El Reino Unido ha anunciado la adquisición de 12 nuevos cazas F-35A Lightning II, un paso estratégico que marca un giro importante en su política de defensa. Estos avanzados aviones de combate no solo reforzarán la presencia militar del país dentro de la OTAN, sino que también devolverán a la aviación británica la capacidad de portar armamento nuclear, algo que no ocurría desde 1998.
La decisión fue confirmada por el primer ministro Keir Starmer durante la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya. Según Downing Street, se trata del mayor fortalecimiento del dispositivo nuclear británico en una generación. La adquisición de los F-35A —la versión con capacidad para transportar armas nucleares, incluida la potente bomba estadounidense B61-12— forma parte de un esfuerzo más amplio por adaptarse a un contexto geopolítico cada vez más inestable.

F-35 Lightning II: tecnología de combate de última generación
Fabricado por la empresa estadounidense Lockheed Martin, con participación destacada de la británica BAE Systems, el F-35 Lightning II es considerado uno de los cazas más avanzados del mundo. Con un coste estimado de 80 millones de libras por unidad, este avión de quinta generación combina capacidades furtivas, sensores de alta precisión, velocidad supersónica y la posibilidad de operar tanto en misiones convencionales como nucleares.
El modelo adquirido por Londres, el F-35A, se diferencia del F-35B —ya en uso por las fuerzas británicas— en su capacidad para transportar armamento nuclear y en su diseño más adaptado para operaciones tradicionales desde pistas de aterrizaje.
Los nuevos cazas tendrán su base en la RAF Marham (Norfolk) y se integrarán en el programa de aeronaves de doble capacidad nuclear de la OTAN, junto a otras naciones aliadas como Alemania, Italia o Países Bajos.
Cambio de doctrina: del mar al aire
Desde el final de la Guerra Fría, la disuasión nuclear del Reino Unido ha estado exclusivamente en manos de su flota de submarinos Trident, que patrullan de forma continua en el Atlántico. La compra de estos cazas reintroduce un segundo vector de disuasión nuclear: el aéreo.
Este nuevo enfoque responde a la necesidad de contar con una capacidad “subestratégica”, es decir, opciones de respuesta nuclear limitadas que disuadan ataques tácticos, especialmente de parte de Rusia. El movimiento también refuerza el papel del Reino Unido dentro del Grupo de Planificación Nuclear de la OTAN, en el que solo participa junto a Estados Unidos.
Compromiso con la OTAN y aumento del gasto militar
Además de la compra de los F-35A, el Gobierno británico ha reafirmado su intención de elevar su gasto en defensa hasta alcanzar el 5% del PIB antes de 2035. Starmer ha señalado que “no se puede dar por sentada la paz” y que el Reino Unido “hará lo necesario para garantizar su seguridad y la de sus aliados”.
La propuesta, impulsada por el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, busca que los países aliados reserven un 3,5% del PIB a defensa pura, y un 1,5% adicional a otras áreas relacionadas con seguridad nacional, como ciberseguridad e infraestructuras críticas. En este contexto, la compra de los F-35A se presenta no solo como un refuerzo militar, sino como una muestra del compromiso británico con los nuevos estándares de seguridad de la alianza transatlántica.
El caza que marca el futuro de la aviación militar
Con esta compra, el Reino Unido consolida su apuesta por una defensa moderna, nuclearmente flexible y totalmente integrada en la OTAN. Y lo hace en un momento crucial, en el que las tensiones globales, desde Rusia hasta Oriente Medio, reclaman una respuesta firme y preparada.