Opinión

Defender los derechos de las mujeres poniendo condiciones a la inmigración

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Este jueves, mientras caía la tarde, yo tomaba una bebida en una cafetería de la Rambla de Cataluña. El lugar era privilegiado para observar a los locales y a los turistas que regresaban de sus paseos o de sus compras. Muchos paseaban con sus parejas, y una de ellas se me quedó grabada. Un hombre con rasgos del Medio Oriente, a finales de la veintena, llevaba de la mano a una mujer envuelta en velos blancos. Imagino que sería de su edad o más joven, pero sólo puedo especular: la chica, al velado riguroso, le añadía una mascarilla blanca que le cubría el rostro hasta los ojos. Taparse así no está bien visto, incluso está prohibido en algunos países, pero desde la pandemia las más rigurosas utilizan el barbijo para sortearlo. Reconozco que las musulmanas veladas me producen una mezcla de rechazo y de compasión. Por eso me los quedé mirando durante más tiempo del prudencial. Y, cuando ya salían de mi campo de visión, él me lanzó una mirada llena de burla y de desafío. De esas que desazonan. Me desanima pensar que esto vaya a ser corriente en Europa.

El Islam se está haciendo fuerte en países seculares y libres. Cada vez se está viendo más clara la determinación a imponerse de sus seguidores integristas. Estos días hemos conocido un informe sobre los Hermanos Musulmanes en Francia que nos advierte de hasta a qué punto llegan sus tentáculos a escuelas, clubes deportivos u ONGs. Y una de sus obsesiones más arraigadas tiene como objeto a la comunidad judía de Europa y a todos los que reconocemos al estado de Israel y su derecho de defensa. Y no es fácil plantar cara al antisemitismo ni a esa alianza suicida entre la izquierda y el Islam. ¿Quién va a ponerle el cascabel al gato?

Pues quizá sean las más valientes de nuestras políticas las que den el paso. Por ejemplo: Alice Alexandra Teodorescu Måwe es una parlamentaria sueca feminista de centro derecha que propuso en el 2024 que reconocer la patria judía debería ser un requisito previo para obtener la ciudadanía en Suecia. Y no ha sido la primera política que lo propone. La ministra del Interior de Sajonia-Anhalt, Alemania, Tamara Zieschang, miembro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), anunció en noviembre de 2023 que los solicitantes de ciudadanía en ese estado debían firmar una declaración reconociendo el derecho de Israel a existir y condenando cualquier atentado contra su existencia.

¿Fácil? Para nada. A la eurodiputada sueca no le ha salido gratis: esta misma semana ha ocupado las páginas de los periódicos porque fue atacada por una funcionaria de su mismo país, de ascendencia de Oriente Medio, que trabaja para el Partido de la Izquierda en el Parlamento Europeo. La funcionaria la siguió de forma amenazante dentro del Parlamento, le reprochó su propuesta y, cuando la eurodiputada comenzó a grabarla con su teléfono móvil, se tornó violenta y la agredió. Y esto fue confirmado por el portavoz del Parlamento Europeo. Espero que esta mujer rinda cuentas con severidad.

No, no es una exigencia excesiva que a un inmigrante se le imponga como requisito el reconocimiento del derecho de Israel a existir, especialmente en el contexto del aumento del antisemitismo en Europa. Usando un término anglosajón, un “litmus test” (prueba tornasol, en química, “prueba del algodón, coloquialmente) es el modo definitivo de probar lo que se quiere demostrar. Y, ahora, el trato a los judíos es ese “litmus test” de la inadaptación peligrosa de una inmigración de origen musulmán que en su segunda y tercera generación desarrolla un espíritu antagonista con los valores de la sociedad que acogió a sus padres. Es la prueba infalible que señala el peligro que se cierne sobre nuestros valores democráticos, sobre nuestra libertad de conciencia, orientación sexual o derechos de las mujeres. Algo así reforzaría sin duda los valores democráticos y la protección de la minoría judía, además de disuadir de afincarse en Europa a los más radicales. Y las políticas europeas, esas que no quieren mujeres encerradas y veladas, están liderando el cambio.