Opinión

Los hijos de la polarización

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El asesinato de Charlie Kirk merece repudio absoluto sin matices de ningún tipo. Hay una sola víctima y es Kirk. Y hay un solo culpable que es el asesino, que deberá ser juzgado como se hace en democracia. Al resto solo nos queda reflexionar sobre el contexto general y el futuro de la sociedad occidental. Por ejemplo, la edad del autor de tan abominable hecho nos debe retumbar a todos en la conciencia, porque se trata ya de la generación Z, de nuestros hijos: los hijos de la polarización. ¿Qué les hemos enseñado?

Simplificar el problema con etiquetas ideológicas de izquierda y de derecha, es no entender nada. O peor aún, es ser parte del problema. Porque dividir a la sociedad entre buenos y malos, renunciando a la convivencia pacífica en el marco del pluralismo democrático, es justamente la causa de esta polarización, que tiene a las democracias más potentes del mundo coqueteando con guerras civiles.

Nadie es de izquierda o de derecha. Todos somos individuos con libertad de conciencia. La razón por la que los diferentes partidos se alternan el poder en democracia es porque los electores cambian de parecer y escogen lo que creen que les conviene, más allá de las ideologías. Al menos es el derecho que tenemos, y la razón por la cual las elecciones son periódicas, porque se vale cambiar el sentido del voto, incluso de idea.

Pero la polarización ha llegado a tal punto que se cree que la ideología nos define a nosotros en lo personal y a toda la nación en su conjunto, al punto de que quien piensa distinto pasa a ser una amenaza y un enemigo de la patria. Es una relación de suma cero, donde la convivencia entre personas iguales y libres ya no es aceptable. Se nos olvidó que la democracia es alternancia en el poder, pluralismo político y libertad de conciencia. O quizás ya no importa la democracia.

Querer que el Estado represente a una sola ideología para vivir en un país hecho a imagen y semejanza de uno mismo, se llama totalitarismo. Algo que Occidente había superado gracias al paradigma de la democracia liberal, pero que ahora vuelve a estar de moda en ambos espectros ideológicos, que se comportan de forma idéntica cuando se trata de satanizar al adversario. Toda homogeneización política es antidemocrática y se traduce en la pérdida de la libertad individual.

El mayor retroceso cultural de este siglo fue pasar del principio de los derechos humanos individuales de las personas, al nuevo paradigma de los colectivos identitarios, nacionalistas y progresistas por igual. Si no hay voluntad de convivir pacíficamente entre ciudadanos que son diferentes y tienen el derecho de pensar distinto, ¿qué nos queda? La violencia. Eso es lo que están viendo y aprendiendo los jóvenes.

Lo paradójico de todo esto, es que Kirk fue asesinado dando un debate abierto en una universidad, como hacía habitualmente. Debatía ideas de forma pacífica. ¿No era ese su derecho humano y constitucional? Lo radical no es la idea, sino la forma de imponerla. Esto es algo que debemos tener muy claro. Kirk tenía el derecho a defender sus ideas con su palabra, y quien piense que no, es el verdadero radical, tenga o no tenga un arma. Porque como dijo Voltaire “pensar libremente es el derecho de todos los hombres; prohibírselo es tanto como robarles la libertad”.

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