ese aire de “abuela cool” con toque indie que todas las listas de mejor vestidas consagraban. Olivia Palermo representaba el polo opuesto: ultra pulida, faldas lápiz, abrigos impecables, gafas enormes. Blake Lively saltaba de Gossip Girl a las alfombras rojas marcando el ideal aspiracional millennial. Emma Watson pasaba de Hogwarts a campañas de Burberry y trajes de alfombra roja muy comentados. Y Kate Moss, aunque venía de antes, seguía siendo faro absoluto del estilo festivalero: botines, shorts, chalecos, cazadoras de cuero.

A su alrededor, nacía un ecosistema nuevo: las primeras influencers de moda. Chiara Ferragni con The Blonde Salad, Aimee Song (Song of Style), Andy Torres (Style Scrapbook) o Gala González (Amlul) posaban en la calle con cámara réflex, subían outfit of the day, hacían collages en Polyvore y escribían posts kilométricos sobre un look. La moda era aspiracional, sí, pero también más casera, más bloguera.

‘500 días juntos’

El mito generacional se construyó también en pantallas menos líquidas que las de hoy. Películas como Origen (Inception), Cisne negro, La red social, Drive o El lado bueno de las cosas se debatían después en clase, en el bar o en Tuenti/Facebook. Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Los Juegos del Hambre o las últimas de Crepúsculo eran plan de grupo obligatorio. 500 días juntos, de 2009, seguía siendo biblia estética “indie-romántica” en Tumblr.

En televisión, el menú era igual de reconocible: Gossip Girl marcaba códigos de vestuario (diademas, medias, Upper East Side); Cómo conocí a vuestra madre y The Big Bang Theory convertían chistes en frases de uso común; Breaking Bad y, enseguida, Juego de Tronos eran series de las que “tenías que estar al día” para no quedarte fuera de la conversación.

Barack Obama fue el 44.º presidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 2009 hasta el 20 de enero de 2017, cubriendo dos mandatos completos en la Casa Blanca

El indie de la era Obama, el uniforme millennial y la estética Tumblr

La década sonaba a choque perfecto entre mainstream y sensibilidad indie. Por un lado, las divas del pop en su máximo esplendor: Lady Gaga en la era The Fame Monster y Born This Way, Katy Perry con Teenage Dream, Rihanna con Loud y We Found Love, Beyoncé consolidando su estatus de deidad pop, Adele haciendo de 21 el consuelo global de una generación entera. Para la parte más adolescente, Justin Bieber flequillo en cara, One Direction llenando Tumblr de fanfics, y el trío Demi-Selena-Miley atravesando la puerta giratoria de Disney a popstar.

Y, al mismo tiempo, el indie de la era Obama: Foster the People, Two Door Cinema Club, Tame Impala, Arcade Fire, The National, Alt-J… guitarras y sintetizadores que sonaban a futuro luminoso, a roadtrip, a noches de verano en pisos compartidos. Para la Gen Z, hoy, esas canciones condensan una emoción que sienten escasa: optimismo sin ironía.

Oasis, los reyes de las parkas verdes: dos chavales de barrio que con chulería y guitarras hicieron del abrigo obrero un trono del rock británico

El armario tampoco engañaba: pantalones pitillo de colores, camisetas con mensajes, sudaderas de grupos (Ramones, Nirvana, aunque no supieras más de tres canciones), botines Chelsea, creepers o Vans, parkas verdes, camisas de cuadros, beanies. La estética “hipster/indie” mezclaba gafas de pasta enormes, camisas abotonadas hasta arriba, bicis fixie, cafés de especialidad y vinilos. Todo, por supuesto, fotografiado con filtro vintage.

La Tumblr girl tenía shorts vaqueros de tiro alto, crop tops, coronas de flores para festivales, Converse o Vans, pelo con mechas pastel y un feed lleno de galaxias, cigarrillos en blanco y negro y frases existencialistas con tipografía de máquina de escribir. No se hablaba de “creadores de contenido”, se hablaba de “chicas de Tumblr”.

En internet, Tumblr era el gran confesionario estético y emocional: collages, gifs de Skins, fotos de Lana del Rey, Arctic Monkeys y frases tristes. Facebook seguía siendo la red central; Instagram empezaba con bordes blancos y filtros exagerados; WhatsApp apenas empezaba a extenderse; los memes eran rage comics y trollface; y YouTube vivía sus primeros virales inocentes: ‘Charlie bit my finger’, covers de dormitorio, youtubers de belleza grabando con cámara fija. En el día a día, sin embargo, lo normal seguía siendo mandar y recibir SMS, o escribir por BlackBerry Messenger si tenías una BlackBerry.

¿Por qué la Gen Z lo ve tan romántico?

La respuesta es sencilla y dolorosa: porque, comparado con el presente, todo aquello parece menos vigilado y menos calculado. Los primeros 2010 representan un punto de equilibrio perdido. La tecnología ya estaba ahí, pero aún no lo mediaba todo; la imagen importaba, pero todavía podías subir una foto mala; la vida era online, pero seguía sucediendo, sobre todo, fuera de la pantalla.

Cuando la Gen Z edita montajes de New Girl, escucha playlists de Foster the People o se viste como Alexa Chung 2012, no solo está jugando a disfrazarse de millennial; está proyectando el deseo de una vida un poco más lenta, menos expuesta. La última década analógica no lo fue tanto en lo técnico como en lo emocional. Era el último momento en que podías estar conectado sin sentir que el mundo entero miraba.

Tal vez por eso, en pleno 2025, lo que más futuro tiene es, paradójicamente, aquella época de fotos quemadas, blogs de moda, DVDs apilados y mensajes que aún llegaban con un simple “Nuevo SMS recibido”.

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