Discreción, protocolo, seguridad y pedagogía. Son las cuatro columnas que sostienen la reputación de Norland College, la escuela más exclusiva del planeta en la formación de profesionales del cuidado infantil. Fundado en 1892 por Emily Ward, este pequeño pero prestigioso centro de Bath ha elevado el oficio de niñera a una profesión de élite.
Para la alta sociedad británica, “tener una Norland Nanny” es casi un símbolo de estatus, un sello de confianza que garantiza que sus hijos estarán en manos formadas, cultas y capaces de desenvolverse con naturalidad entre príncipes, paparazzi y protocolos palaciegos.
La propia familia real británica ha contribuido a alimentar el mito. Varias de ellas proceden de Norland, entre ellas María Teresa Turrion Borrallo, la española elegida por el príncipe William y Kate Middleton para cuidar a sus tres hijos. Pero antes de hablar de ella, conviene detenerse en el lugar donde se forjan las niñeras (ahora también niñeros, aunque no abundan) más famosas del mundo.

La visión de Emily Ward
A finales del siglo XIX, el Reino Unido vivía un auge de las familias aristocráticas y burguesas, pero las niñeras solían ser mujeres sin educación formal, contratadas por necesidad más que por vocación. Emily Ward, hija de un pastor anglicano con ideas progresistas, quiso cambiar la situación. En 1892 fundó Norland en Londres con el propósito inédito de ofrecer formación académica, moral y práctica a las mujeres que cuidaban de los hijos de las clases altas.
Su lema, Love never faileth (el amor nunca falla), reflejaba una nueva filosofía del cuidado: la combinación de afecto, disciplina y conocimiento. Con el tiempo, el colegio se trasladó varias veces -a Kent, a Berkshire y finalmente a Bath-, pero nunca perdió su esencia.

Un currículo a la altura de un palacio
En Norland, los alumnos cursan un grado universitario en Desarrollo y Aprendizaje Infantil junto con el Diploma Norland, un título propio que les da su prestigioso sello. Las clases incluyen materias académicas -psicología infantil, educación temprana, salud, nutrición, pedagogía o primeros auxilios-, pero lo que diferencia a Norland de cualquier universidad es su enfoque en la vida real de las familias de alto perfil.
Además de las asignaturas tradicionales, los estudiantes reciben entrenamiento en conducción evasiva, autodefensa, control de crisis, seguridad en redes sociales y gestión del estrés mediático. La idea es prepararlos para cualquier eventualidad: desde un percance doméstico hasta una situación de emergencia durante una gira oficial o un ataque de fotógrafos.
También aprenden protocolo internacional, etiqueta social, cocina sana para niños y técnicas de comunicación con padres de distintas culturas. El resultado es un perfil casi imposible de igualar.
La vida en el campus está regida por el orden y la puntualidad. Los alumnos practican etiqueta y ensayan entrevistas con padres ficticios. Su uniforme clásico, el marrón con sombrero bombín, guantes blancos y zapatos brillantes, es un símbolo de la seriedad con que se vive la vocación.
De colegio femenino a institución mixta
Durante más de un siglo, Norland fue exclusivamente femenino, reflejo de una época en la que el cuidado de los niños se consideraba un terreno reservado a las mujeres. Pero el cambio llegó con el siglo XXI. En 1999, el colegio admitió a su primer estudiante masculino, y en 2012 se graduó el primero de ellos.
Desde entonces, Norland se ha convertido en una institución mixta, abierta a hombres y mujeres por igual. Aunque su presencia todavía no supera el 10 % del alumnado, los llamados Mannylanders han aportado diversidad y una visión más moderna del oficio. Reciben exactamente la misma formación y son contratados por las mismas familias. El uniforme también se adapta: traje marrón, corbata y sombrero del mismo tono. En palabras de su actual directora, Janet Rose, “el cuidado infantil no tiene género; lo que distingue a un Norlander es la excelencia”.

La española que cuida a los príncipes
Entre las decenas de nombres que han pasado por Norland, uno destaca especialmente: María Teresa Turrión Borrallo, originaria de Palencia. En 2014, el príncipe William y Kate Middleton la eligieron para cuidar a su primer hijo, el príncipe George, y más tarde a sus hermanos Charlotte y Louis.
Formada en Norland, se ganó la confianza de la familia real por su discreción y profesionalismo. Habla varios idiomas y, según apunta la prensa británica, enseña español básico a los pequeños príncipes. Ha acompañado a la familia en giras internacionales y actos públicos, siempre vestida con su característico uniforme marrón y un aire tranquilo e imperturbable.
Aunque su salario exacto no se ha hecho público, medios británicos estiman que una niñera real de su perfil podría percibir entre 90.000 y 120.000 libras anuales, además de alojamiento y gastos cubiertos. Su figura, sin duda, ha contribuido a consolidar aún más la fama global de Norland College.