CASA REAL BRITÁNICA

Todo listo para ‘Trooping the Colour’: la monarquía británica se asoma al verano

El desfile militar más antiguo de Europa se celebra de nuevo con Carlos III al frente, entre tradición, liturgia y un público que aún busca su lugar

La familia real británica saluda desde el balcón del palacio de Buckingham en 2024 EFE//TOLGA AKMEN

Hay cosas que suceden cada año en Londres con puntualidad británica. El cambio de guardia, la lluvia o Trooping the Colour, el desfile que este sábado, 14 de junio, volverá a ocupar el corazón de Londres como cada junio desde hace más de dos siglos. Será la tercera vez que Carlos III presida este acto como rey, y aunque la monarquía ha dejado de ser novedad, sigue siendo una maquinaria que se pone en marcha para recordarse a sí misma que aún existe.

Trooping the Colour no celebra la coronación ni la Navidad, sino algo aparentemente más prosaico: el cumpleaños oficial del monarca, fijado desde 1748 en un día de verano con garantías de buen tiempo, lejos del noviembre real de nacimiento del soberano. En el fondo, celebra la capacidad de la institución para mantenerse quieta mientras el país -y el mundo- se mueve.

El desfile moviliza a más de 1.300 soldados, 300 músicos, 200 caballos y una legión de cámaras que retratan, casi sin quererlo, la extraña coreografía del poder ceremonial. No hay improvisación. Las tropas desfilan en Horse Guards Parade, frente al rey, mientras el color (el “colour”) de uno de los regimientos de la Guardia es “troopeado” -es decir, mostrado y escoltado- ante la mirada del jefe del Estado. Este año será el turno del regimiento Coldstream Guards, el más antiguo del Ejército Regular británico.

Los príncipes Louis y Charlotte en la carroza del año pasado en la que acompañaron a su madre. EFE/EPA/Tolga Akmen

Carlos III no montará a caballo como hizo en su primer Trooping tras la muerte de Isabel II. Lo hará desde una carroza ceremonial, junto a la reina Camila, marcando un gesto de continuidad más que de protagonismo. La monarquía ya no parece necesitar imponerse: solo aparecer y mantenerse. Y a veces basta con eso.

A lo largo del recorrido, desde Buckingham Palace hasta Whitehall y vuelta por The Mall, los londinenses y los turistas se agolpan en las aceras, no tanto para ver como para ser parte de un acto que sigue teniendo más de espejo que de espectáculo. El momento culminante -y el más televisado- llegará, como cada año, cuando la familia real asome al balcón del Palacio para presenciar el sobrevuelo de la Royal Air Force.

La princesa Catalina, en el Trooping the Colour del pasado año en Londres. EFE/EPA/Tolga Akmen

Si su madre, Isabel II, representaba el silencio útil, él parece cómodo con la palabra pausada. Trooping the Colour es, por tanto, menos una exhibición de poder que una declaración de normalidad. En tiempos inciertos, la monarquía opta por no parecerse a nada más.

A diferencia de otros actos, este desfile es más militar que monárquico. El ejército es el protagonista formal. El rey observa, aprueba y cumple. En una democracia parlamentaria, esa es su función, y en Trooping the Colour se ve con claridad. Es la simbología del Estado reducida a pasos, uniformes y música en compás.

La edición de este año llega, además, con el eco de una pregunta cada vez más recurrente: ¿quién observa este tipo de eventos? ¿Lo hacen con devoción, con ironía o con simple curiosidad? Quizá con una mezcla de las tres. Y así, el desfile sigue funcionando, ofreciendo una tradición que no pide creencia, solo atención.