Vladimir Putin y Donald Trump se han reunido varias veces antes, pero nunca en suelo estadounidense. Es más, el mandatario ruso no pisa territorio de Estados Unidos desde 2015, cuando acudió a la Asamblea General de la ONU en septiembre y luego mantuvo un encuentro con el entonces presidente Barack Obama.
Al año siguiente, Trump ganó las elecciones y en 2017 arrancó su primer mandato. Fue entonces cuando ambos mandatarios coincidieron por primera vez como presidentes.

Una improvisada primera reunión
Cuando Trump y Putin se reunieron por primera vez, en julio de 2017, el líder estadounidense estaba en el punto de mira. La investigación sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones y la desconfianza mutua entre él y sus propios asesores de política exterior presionaban al presidente republicano.
Ambos mandatarios se reunieron al margen de la cumbre del G-20 en Hamburgo. No esperaban reunirse, pero organizaron un aparte durante dos horas acompañados por el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, el entonces secretario de Estado de EE UU y dos intérpretes.
Más tarde, Trump confiscó las notas de su intérprete y le pidió que no informara a nadie sobre el contenido de la reunión. Esa misma noche, en una cena, Trump se acercó a Putin para una nueva reunión a solas, con solo el intérprete de Putin y sin presencia de funcionarios estadounidenses.
Putin y Trump volvieron a verse sin planearlo en Vietnam
Su siguiente encuentro fue en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Vietnam, en noviembre de ese mismo año. Trump reiteró entonces las afirmaciones de Putin de que Rusia no había interferido en las elecciones estadounidenses.

No habían planeado tampoco ningún cara a cara previo a su viaje a Vietnam. Se sonrieron, hubo muchos apretones de manos, pero no una bilateral como tal. Sin embargo, cuando el mandatario ruso salió vencedor de unas polémicas elecciones en marzo de 2018, el neoyorquino llamó personalmente a Putin para felicitarle. La relación parecía estrecharse.
La famosa Cumbre de Helsinki
En medio de altas tensiones diplomáticas, Trump y Putin volvieron a encontrarse en una cumbre organizada por y para los dos estados. La reunión, acogida por el Palacio Presidencial de Helsinki, marcó un antes y un después para la imagen de Donald Trump.
Cabe recordar que por aquel entonces, Estados Unidos se había retirado del programa nuclear iraní. Rusia, por su parte, se había anexionado la península de Crimea y parte del Donbás. También la Guerra Civil Siria traía consigo una tensión inherente en sus relaciones al apoyar a bandos contrarios, por lo que la reunión se presentaba peligrosa. Putin ha sido el sostén del dictador sirio, Bachar al Asad durante años.

Los dos volvieron a reunirse únicamente por sus respectivos intérpretes en una reunión que había sido programada para 90 minutos pero duró dos horas. El encuentro privado por un almuerzo de trabajo que incluyó asesores sénior. De nuevo hubo que esperar al post para tratar de entender el contenido de la reunión.
Más tarde, ambos comparecieron en una rueda de prensa. Cuando preguntaron a Trump si creía a sus propias agencias de inteligencia o al presidente ruso respecto al posible fraude electoral, Trump dijo que confiaba en ambos, pero señaló: “El presidente Putin dice que no es Rusia. No veo ninguna razón por la que lo sería“. Ese mismo año, en el marco de la cumbre del G-20 en Buenos Aires, coincidieron, pero Trump intentó mantener las distancias, al menos de cara a las cámaras y medios de comunicación.
En junio de 2019, se produjo su último encuentro. Ambos coincidieron en la cumbre del G-20 en Osaka, Japón. Mantuvieron una reunión bilateral en la que Trump bromeó con el líder ruso. “No te entrometas”, aseveró, en el contexto de la injerencia rusa. Fue la última vez que se reunieron como presidentes públicamente.
Qué esperar de la nueva reunión
La cumbre de esta semana representa la última oportunidad para que Trump recupere la narrativa de su relación con Putin y adopte una postura más dura hacia el presidente ruso. Pocos esperan que lo haga.
“Putin intentará convencer a Trump de que [la posición rusa] es mejor de lo que realmente es. Para Trump, en cambio, es mucho más importante cerrar este trato y proclamarlo como su nueva victoria pacificadora”, dijo Kirill Rogov, sociólogo y académico visitante en el Instituto de Ciencias Humanas en Viena. “Termina en nada, pero Trump evita la necesidad de tomar una acción decisiva”.
Putin no tiene prisa
Hollande, quien pasó 17 horas en la capital de Bielorrusia en febrero de 2015 para sellar el llamado acuerdo de Minsk 2 sobre un alto el fuego en la región ucraniana de Donbás, dijo que Putin probablemente tratará de ganar tiempo. “No tiene prisa”, dijo el exmandatario francés. “Sabe que seguirá en el poder dentro de un mes, dos años, tal vez hasta el final de su vida. Trump tiene prisa porque ha prometido resolver todos los conflictos del mundo y quiere resultados”.
Un diplomático alemán que participó en las negociaciones de Minsk describió a Putin como “uno de los negociadores más hábiles”. “Conoce todos los temas, el razonamiento legal en detalle, pero siempre manipula los hechos. Hay que conocer los hechos tan bien como él”.

Pero los hechos no son el punto fuerte de Trump, añadió. A principios de 2017, Merkel organizó una llamada con el presidente estadounidense para explicarle cómo Putin se negaba a implementar el acuerdo de Minsk. Trump simplemente dio las gracias y colgó. Más tarde, los asesores estadounidenses dijeron al equipo de Merkel que Trump estaba furioso porque ella le había dado una lección. “No solo no le gustan los hechos, sino que también tiene sus prejuicios, y Putin lo sabe”, dijo el diplomático.
Trump ha anunciado que mantendrá al tanto de lo que se hable tanto a la UE como a Ucrania. Ahora solo falta esperar, ante una reunión que se vaticina crucial de cara al fin de la guerra.