Entrevista

Elena Peña, fundadora de Micuir: “El lujo del futuro será consciente, o no será”

Elena Peña, fundadora de Micuir, desgrana la esencia de una marca que ha convertido la artesanía sostenible en su verdadero lenguaje

Elena Peña, la mujer detrás de Micuir

En un momento en el que el lujo busca nuevas narrativas y los consumidores reclaman autenticidad, Elena Peña ha encontrado su propia fórmula para trascender lo puramente estético. Micuir (Calle Claudio Coello, 90, Madrid), su proyecto personal, nació de una necesidad íntima: expresarse sin límites, reconectar con valores esenciales y recuperar la emoción de los objetos hechos con alma. Lo que empezó como un impulso creativo se ha convertido en una marca que reivindica otra manera de entender la moda.

Desde sus inicios, Micuir se ha construido sobre una base sólida con un compromiso real. Peña defiende los ritmos lentos, la producción local, los materiales responsables y el respeto absoluto por el oficio. Para ella, no se trata solo de crear piezas bellas, sino de que cada diseño tenga propósito, historia y permanencia.

La marca ha logrado mantener una identidad nítida; la de quienes prefieren construir un armario significativo en lugar de seguir la inercia de lo inmediato. Sus clientas, mujeres de distintas edades unidas por un gusto común por lo auténtico, encuentran en Micuir un refugio frente a lo desechable: piezas que se heredan, que envejecen bien, que cuentan algo.

Detrás de esta visión hay también un modo de vivir: observar el mundo con calma, inspirarse en la naturaleza, escuchar al entorno y permitirse parar para volver a crear con más fuerza. Así lo entiende nuestra protagonista de hoy, para quien la creatividad nace de la coherencia, de superar miedos y de mantenerse fiel al motivo que la llevó hasta aquí: hacer del lujo un lugar más humano, más consciente y más verdadero.

¿Cómo nació Micuir y qué necesidad personal o emocional te llevó a crear una marca propia en el universo del lujo artesanal?

Para mí era una necesidad de expresarme con libertad creativa, de conectar con mis valores: elegancia, artesanía y responsabilidad ambiental. Sentía que en el mercado faltaban diseños verdaderamente únicos, duraderos, que tuvieran alma, y que estuvieran hechos con conciencia. Quería algo que no estuviera dictado sólo por tendencias pasajeras, sino por un criterio propio, personal. Al no encontrar en el mercado lo que yo misma deseaba, decidí crearlo. Así nació Micuir.

Micuir se define por su equilibrio entre elegancia, artesanía y ética. ¿Cuál dirías que es la verdadera “esencia” de la marca? En un mercado saturado, ¿cómo consigue Micuir mantener su autenticidad sin dejar de evolucionar?

La esencia de Micuir es el compromiso: compromiso con la calidad, con el detalle, con lo hecho a mano, con lo local, con la ética en el origen de los materiales y con la sostenibilidad. Mantener la autenticidad significa muchas cosas: tener un criterio claro de lo que queremos hacer, no sacrificar los valores por escalar rápido, elegir bien los talleres, cuidar cada paso del proceso. Algo que hago mucho es no precipitarme: cada colección necesita su tiempo, se prueba, se corrige, se escucha al cliente. Evolucionamos en formas de diseño, en buscar nuevas texturas, colaborar quizá con materiales más sostenibles, mejorar procesos, pero siempre preservando aquello que hace que los productos Micuir no se parezcan a otro par cualquiera.

¿Qué papel juega la sostenibilidad en tu trabajo? ¿Crees que el lujo del futuro será necesariamente consciente?

La sostenibilidad es uno de nuestros pilares. Fabricamos en España con pieles recicladas del sector alimentario, y toda nuestra producción es local y responsable. Apostamos por ediciones limitadas para evitar sobreproducción, y cada pieza está pensada para durar muchos años. Estoy convencida de que el lujo del futuro será consciente, o no será. La nueva generación de consumidoras valora la transparencia, la ética y la trazabilidad. Ya no basta con que algo sea bonito: tiene que tener propósito.

Tu trabajo rescata la tradición artesanal desde una mirada moderna. ¿Qué significa para ti “hecho a mano” hoy?

“Hecho a mano” significa honrar el oficio, implicar manos, ojo, criterio, tiempo. No automatizar todo, mantener talleres artesanos, usar patrones únicos, curtidurías de piel que respeten estándares, ensamblados cuidadosos, acabados con mimo. Hoy hecho a mano también significa adaptarse a los tiempos, incorporar mejoras, técnicas más limpias, pero sin perder la imperfección valiosa que da carácter. Es un equilibrio entre tradición y exigencia contemporánea.

¿Quién es la mujer (o el cliente) Micuir? ¿Qué actitud o estilo de vida representa?

La mujer Micuir es una mujer que sabe lo que quiere, que no necesita grandes logros para destacar, que aprecia los pequeños detalles. Tiene una mirada sofisticada, pero relajada. Busca calidad, diseño, autenticidad. Nuestra clienta valora lo duradero, lo elegante, lo cómodo. No busca seguir tendencias, sino vestir según su propio estilo. Algunas tienen 25 años, otras 60. Pero todas comparten ese amor por lo bien hecho y por lo que tiene alma.

¿Qué mujeres (o figuras) te han inspirado o acompañado en tu trayectoria?

Muchísimas. A nivel personal, mi abuela fue una gran inspiración. Me transmitió el amor por los objetos con historia y por el estilo atemporal. A nivel profesional, admiro profundamente a marcas como Loewe, que han sabido hacer de la artesanía algo vanguardista. Y por supuesto, las mujeres que me rodean en el día a día: mi equipo, mis clientas, las artesanas. También mujeres como Sara Carbonero, Sofía Palazuelo o Eugenia Silva, que han llevado Micuir con una naturalidad y elegancia que me emocionan profundamente.

¿Hay alguna pieza o colección que consideres un punto de inflexión en la historia de Micuir? ¿Por qué?

Sí: los Punky Boots. Son sin duda una pieza clave, el best‑seller que ayudó a que Micuir se diera a conocer realmente. Cada temporada las reinventamos con nuevas pieles, alturas de tacón, acabados en oro de 24K o plata de ley.

¿Qué te inspira fuera del mundo de la moda?

Me inspira muchísimo la naturaleza: los colores, las texturas, las formas de las flores, de las piedras, de los paisajes. Viajar, ver lugares, culturas distintas, artesanías locales. También el arte, la pintura, la escritura, la música, incluso la arquitectura. Todo eso alimenta mi creatividad. Y aprender continuamente: al conocer personas, historias, oficios, técnicas.

¿Cómo es un día ideal para ti, cuando no estás trabajando?

Sin duda cualquiera en el que lo pase con mi familia , con mis hijos. Un día sin prisas. Despertarme sin alarma, tomar un desayuno largo, caminar por la naturaleza, pasar tiempo con mis hijos y con mis amigas. Quizá leer, ver una expo, escribir. Vivimos en un mundo muy acelerado y esos espacios de calma me ayudan a reconectar con lo importante. Creo que para crear con alma, una tiene que saber parar. Poder desconectar y recargar para volver con energía.

Y por último, ¿qué miedo has tenido que superar para llegar hasta aquí?

He tenido miedo muchas veces: miedo a fracasar, a que no se valore lo que uno hace, a no poder sostener una empresa con estándares altos, a compararme con otros. Pero creo que el más grande ha sido tener que luchar contra la tentación de comprometer los valores por crecer más rápido. Superar ese miedo significa recordarme cada día por qué comencé: por la autenticidad, por lo que me mueve. Cuando lo olvido, me cuesta. Pero cada vez que alguien me dice que una cliente se siente orgullosa al llevar Micuir, que conserva la pieza muchos años, que aprecia lo que hay detrás, me reconecto con ese motivo.

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