Una de las principales preocupaciones de las madres lactantes son las llamadas crisis de lactancia. Es primordial entender que estos episodios son completamente normales, al darse reajustes naturales respecto a las necesidades cambiantes durante el desarrollo del bebé.
También es importante aprender a gestionarlas, siguiendo las indicaciones de los profesionales de la salud, para lograr mantener una buena lactancia y evitar un posible destete prematuro.
Qué son y cómo ocurren las crisis de lactancia

En primer lugar, es vital entender qué son las crisis de lactancia. Son períodos de tiempo, generalmente de corta duración (días o semanas), en los que el comportamiento del bebé cambia respecto al pecho de su madre, de forma repentina.
A diferencia de lo que muchas mujeres piensan, no indican una disminución de la leche, sino un indicio de que el bebé está experimentando un pico de crecimiento. O bien, un avance en su desarrollo neurológico. Por lo tanto, necesita más alimento.
La única forma que tiene el bebé de conseguir este aumento de la producción es aumentando la demanda y la succión.
El pecho materno funciona como la ley de la oferta y la demanda: a mayor estímulo, mayor producción. Durante una crisis, el bebé succiona con más frecuencia, e incluso con mayor intensidad. Es su manera natural de señalar a su madre que debe producir más leche, para satisfacer sus nuevas necesidades nutricionales.
Estas tienden a presentarse en edades específicas, coincidiendo con etapas de rápido desarrollo. Habitualmente, suceden sobre los 15-20 días de vida, a las 6 semanas, a los 3 meses, a los 6 meses y a los 14 meses.
Dependiendo de la edad, estos episodios pueden durar más o menos tiempo. Aunque cuanto más mayor sea el bebé, probablemente durarán más tiempo.
Estrategias de expertos para superar estos episodios

La clave para superar desafíos reside en la paciencia, la autoconfianza y en entender qué es lo que sucede. La experta en lactancia Alba Padró explica las claves para superar las crisis de lactancia, también denominadas como brotes de crecimiento.
Primeramente, se recomienda ofrecer el pecho cuando lo demanda el bebé, sin restricciones. Este no pide ser amamantado por capricho, sino por necesidad.
La succión debe producirse en un entorno tranquilo, con pocos estímulos para el bebé y una luz tenue. Esto facilita la total atención del infante en la toma de la leche materna.
Asimismo, los biberones pueden ser contraproducentes en este tipo de situaciones. Al hacer esta “succión artificial”, el bebé disminuye la succión del pecho. Lo cual, reduce la estimulación y producción mamaria, aumentando el riesgo de destete.
Finalmente, al ser una tarea tan demandante, debe asegurarse el suficiente descanso, junto con una buena alimentación e hidratación. Si además se practican sesiones de contacto piel con piel, se favorecerá aún más la eyección de leche.
Si la cosa se complica o simplemente necesitar apoyo, debes acudir a un pediatra o una matrona para que te acompañe y te dé más estrategias para conseguir superar estas crisis. Y hagas lo que hagas, nunca dudes de tu capacidad para amamantar.