Aniversario 5-N

Las mujeres demócratas recogen los escombros del sueño de Harris

Tras la derrota de Kamala Harris, las mujeres del Partido Demócrata se preparan para reconstruir la confianza del electorado y redefinir su relación con Estados Unidos

Mujeres demócratas
Kiloycuarto

Después de la derrota de Kamala Harris, las mujeres demócratas se preparan para reconstruir la confianza del electorado y redefinir su relación con el país. Desde los comités de base hasta el Congreso, una nueva generación intenta que la historia de las mujeres en la política estadounidense deje de ser una excepción.

Cuando Melanie Stansbury recibió la llamada que cambiaría su vida, pensó que era un error. Al otro lado de la línea, una voz del Comité Demócrata la invitaba a competir por un escaño en el Congreso por Nuevo México. Era el año 2021 y el puesto había quedado vacante tras la salida de Deb Haaland, nombrada secretaria de Interior por Joe Biden. De su decisión dependía el control demócrata de la Cámara de Representantes. “Las mujeres del Congreso me recibieron por Zoom”, ha recordado Stansbury en varias entrevistas. “Éramos decenas. Me dijeron: ‘Estamos contigo’. Fue la primera vez que sentí que aquello era posible”.

Esa red de apoyo es el llamado Elect Democratic Women (EDW), un comité de acción política creado por congresistas demócratas para financiar y acompañar candidaturas femeninas. Desde 2018, el grupo ha invertido millones de dólares para elegir y reelegir mujeres en todo el país. Su próximo objetivo es muy ambicioso. Lograr que en 2027 haya cien mujeres demócratas sirviendo al mismo tiempo en la Cámara de Representantes. Hoy son 94. Cinco se retirarán o buscarán otros cargos. La meta es simbólica, pero también estratégica. “Cien es un número redondo”, dice la congresista Lois Frankel, una de las fundadoras. “Cien mujeres en la Cámara es también la forma de recuperar la Cámara”.

La historia que falta por escribir

La historia de las mujeres dentro del Partido Demócrata es, en parte, la historia de un país que avanza y retrocede a la vez. Desde Shirley Chisholm, la primera mujer negra en aspirar a la presidencia en 1972, hasta Kamala Harris, la primera vicepresidenta, las demócratas han abierto puertas, pero no han logrado cruzar el último umbral de llevar una presidenta a la Casa Blanca.

Hillary Clinton - Internacional
Hillary Clinton abre los brazos en un mitin político (EFE)

Hillary Clinton estuvo a punto en 2016. Harris repitió el intento en 2024. Ambas compartieron la carga y el fallo de ser la “primera” y, por tanto, representar algo más que a sí mismas. La derrota de Harris frente a Donald Trump marcó un punto de inflexión. No sólo por la pérdida del poder, sino porque reveló la desconexión entre el partido y parte del electorado femenino, el mismo que alguna vez lo sostuvo.

Durante décadas, las demócratas construyeron su identidad sobre la idea de progreso, igualdad y derechos. Pero su discurso sobre representación ya no basta. Las mujeres votan de forma menos previsible. En 2024, Harris perdió apoyo entre las jóvenes y las trabajadoras, incluso en estados donde los demócratas habían ganado durante años. En los márgenes de esa derrota, el trabajo de base continúa. Elect Democratic Women planea una expansión nacional. No solo van a financiar campañas también apuestan por acompañar trayectorias. Formar a candidatas que puedan resistir el desgaste de la política y las campañas brutales.

En 2024, el comité respaldó a 129 mujeres en todo el país. Dieciséis lograron reelegirse en distritos en disputa. Diecisiete fueron elegidas por primera vez. Y tres llegaron al Senado: Elissa Slotkin (Michigan), Angela Alsobrooks (Maryland) y Lisa Blunt Rochester (Delaware). Con sus victorias, dos mujeres negras sirven al mismo tiempo en el Senado por primera vez en la historia. “Cien mujeres en la Cámara no es sólo un número. Es un mensaje. Es la prueba de que la igualdad no se decreta, se construye”, dice Stansbury. A las veteranas se suman Sarah McBride, la primera mujer trans en el Congreso; Janelle Bynum, la primera mujer negra de Oregón; y Yassamin Ansari, la primera iraní-estadounidense demócrata elegida. No hay un solo modelo de mujer demócrata. Hay muchos.

Las hijas del “blue wave”

En 2018, el llamado “blue wave” llevó al Congreso a figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, Ayanna Pressley o Ilhan Omar, conocidas como ‘the Squad’. Aquella generación transformó la estética y el tono del Partido Demócrata. Jóvenes, diversas, conectadas a las redes sociales. Son, sin duda, una nueva forma de militancia. Mujeres capaces de exponer las fisuras internas. Su empuje progresista choca de pleno con el ala moderada del partido, dirigida por Nancy Pelosi. Aun así, el fenómeno Squad está dejando una huella profunda, hasta el punto de que Ocasio-Cortez suena como posible candidata a las elecciones de 2028.

AOC
La congresista Alexandria Ocasio Cortez
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Pero antes, el partido se prepara para las legislativas de 2026 con la idea clara de conseguir que las mujeres sean la clave para recuperar la Cámara de Representantes. El reto es tanto electoral como cultural. El discurso del feminismo institucional, centrado en la representación y los derechos reproductivos, necesita reconectarse con los temas que mueven a las votantes como son la economía, la seguridad, la salud o la educación.

Durante la campaña de Harris, la insistencia en el aborto como único eje alienó a parte del electorado. En los suburbios, muchas mujeres votaron pensando en la inflación y en los precios de la vivienda, no en la Corte Suprema. “Hay que volver a hablar del día a día”, admite una asesora demócrata del Medio Oeste. “Si la política se convierte sólo en símbolos, dejamos de entender la vida de la gente”.

Las presidenciables

En los estados industriales, gobernadoras como Gretchen Whitmer (Michigan) y Abigail Spanberger (Virginia) encarnan ese giro. Políticas pragmáticas, de lenguaje directo, con raíces locales que militan en la eficacia. Whitmer, considerada una de las figuras presidenciables del futuro, ha hecho de la gestión, (carreteras, empleo, seguridad), su bandera. Spanberger, exagente de la CIA, dejó el Congreso para postularse a gobernadora con un mensaje de reconstrucción institucional. En el interior del Partido Demócrata, la revolución femenina es constante pero silenciosa. El número de mujeres electas ha crecido en cada ciclo electoral desde los años ochenta, con la excepción de 2025. La cifra de senadoras alcanzó su récord histórico, pero el número de congresistas disminuyó levemente. La paridad no está garantizada.

Aun así, los avances son innegables. En 1987, sólo había 23 mujeres en la Cámara. Hoy son más de cien, entre ambos partidos. Detrás de cada nombre hay un proceso colectivo de organizaciones, mentoras, recaudaciones, alianzas. La congresista Emilia Sykes, de Ohio, lo resume así: “No quiero ser recordada como la primera, sino como parte de una generación que cambió las reglas del juego”.

El Partido Demócrata se mira al espejo

Tras la derrota de Harris, el partido se mira al espejo. Todavía no hay consenso sobre la estrategia. Algunos creen que hay que reconquistar el centro; otros, que la única salida es profundizar la agenda progresista. Pero todos coinciden en que sin mujeres, diversas y organizadas, el Partido Demócrata no volverá a ganar el país. La meta de las cien congresistas es también una metáfora. Un número redondo que simboliza la reconstrucción de una relación rota entre las mujeres y la política.

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Simpatizantes de Kamala Harris siguen en directo el recuento electoral en la Universidad Howard
Efe

En Washington, los pasillos del Capitolio siguen dominados por hombres, pero la proporción cambia con cada elección. A veces lentamente, a veces con saltos inesperados. Melanie Stansbury lo dice de forma sencilla. “La política no es una carrera de velocidad, es una carrera de relevos. A veces te toca correr. A veces pasar la antorcha”. Esa es la nueva consigna demócrata. Menos promesa, más legado. Menos brillo, más trabajo. Las nuevas generaciones saben que las mujeres seguirán empujando la historia, aunque la historia aún no haya terminado de abrirles la puerta.