Hablar de Calvin Klein es hablar de una marca que trascendió la moda para convertirse en un lenguaje cultural. No se trataba únicamente de ropa: era un gesto, una mirada al espejo de Occidente en los años 90. El minimalismo sensual de la casa y sus campañas cargadas de provocación redefinieron lo que significaba vestir, desear y ser deseado.
Durante años, sin embargo, ese universo quedó en pausa, atrapado entre un sistema comercial que explotaba la marca como logo y la ausencia de un discurso creativo sólido. Hasta que, en 2024, se anunció un fichaje que encendió las alarmas de la industria: Veronica Leoni se convertía en la primera mujer al frente de la dirección creativa de Calvin Klein.
Italiana, con paso por casas de culto como Jil Sander, Céline en la era Phoebe Philo y The Row, Leoni llega con un currículo que respira coherencia estética y rigor. Su sello personal -sastrería arquitectónica, siluetas depuradas, un minimalismo cerebral- encaja con el ADN de Calvin Klein, pero sin caer en la copia literal. Su reto no es pequeño: devolver a la marca un aura de relevancia cultural en un contexto donde el archivo de los 90 pesa tanto como el mercado actual, hiperconectado y saturado de mensajes.

Su debut con la línea Collection en Nueva York fue toda una declaración de intenciones. El simple hecho de recuperar la pasarela, ausente en la firma desde hacía más de una década, ya hablaba de una ambición renovada. La colección mostró una paleta restringida -blanco, negro, gris, con estallidos de rojo- y piezas que oscilaban entre la sastrería impecable y el gesto lúdico. Los accesorios fueron protagonistas de conversación: bolsos con forma del icónico frasco de CK One, un guiño nostálgico transformado en objeto de culto.
La respuesta mediática no se hizo esperar. La crítica internacional destacó la disciplina y claridad de la propuesta, subrayando que Calvin Klein volvía a hablar un idioma propio. Otros, en cambio, cuestionaron la falta de sex appeal, esa insolencia casi incómoda que hizo de la marca un mito. Pero la propia presencia de Calvin Klein en el desfile -su primera aparición pública en años-, acompañado de supermodelos legendarias como Kate Moss o Christy Turlington, funcionó como una especie de bendición fundacional: la marca volvía a tener un norte.
Más allá de la estética, hay una dimensión estratégica en juego. El conglomerado PVH, propietario de Calvin Klein, llevaba años explotando con éxito las líneas comerciales y de underwear, pero había dejado languidecer la vertiente de lujo. El regreso de Collection supone un reposicionamiento ambicioso: no solo se trata de vender ropa, sino de reinstalar a Calvin Klein en la conversación cultural y editorial. Ahí reside el verdadero poder de Leoni: su capacidad de devolver prestigio creativo a una firma que parecía vivir de rentas.
El desafío, por supuesto, no está exento de riesgos. Reinterpretar una herencia tan potente exige equilibrio: ¿cómo actualizar la provocación de los 90 en una era dominada por la corrección política, la hiperconsciencia social y la búsqueda de inclusividad? ¿Cómo mantener la identidad de una marca sin que se convierta en un ejercicio de nostalgia vacía? La respuesta de Leoni, hasta ahora, apunta a un minimalismo adulto, sofisticado y cerebral, con gestos sutiles que invitan al público a redescubrir la marca sin caer en la caricatura.
Hemos visto demasiadas casas resbalar en el intento de resucitar glorias pasadas. Algunas se pierden en homenajes sin alma; otras, en giros radicales que borran la memoria colectiva. Lo interesante del trabajo de Leoni es que no pretende ni borrar ni congelar el pasado, sino tensionarlo: convoca al espíritu de Calvin Klein, pero lo reescribe con un tono contemporáneo, más cercano al vestir real, más pensado para un consumidor que busca piezas duraderas y elegantes, pero sin renunciar a la conversación cultural que siempre distinguió a la firma.
¿Logrará consolidarse esta estrategia? El primer paso ha sido, por el momento, prometedor. Calvin Klein vuelve a estar en el radar de críticos, editores y compradores como actor relevante en la moda. ¿Conseguirá Leoni revitalizar la marca? ¿Y crear un nuevo canon estético que pueda vivir más allá del peso histórico de su fundador? Lo que está claro es que, tras años de silencio creativo, Calvin Klein vuelve a ser tema de conversación. Y eso, en la moda, ya es media victoria.