Familia Real Británica

Así plantea Guillermo de Inglaterra transformar la corona británica cuando sea rey

El heredero británico sorprende al asegurar que “el cambio para bien” estará en su agenda cuando acceda al trono. ¿Comienza a perfilar el rostro más humano de la monarquía?

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La familia real británica. Fotografía: EFE

El príncipe Guillermo ha decidido romper el guion y no con un discurso solemne ni desde el balcón de Buckingham. Lo ha hecho desde un contexto mucho más íntimo: durante una conversación relajada con el actor Eugene Levy para el programa The Reluctant Traveller. Ahí, entre jardines y humor británico, el heredero al trono ha pronunciado una frase que ha hecho eco en toda Europa: “El cambio estará en mi agenda, un cambio para bien”.

Para una institución acostumbrada a moverse milímetro a milímetro, esas palabras han sonado como un terremoto. El duque de Gales no habla de derrocar tradiciones ni de revolución, sino de evolución. “No cambios demasiado radicales, pero sí los que creo que deben ocurrir”, matizó, consciente de que cada palabra suya se convierte siempre en titular.

El contexto en el que pronuncia esas palabras no puede ser más significativo. La Casa Real británica atraviesa un momento complejo, ya que tanto el rey Carlos III como la princesa de Gales continúan sus respectivos tratamientos contra el cáncer. En ese marco de fragilidad, Guillermo emerge como la figura de estabilidad, pero también de introspección.

El príncipe Guillermo. Fotografía: EFE

Esa vulnerabilidad pública, tan inusual en la realeza británica, conecta con un hombre que Guillermo que busca ser consciente de su propio recorrido emocional. Reconoce las heridas de su infancia, como el divorcio de sus padres, la muerte de su madre, Diana, o la presión de los medios, y admite que esos traumas le marcaron. “Intentamos no repetir los mismos errores”, dice al hablar de la crianza de sus hijos. Y lo hace desde un lugar de empatía más que de resentimiento, con la serenidad de quien ha aprendido a mirar hacia adelante.

También cuenta que interrumpió la grabación del programa, dejando una pinta a medias, para ir a recoger a sus hijos al colegio. ¿Estamos ante un monarca que quiere vivir la normalidad dentro de lo extraordinario? Sin duda, la realeza británica enfrenta un dilema histórico. En un país cada vez más diverso y escéptico, los símbolos de antaño ya no bastan para sostener su legitimidad.

Las generaciones jóvenes no sienten la reverencia de sus abuelos. Las redes sociales han derribado los muros de misticismo que durante siglos blindaron a los Windsor. La familia real vive en un escaparate global donde la cercanía, real o construida, se ha vuelto la nueva forma de autoridad. Y es él quien parece entenderlo mejor que nadie: si la monarquía quiere seguir siendo relevante, debe dejar de ser intocable.

Su concepto de “cambio” no apunta a una ruptura institucional; busca una monarquía que escuche, que participe, que asuma su papel como espacio de referencia ética y social. Ya lo ha demostrado con sus proyectos sobre salud mental, sostenibilidad y desigualdad.

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