La violencia que azota Nepal desde hace días dejó este martes otra víctima: Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, murió tras quedar atrapada en su residencia cuando manifestantes la incendiaron en Katmandú. El hecho ha marcado un punto de quiebre en una crisis que ya ha dejado al menos 25 muertos y cientos de heridos.
De acuerdo con el portal local Khabar Hub, Chitrakar fue rescatada con vida y trasladada al Hospital de Quemados de Kirtipur en estado crítico, pero no sobrevivió a las graves heridas. La noticia fue confirmada también por fuentes hospitalarias citadas por EFE.
La muerte de Chitrakar refleja el grado extremo de violencia que atraviesa la capital nepalí, donde residencias de líderes políticos y sus familias se han convertido en objetivos directos de las turbas. La casa de Khanal, como las de otros ex primeros ministros, fue reducida a cenizas en un escenario que analistas locales describen como una “persecución contra la élite política”.

“Katmandú está ardiendo”
La capital es un campo de batalla. Los manifestantes prendieron fuego al Parlamento, al Tribunal Supremo, a la oficina del primer ministro y a la sede de la Presidencia. También atacaron medios de comunicación, incluido el grupo Kantipur, el más grande del país.
El parlamentario Rajendra Bajgain describió la situación a The Telegraph: “Katmandú está ardiendo. El humo se eleva en la sede del poder de la capital mientras los manifestantes prenden fuego a muchas oficinas importantes”.
Las imágenes difundidas muestran columnas de humo negro, helicópteros militares sobrevolando la ciudad y la policía antidisturbios replegándose tras ser superada por la multitud.
Protesters have set Nepal’s Prime Minister KP Sharma Oli’s house on fire. Situation had gone out of control. #Nepalprotest pic.twitter.com/BrY8D9T3XO
— Pramod Kumar Singh (@SinghPramod2784) September 9, 2025
Además de Chitrakar, la policía confirmó muertes en tiroteos en Kalimati y el Hospital Civil de Katmandú notificó el deceso de tres manifestantes más. En total, 25 personas han perdido la vida desde el inicio de las protestas, mientras que los heridos superan el medio millar.
Entre los afectados también figuran otros ex ministros en funciones. Además de ser incendiada la vivienda privada de K. P. Sharma Oli, quien dimitió horas antes de la intensificación de las protestas. Sher Bahadur Deuba, otro ex jefe de gobierno, fue agredido en su casa junto con su esposa, la ministra de Exteriores Arzu Rana Deuba, en un episodio ampliamente compartido en redes sociales.
Nepal Ex PM Sher Bahadur Deuba and his wife & Foreign Minister Arzu Rana Deuba captured and manhandled by GenZ protesters. #Nepalprotest mirrors Bangladesh now.#NepalGenZProtest #NepalProtests pic.twitter.com/QDKyiw554D
— Ganesh (@me_ganesh14) September 9, 2025
Crisis política sin freno
La chispa de esta ola de violencia fue la decisión del gobierno de bloquear más de dos docenas de plataformas digitales por no registrarse oficialmente ante las autoridades. El Ejecutivo defendió la medida como necesaria para frenar la desinformación y los fraudes en línea, pero sus críticos la consideran censura.
Carteles con consignas como “enough is enough” (“ya basta”) y “end to corruption” (“fin a la corrupción”) encabezaron las manifestaciones de jóvenes que rápidamente se tornaron en disturbios masivos.
Algunas redes como TikTok y Viber sí cumplieron con el registro y siguen activas, pero la prohibición sobre servicios muy usados en Nepal multiplicó la indignación. Muchos usuarios recurrieron a VPN para esquivar el bloqueo.

Ni la renuncia del primer ministro K. P. Sharma Oli ni la dimisión en bloque de 20 parlamentarios del Rastriya Swatantra Party (RSP) han logrado calmar la situación. Estos últimos declararon que el Parlamento “ha perdido su legitimidad” y exigieron un “gobierno civil interino” junto con una comisión judicial que investigue la represión.
El Ejército llamó a la calma y pidió “evitar más pérdidas humanas y materiales” y apostar por el diálogo. Balendra Shah, alcalde de Katmandú, también instó a los manifestantes a moderarse para impedir un derramamiento de sangre aún mayor.
En un país sumido en el humo de los incendios, la violencia aún no encuentra freno.