La fractura entre Donald Trump y la congresista Marjorie Taylor Greene, dos de las figuras más influyentes del populismo de derechas en Estados Unidos, ha dejado de ser un choque personal para convertirse en un conflicto político de mayor calado. Lo que durante años fue una alianza basada en la lealtad absoluta y el discurso “America First” se ha transformado en una confrontación abierta, marcada ahora por la publicación de nuevos archivos relacionados con Jeffrey Epstein y por profundas discrepancias sobre la política exterior estadounidense.
La disputa se intensificó esta semana después de que el Departamento de Justicia publicara un nuevo lote de documentos vinculados al caso Epstein. Entre ellos figuran múltiples referencias a Trump, quien ha negado reiteradamente cualquier implicación en delitos relacionados con el financiero y sostiene que rompió relaciones con él entre 2004 y 2007. La reacción de Greene fue inmediata y contundente.
“Esto es horroroso”, escribió la congresista en X.
This is horrifying. Trump called me a traitor for fighting him to release the Epstein files and standing with women who were raped, jailed in stalls, and trafficked to men.
Only evil people would hide this and protect those who participated.
I pray for these women. 🙏 https://t.co/IesV9RPvUA
— Rep. Marjorie Taylor Greene🇺🇸 (@RepMTG) December 23, 2025
“Trump me llamó traidora por luchar para que se publicaran los archivos de Epstein y por estar del lado de las mujeres que fueron violadas, encerradas en establos y traficadas para hombres”. Greene subrayó especialmente el testimonio de una víctima que relató haber sido “retenida en un establo” y juzgada por su apariencia física por Epstein y otros hombres. “Me dijo que era gorda y fea. Eso es lo que me llamaba”, recoge el testimonio.

“Solo personas malvadas ocultarían esto y protegerían a quienes participaron”, añadió Greene. “Rezo por estas mujeres”.
Estas declaraciones marcaron un punto de no retorno en su relación con Trump. Según Greene, su decisión de apoyar públicamente a las víctimas de Epstein desató una ola de amenazas contra ella y contra su hijo, en las que se repetían los mismos insultos que el presidente había empezado a utilizar contra ella en redes sociales. La congresista afirmó haber trasladado su preocupación tanto a Trump como al vicepresidente J. D. Vance, pero describió la respuesta del magnate republicano como “extremadamente descortés” y “carente de empatía”.
De aliada incondicional a enemiga pública
La ruptura no surgió de la nada. Llevaba meses gestándose y se hizo visible tras la entrevista de Greene en 60 Minutes, donde describió un clima de miedo dentro del Partido Republicano. “Creo que muchos están aterrados de salirse de la línea y recibir un mensaje desagradable en Truth Social”, afirmó. Sus palabras tocaron un nervio sensible: la disciplina interna impuesta por Trump a través de la humillación pública.
Watch my full interview on 60 Minutes.
I’m America First America Only and no one can get in the way of that. pic.twitter.com/MkXAfHvvaU
— Rep. Marjorie Taylor Greene🇺🇸 (@RepMTG) December 8, 2025
El presidente respondió con un ataque frontal en Truth Social. La calificó de “traidora”, “manzana podrida”, “idiota” y “pobremente preparada”, ridiculizó su aparición en televisión y cuestionó su lealtad al movimiento. Greene replicó con un mensaje breve pero cargado de simbolismo: “I AM AMERICA FIRST” (Soy America First), marcando distancia entre esa consigna y el lema MAGA, que definió como “la frase de Trump y sus políticas”.

En noviembre, Greene ya había anunciado que abandonaría el Congreso en enero, alegando que quería evitar “unas primarias dolorosas alentadas por el presidente”. Aquella decisión, que entonces parecía táctica, hoy se interpreta como el primer paso de un distanciamiento político más profundo.
Epstein como línea roja
El caso Epstein ha funcionado como catalizador de una ruptura que Greene presenta en términos morales. Al posicionarse del lado de las víctimas y exigir transparencia total, la congresista se situó en una línea de confrontación directa con Trump, a quien acusa implícitamente de querer cerrar el caso y proteger a figuras poderosas.

Para Trump, en cambio, el cuestionamiento público de una aliada histórica constituye un acto de traición imperdonable. Su reacción confirma un patrón recurrente: quienes rompen el silencio o desafían su narrativa pasan automáticamente a ser tratados como enemigos, independientemente de su pasado de lealtad.
La política exterior, otro frente de batalla
A la disputa por Epstein se suma un desacuerdo creciente sobre la política exterior. Greene ha criticado abiertamente lo que considera un retorno a la lógica de la intervención extranjera y el cambio de régimen, en contradicción con lo que muchos votantes apoyaron en 2024.
Here are some interesting facts about Venezuela that are easily searchable.
Venezuela is a predominantly Catholic country with very strong laws against abortion with the exception being the life of the mother. Maduro has been critical of Israel calling it a genocide in Gaza and…
— Rep. Marjorie Taylor Greene🇺🇸 (@RepMTG) December 22, 2025
“La mayoría de los estadounidenses con los que hablo no creen que esto tenga realmente que ver con drogas o con el petróleo sancionado”, dijo Greene en referencia a Venezuela. “La gente votó en 2024 contra la intervención extranjera y el cambio de régimen. Ya hemos visto demasiadas veces cómo termina eso, y nunca termina bien. La gente está harta”.
Aunque aclaró que no se trata de diferencias en cuestiones sociales, Greene utilizó este punto para subrayar la distancia entre su visión y la del presidente, especialmente en lo relativo a guerras en el extranjero y prioridades geopolíticas.
Un conflicto que trasciende lo personal
El enfrentamiento entre Trump y Greene se produce en un contexto de creciente intimidación política dentro del Partido Republicano. En varios estados, legisladores republicanos han denunciado amenazas y episodios de swatting. Aunque no existen pruebas de que Trump promueva estas acciones, su indiferencia ante las consecuencias de sus ataques verbales genera inquietud incluso entre sectores tradicionalmente alineados con él.
This goes beyond politics.
When leaders use dangerous language, it puts families at risk.
I’ve faced pipe bomb threats and death threats against my son. That should never be acceptable in America.
I pray. I forgive. But I will always stand firm that no family, Republican or… pic.twitter.com/wJQGZHs2DW
— Rep. Marjorie Taylor Greene🇺🇸 (@RepMTG) December 9, 2025
No es un fenómeno nuevo. Tras el asalto al Capitolio en 2021, Trump minimizó el peligro al que se enfrentó su entonces vicepresidente, Mike Pence, y ha mostrado reiteradamente una tolerancia alarmante hacia la violencia política cuando esta proviene de su base.
Las grietas del trumpismo
El choque entre Trump y Greene expone un dilema central del Partido Republicano. El movimiento MAGA sigue siendo hegemónico, pero está atravesado por tensiones internas entre la lealtad personal al presidente y una interpretación más doctrinal del “America First”. Greene intenta situarse en este segundo espacio, reivindicando un nacionalismo menos personalista y más ideológico.
Sin embargo, su capacidad para articular una alternativa real es incierta. Su salida del Congreso limita su plataforma institucional, y el aparato del partido sigue firmemente alineado con la Casa Blanca.
Más allá del destino político de Greene, el episodio revela hasta qué punto el Partido Republicano se ha transformado en un ecosistema donde la lealtad personal pesa más que el debate interno, la coherencia ideológica o incluso las líneas rojas morales. La ruptura entre Trump y Greene no es un hecho aislado: es el síntoma de un modelo de poder que, en su consolidación, empieza también a mostrar sus grietas.


