Opinión

El último dorsal de Iván

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Los aficionados al ciclismo tenemos apuntado en el calendario esos días importantes. El sábado que empieza el Tour, el día que empieza el Giro, las fechas de las grandes clásicas, como Flandes o Paris Roubaix, la última gran carrera del año – para mi de las más bonitas – Il Lombardía, y por supuesto el día que empieza la Vuelta ciclista a España.

Por eso este sábado era un día grande, con el arranque de la 90 edición.

Al mismo tiempo, en Langa de Duero arrancaba la segunda etapa de la Vuelta a la Ribera de Duero junior con el dorsal 284 Iván Meléndez Luque, un joven de 17 años que, por un cambio de última hora en su equipo, fue uno de los 6 corredores que el Tenerife- Cabberty presentó para competir en esa vuelta de 3 días por tierras castellanas entre los 174 corredores del pelotón.

Iván soñaba en grande, quería ser ciclista profesional como todos los chavales que compiten a esa edad. Tenían por delante una etapa con un puerto de 3ª categoría nada más salir, dos de 2ª antes del ultimo ascenso con meta final en Laguna Negra, puerto de 1ª.

Solo pudo ascender los dos primeros puertos. En el kilometro 66 de carrera un reventón en una de sus ruedas provocó una caída que implicó a cerca de una veintena de corredores en una montonera con graves consecuencias para tres de ellos, que fueron trasladados al hospital de Soria. A pesar de los esfuerzos por reanimarle, Iván falleció en la ambulancia de camino. Un desenlace fatal que deja a una familia destrozada, un equipo y unos compañeros en shock y un dolor infinito al que, desgraciadamente , la familia ciclista no es ajena.

Hace solo un mes otro joven de 19 años , el italiano Samuele Privitera fallecía tras una caída en la primera etapa del Giro della Valle d’ Aosta. Este domingo ha despertado del coma inducido tras 14 días en el hospital uno de los mayores jóvenes talentos del ciclismo italiano, Filippo Baroncini, del UAE. En esas dos semanas se le ha sometido a tres operaciones, una de ellas una cirugía maxilofacial de 11 horas de duración.

Ser ciclista es un deporte de riesgo. Conseguir llegar a ser profesional implica un enorme sacrificio del corredor o corredora, por supuesto, pero también de la familia. La mayoría de equipos junior en España no tiene capacidad económica para sufragar los desplazamientos de sus corredores cuando van a las carreras.Lo he vivido de cerca como madre de uno de esos chavales. Muchas familias sacrifican sus fines de semana para llevar a sus hijos a las carreras. Sacrificio económico y emocional. Aún recuerdo mi primera carrera junior como acompañante, con una montonera al uso, una espalda reventada por el disco de un freno y hasta un trozo de oreja de un chaval volando por los aires. Heridas por abrasión en varias piernas y visita al hospital para acompañar a uno de los caídos que estaba “sin padres en carrera”. Salir ileso de estas carreras donde los chavales aprenden a correr en pelotón, normalmente es un gran éxito.

Y a la vez, el sentimiento de empatía y ayuda entre los padres de los ciclistas que compartimos tiempo, etapas y miedo, no se me va a olvidar nunca. Es sin duda lo mejor del ciclismo, esa ayuda solidaria y esa mirada entre madres y padres que acompañan el sueño de sus hijos haciendo kilómetros, cargan bicis al coche, dan bidones en las cunetas, curan heridas, informan en el chat a los padres que no han podido ir, y se felicitan cuando sus jóvenes ciclistas llegan sanos y salvos a meta.

Y aún así se citan para la próxima por amor a sus hijos y al deporte que ellos aman.

Vaya desde aquí mi abrazo de consuelo a la familia de Iván , a su equipo, a la organización de la Vuelta a la Ribera del Duero y a toda la comunidad ciclista que hoy se estremece ante tanto dolor. No estáis solos.

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