Oriente Próximo

Hamás e Israel empujan la paz de Gaza al precipicio

La ofensiva del Ejército israelí tras un ataque de Hamás amenaza con dejar en suspenso el acuerdo de paz alcanzado hace apenas una semana

Un niño camina por los escombros tras uno de los ataques lanzados este domingo por Israel en Gaza
EFE/Str

La realidad se acaba siempre imponiendo. También al discurso entre frívolo, cínico y optimista que el presidente estadounidense Donald Trump ha hecho marca personal. La paz perpetua que el empresario, más orgulloso que nunca de sus dotes negociadoras en la fase culminante de su carrera política, prometía no solo para Gaza sino para todo Oriente Medio en Sharm el Sheij, “quinientos, tres mil años, qué más da”, se ha tornado apenas seis días después en una mera aspiración, un deseo.

Si nadie lo remedia -y, otra vez, valga la paradoja, sólo él, Trump, está en condiciones de poder impedirlo-, Israel volverá a golpear con dureza en los próximos días “objetivos terroristas” a lo largo y ancho de Gaza después de la emboscada de Hamás a un grupo de soldados israelíes en las proximidades de Rafah que acabó costando a la postre la vida a dos de ellos por fuego antitanque. De hecho, las fuerzas israelíes golpearon en la tarde de ayer “decenas de objetivos” en los cuatro puntos cardinales de la Franja dejando al menos 23 muertos -diez de ellos en el campamento de refugiados de Al Bureij-, según las autoridades locales. El primer ministro Benjamin Netanyahu y su ministro de Defensa avisaron ayer de que las hostilidades regresan con “plena dureza” y el sector ultra del gabinete israelí pide volver a la guerra sin cuartel contra Hamás.

Si, por tanto, nadie lo impide, la situación de violencia de baja intensidad de los últimos seis días -las autoridades en control de Gaza denuncian bombardeos diarios del Tsahal que han dejado casi 40 muertos y ayer Israel lamentó sus dos primeras víctimas desde el 10 de octubre- dejará de ser merecedora del sintagma “alto el fuego”. Menos de una semana después de la firma con toda la pompa y circunstancia del acuerdo Trump en Egipto sin la rúbrica de ninguno de los dos contendientes, Hamás e Israel han dejado claro en la última semana que no están para nada convencidos de poner fin definitivo (todo lo definitivo que puede ser en esta parte del mundo) a la violencia y menos aún de querer abrir un nuevo capítulo en la dolorosa historia compartida.

En apenas seis días, Hamás ha dejado claro que mentía en su promesa -como estipulaba el plan de paz presentado por la Administración Trump y aprobado por la organización islamista y el Gobierno de Benjamin Netanyahu- de entregar los 28 cadáveres de los rehenes muertos entre el 7 de octubre de 2023 y el largo cautiverio en Gaza, pues aún ha entregado solo 12 cuerpos. Si la organización en control de Gaza desde comienzos de 2006 asegura no saber dónde están enterrados todos los cuerpos, tampoco lo sabía el pasado 9 de octubre. 16 familias siguen esperando dar sepultura a los suyos en Israel.

Además, en los últimos días Hamás ha aprovechado la tregua -y una cierta aquiescencia de la Administración Trump- para salir de sus túneles y comenzar a desplegarse por el territorio de Gaza. Lejos de aceptar su desarme y salida de la Franja, como le exige el plan de paz,  Hamás ha regresado con fuerza a las calles de las ciudades de la Franja y no solo con el objetivo de mantener el orden y la seguridad. La organización terrorista ha chocado violentamente con otros grupos armados hostiles y ha llevado a cabo ejecuciones -al menos una treintena- de grupos considerados colaboracionistas con el enemigo. La dirección de la organización habla de “casos excepcionales”. “Si Hamás sigue matando gente en Gaza, que no era el trato, no tendremos más remedio que entrar y matarlos”, escribió el jueves pasado el presidente estadounidense en uno de sus perfiles en redes sociales.

BUREIJ (GAZA Y CISJORDANIA), 19/10/2025.- Varios hombres observan los escombros tras uno de los ataques lanzados este domingo por Israel en Gaza. Concretamente contra el campamento de refugiados de Bureij, en el centro de la Franja de Gaza, donde se produjo al menos un muerto, según informó a EFE el Hospital al Adwa. El Ejército israelí lanzó este domingo varios ataques aéreos, en los que mató al menos a 20 personas, en diferentes zonas de la Franja de Gaza tras los supuestos enfrentamientos entre milicianos gazatíes y tropas israelíes de esta mañana, según informaron a EFE fuentes de los hospitales del enclave palestino. EFE/Str

Si Israel cumplía su parte al liberar a casi 2.000 presos palestinos, 250 de ellos condenados a cadena perpetua, y retiraba sus tropas de las zonas más pobladas de Gaza, lo cierto es, a pesar del alto el fuego en vigor, el Tsahal no ha dejado de atacar “objetivos terroristas” donde ha creído ver amenazas en los últimos seis días. No es nada nuevo en el proceder de las autoridades israelíes, pues también en el Líbano se han venido produciendo de manera regular ataques quirúrgicos durante los casi once meses transcurridos desde el alto el fuego pactado con Hizbulá. Además, este domingo el Gobierno Netanyahu ha confirmado que el paso de Rafah -clave para la entrada de ayuda humanitaria en grandes cantidades, como exige también el acuerdo- seguirá cerrado sine die debido a los incumplimientos de Hamás.

Con todo, y a pesar del horror y de la escalada de este domingo, hay aún motivos para la esperanza a medio plazo de que no se vuelva en Gaza a una situación como la de los dos últimos años. Primero, porque Hamás está prácticamente neutralizada y apenas resiste en el subsuelo de una Franja convertida en un erial. Y segundo, porque si el compromiso de Egipto, Qatar y Turquía ante Estados Unidos con un cese el fuego duradero en Gaza es sincero, su relación con la organización nacida de los Hermanos Musulmanes será en el futuro distinta a la que han mantenido hasta ahora, que ha oscilado entre hacer sistemáticamente la vista gorda al tránsito y la fabricación de armas en el interior de la Franja y la financiación directa de las distintas ramificaciones del movimiento durante años.

Esto es, sin el apoyo de Ankara, El Cairo y Doha -que este domingo optaban por el silencio- y tras dos años de severo castigo israelí, de manera previsible Hamás -no su ideología y razón de ser, que hallarán terreno fértil en los próximos tiempos- deberá ir languideciendo en los próximos meses hasta quedar convertido en un grupúsculo con el que la nueva fuerza de paz multinacional tendrá que lidiar. Trump admitía ayer domingo en una entrevista televisiva no haberse marcado un calendario para el desarme de Hamás, que aspira a integrarse en el futuro ejército de la Franja. Con todo, mucho -prácticamente todo- queda aún por dilucidarse en la larga posguerra de Gaza, empezando por un cese definitivo y sincero de la violencia por ambas partes.

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