Las mujeres sirias celebran la caída del régimen

Maryam, refugiada siria en España, relata a Artículo14 la brizna de esperanza que supone la caída del régimen de Assad. Las activistas sirias coinciden: "El cambio político podría abrir un camino para que las mujeres sirias reclamen un papel más activo en la reconstrucción del país"

Una joven cristiana libanesa celebra la victoria de los rebeldes en Beirut (Líbano) EFE/EPA/WAEL HAMZEH

Maryam vive en la Cañada Real, el poblado chabolista más importante de Europa, desde hace 12 años. Su historia es la de tantas mujeres: ella, como muchas de sus compatriotas sirias, decidieron abandonar el país cuando estalló la Primavera Árabe y la posterior represión por parte de Al Asad, a pesar de tener un carácter pacífico.

Atravesó Turquía y se instaló en Bélgica, pero pronto prosiguió su camino hasta España junto a sus dos hijos: Sabbá, que ahora tiene 18 años, y Maryam, que acaba de cumplir 14. “No podíamos vivir en Siria. La revolución trajo algo de esperanza, pero la persecución posterior y el inicio de la guerra civil me dejó claro que no podría criar a mis hijos en libertad”.

A pesar de los años transcurridos, apenas habla español, y es su hija quien la traduce para Artículo14. A pesar de haber abandonado el horror, acabaron en el sector 4 de Valdemingómez, un lugar asolado por la pobreza, el narcotráfico y la drogodependencia, que lleva sin luz desde hace más de cuatro años. “Vivimos aquí con otras personas, porque nos han acogido. No era lo que esperaba pero al menos mis hijos pueden tener un futuro”.

Una nueva esperanza para las mujeres refugiadas

El régimen de Bachar el Asad, al que le llevó años de combate e intensas campañas de bombardeos recuperar el gobierno de gran parte Siria, tras la revolución en su contra de marzo de 2011 y la consiguiente guerra civil, ha caído en apenas unos días. El 8 de diciembre claudicó Damasco, pero antes lo hicieron Homs, Hama y Alepo, la ciudad más poblada del país y su capital económica antes de la guerra civil, donde conviven desde hace siglos personas de etnias y religiones diversas.

Mural del 8M en la Cañada Real de Madrid

Mural del 8M en la Cañada Real de Madrid

Desde España, Maryam mira con recelo el cambio de gobierno: no le sobra esperanza, pero aún tiene por lo que esperar. “Es pronto para saber en qué va a acabar esto. Mis familiares que están allí siguen con miedo. Ojalá en un futuro podamos volver”, la traduce su hija. La pequeña apenas recuerda nada de su país, aunque sí habla de vez en cuando con una de sus tías, hermana de su madre. “Ella dice que Siria es el mejor país del mundo. A pesar de la guerra y eso”, explica. Ella, sin embargo, no quiere regresar. “Mis amigos están aquí, voy al colegio, y tengo dos gatos y un burro que se llama Totó”.

El régimen ha ejercido formas específicas de violencia dirigidas contra las mujeres. Las fuerzas leales a Assad han sido acusadas de utilizar la violencia sexual de manera sistemática contra mujeres y niñas en centros de detención y durante incursiones militares. Esto incluye violaciones en grupo, abuso sexual y humillaciones públicas. Según Human Rights Watch y la Red Siria de Derechos Humanos, estos crímenes están diseñados para aterrorizar comunidades y castigar a las mujeres por su supuesta afiliación con la oposición.

El caso de Lama Larin Jesry

Una de las plataformas en las que las mujeres sirias han podido alzar la voz ha sido la ONU, donde activistas y supervivientes han relatado la brutalidad del régimen. Un informe de la Syrian Network for Human Rights documenta más de 11.000 casos de violencia sexual desde 2011, de los cuales más del 70% fueron perpetrados por el régimen. Además, más de 22.000 mujeres han sido asesinadas y casi 9.000 han desaparecido forzosamente bajo su control​.

Lama Larin Jesry, presidenta de NISVA

Lama Larin Jesry, presidenta de NISVA

Uno de los testimonios más conmovedores proviene de Lama Larin Jesry, presidenta de NISVA, una asociación de solidaridad con mujeres sirias. Jesry relató cómo fue arrestada en dos ocasiones, primero en 2012 durante una protesta en Alepo y más tarde en 2014, cuando solo le faltaba una clase para graduarse de la universidad. En esta última detención, pasó más de 100 días en prisión bajo tortura severa, incluyendo el confinamiento en condiciones inhumanas y el sufrimiento de maltratos físicos y psicológicos. Jesry explicó que las mujeres que sobrevivieron a abusos sexuales en las cárceles del régimen enfrentaban un estigma social al ser liberadas, lo que agravaba su trauma. A pesar de todo, se ha comprometido a abogar por las mujeres prisioneras como una forma de honrar su sacrificio.

Otro testimonio desgarrador es el de Maryam, una joven de 24 años de Homs y madre de cuatro hijos. Maryam fue detenida tras participar en manifestaciones al inicio de la guerra civil y por trabajar como voluntaria en un hospital de campaña. En prisión, sufrió torturas y humillaciones, incluyendo abusos sexuales. Su testimonio destaca la brutalidad de los métodos del régimen, así como las dificultades que enfrentan las mujeres para reconstruir sus vidas tras ser liberadas. Estas experiencias evidencian no solo la violencia estatal, sino también el peso del estigma cultural que recae sobre las supervivientes.

Por ello este domingo las mujeres sirias han expresado alivio y esperanza tras la caída del régimen de Assad. Activistas como Maria al-Abdeh, directora de Women Now for Development, consideran este momento clave para construir una Siria más democrática e inclusiva. Al-Abdeh destaca el papel crucial de las mujeres en la revolución, organizando iniciativas de sociedad civil y exigiendo reformas políticas para lograr igualdad y justicia. Líderes comunitarias en Idlib y otras zonas opositoras subrayan cómo las voces femeninas ahora se reconocen como fundamentales para dar forma al futuro del país.

Bassma Kodmani, reconocida académica y negociadora siria

Bassma Kodmani, reconocida académica y negociadora siria

Laila Kiki, directora ejecutiva de la organización The Syria Campaign, con sede en Londres, destacó que el régimen de Assad se caracterizó por “una brutalidad sin precedentes hacia las mujeres, usando el miedo y la violencia sexual como herramientas de represión.” Laila Kiki subraya que el cambio político podría abrir un camino para que las mujeres sirias reclamen un papel más activo en la reconstrucción del país, aunque advierte sobre los desafíos inherentes en esta transición​.

Por su parte, Bassma Kodmani, una reconocida académica y negociadora siria, ya había señalado anteriormente en su trabajo con la oposición que las mujeres eran víctimas de discriminación estructural y de violaciones de derechos humanos bajo el régimen de Assad. Según Kodmani, el fin del régimen permite vislumbrar un futuro donde se respeten los derechos fundamentales de todas las personas, independientemente de su género​.

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