Sudán, abatido por la violencia sexual: “Quiero protección, no quiero que me vuelvan a violar”

En Darfur, cientos de mujeres y niñas son víctimas de violencia sexual perpetrada por fuerzas armadas; MSF alerta sobre la falta de acceso a atención médica, el temor al estigma y la urgencia de protección humanitaria

Sudán
Supervivientes de la violencia en Sudán en Chad, tras cruzar la frontera
MSF

En Darfur, región devastada por años de conflicto armado en Sudán, la violencia sexual se ha convertido en una amenaza cotidiana y sistemática para mujeres, niñas, y, en menor medida, también hombres y niños. Médicos Sin Fronteras (MSF) advierte que la verdadera magnitud de esta crisis sigue siendo difícil de cuantificar debido a los servicios limitados, el miedo al estigma y las dificultades para acceder al tratamiento médico. Sin embargo, los testimonios de sudanesas recopilados por sus equipos tanto en Darfur como en el este de Chad ofrecen un retrato espeluznante de un patrón de violencia brutal, impune y persistente.

“Quiero protección; no quiero que me vuelvan a violar”, imploró una mujer de 27 años refugiada en Tine, Chad. Relató a MSF cómo fue interceptada en la carretera por las Fuerzas de Apoyo Rápido y violada después de que los soldados encontraran un certificado de primeros auxilios en su bolsa. “Dijeron: ‘¡Quieres curar al ejército sudanés, quieres curar al enemigo!’. Luego quemaron mi certificado y me llevaron para violarme”.

Historias como la suya son desgarradoramente comunes. Según datos de MSF, entre enero de 2024 y marzo de 2025, se atendió a 659 supervivientes de violencia sexual en Darfur Sur. El 94% eran mujeres y niñas, el 86% declaró haber sido violada, y más de la mitad identificó a sus agresores como miembros del ejército, la policía u otros grupos armados.

Los recién llegados esperan registrarse ante las autoridades chadianas
MSF

“Nos golpearon y nos violaron allí mismo, en la carretera, en público”

La violencia sexual no solo ocurre en el contexto de los enfrentamientos, sino también durante desplazamientos forzados o actividades diarias. “Las atacan en sus propias casas, cuando huyen de la violencia, cuando van a por comida, a recoger leña o a trabajar en el campo. Nos dicen que se sienten atrapadas“, explica Claire San Filippo, coordinadora de emergencias de MSF.

Una mujer de 17 años relató a MSF: “Nos golpearon y nos violaron allí mismo, en la carretera, en público. Había nueve hombres de las FAR. Siete de ellos me violaron”. Otro testimonio cuenta el caso de una niña de 13 años violada por tres hombres mientras recogía leña: “La atraparon, la violaron y la abandonaron en el valle”.

La organización ha documentado un alarmante número de violaciones grupales. En Metché, al este de Chad, 11 de las 24 mujeres atendidas por MSF entre enero y marzo de 2025 fueron agredidas por múltiples perpetradores. “Estos ataques atroces y crueles, que a menudo implican a múltiples agresores, deben acabar“, subraya San Filippo.

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Un grupo de mujeres, compuesto por retornadas sursudanesas y refugiadas sudanesas, participa en una sesión sobre violencia de género en el centro de tránsito de Renk
Efe

En zonas como Murnei, Sharg Anil o Rungatas, muchas mujeres son atacadas cuando regresan a sus hogares vacíos o trabajan en el campo. “A veces los árabes vienen, entran en las casas y violan a las mujeres. También matan a algunos hombres”, explicó un hombre de 32 años a MSF. “No nos sentimos seguros, pero seguimos yendo a trabajar a los campos para poder alimentar a nuestras familias”.

“Puedes elegir: o mueres o sobrevives”

En los testimonios recogidos, muchas mujeres expresan que deben elegir entre su seguridad y su supervivencia. “Puedes elegir: o mueres o sobrevives”, contó una mujer de 26 años al describir cómo fue atacada por mujeres armadas de un clan árabe junto a milicianos. “Preguntaron a la gente: ‘¿Eres de las FAS [Fuerzas Armadas Sudanesas]?’ Si respondías o decías ‘no’ te disparaban. Había una anciana [y] un hombre de las FAR [Fuerzas de Apoyo Rápido] le preguntó por qué llevaba una bufanda del ejército. Le disparó directamente en la cabeza y la mató. Murieron más personas, no sé cuántas. La sangre nos inundaba como el agua.”

Las mujeres refugiadas sudanesas reaccionan en un punto de reunión para los autobuses preparados para su regreso voluntario de Egipto a Sudán. EFE

Las consecuencias de esta violencia van más allá del trauma físico, el daño psicológico es enorme. “No puedo dormir; veo gente muerta delante de mis ojos“, expresó una mujer de 37 años que presenció una masacre en un puesto de control. “Cuatro días después de lo ocurrido en Kabkabiya perdí la memoria, ni siquiera recordaba el nombre de mis hijos. Ahora la he recuperado”.  Los recuerdos son el gran problema de muchas víctimas: “Quise perder la memoria después de eso”, dijo la joven de 17 años tras ser violada.

“Sería una vergüenza para mi familia”

El acceso a atención médica sigue siendo deficiente. Ruth Kauffman, responsable médica de emergencias de MSF, alerta: “La atención debe adaptarse desde el principio para mitigar las numerosas y abrumadoras barreras a las que se enfrentan las supervivientes cuando buscan atención médica tras sufrir violencia sexual“.

Los obstáculos van desde el desconocimiento de los servicios disponibles, el miedo al estigma o represalias, hasta la falta de recursos para desplazarse a un centro médico. “No puedo decir nada a la comunidad porque sería una vergüenza para mi familia. Tenía demasiado miedo para ir al hospital”, confesó otra superviviente a MSF.

Sudanese refugees in Egypt return home after Sudan’s army takes control of Khartoum. EFE

A pesar de estos desafíos, MSF ha logrado avances a través de un modelo comunitario en Darfur Sur, formando a comadronas y trabajadores comunitarios para proporcionar anticonceptivos de emergencia y primeros auxilios psicológicos. Esta intervención ha incrementado el número de mujeres y adolescentes que solicitan ayuda.

“La violencia sexual no es una consecuencia natural de la guerra”

A pesar de que MSF continúa atendiendo a nuevas víctimas, la situación sigue siendo desesperante. En Tawila y El Fasher, donde recientemente se han intensificado los combates, MSF recibió a 48 supervivientes entre enero y mayo de 2025.

MSF hace un llamado urgente a las partes beligerantes para que cesen los ataques y se garantice la protección de la población civil, cumpliendo con las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario. “La violencia sexual no es una consecuencia natural o inevitable de la guerra, puede constituir un crimen de guerra, una forma de tortura y un crimen de lesa humanidad”, recuerda Claire San Filippo.