La búsqueda del olor y el calor de la piel materna en un recién nacido es puro instinto. En ese encuentro único, aún con el cansancio del parto, la madre ya ha decidido si pondrá a su hijo en el pecho para que comience a succionar u optará por la alimentación con biberón. Sea cual sea su decisión, nada le restará la ternura de ese primer momento en su regazo, aunque no tarde en empezar a escuchar voces que, entre consejos y opiniones, rompan ese silencio. Al nacer, la mayoría de las madres españolas inician la lactancia, el porcentaje disminuye progresivamente conforme van pasando los días, según la OMS.
En lugar de compartir con empatía o simplemente con el silencio uno de los momentos más hermosos de la maternidad, la lactancia acaba convirtiéndose en motivo de crispación. “Sientes que si no amamantas no eres buena madre”, “Mi abuela, mi suegra, mis tías, la matrona, mi madre… todas saben cómo hacer para que el bebé agarre bien. Me hacen sentir fatal”. Son comentarios que se repiten al hablar de ello en cualquier foro o conversación.
Sentimiento de culpa
Hay tres palabras que siempre están presentes cuando se aborda la lactancia: presión, culpa y juicios. De acuerdo con el estudio No eres menos madre del Club de Malasmadres, nueve de cada diez se sienten juzgadas y en ocho de esos casos lo son por parte de personas de su entorno familiar. En consecuencia, el 74% afirma sentirse culpable por no ser “la madre perfecta”.

Aún es peor si se le ocurre consumir la información que aparece en las redes sociales. El impacto de lo que encuentra es tal, que muchas madres decididas a amamantar abandonan por los datos que encuentran, a pesar de no tener ningún fundamento científico. Como consecuencia, aunque el 98% de las futuras madres en España planea amamantar, el 40% abandona antes de seis meses. Esta denuncia que hizo Montserrat Angulo, vocal matrona del Consejo General de Enfermería (CGE), permite hacernos una idea de la presión que rodea a la madre cuando se dispone a alimentar a su recién nacido.
La crianza, igual que la maternidad, está cargada de juicios y prejuicios a los que en las últimas décadas se han sumado falsas creencias sobre la salud que deberíamos tener superadas. En el caso de las redes, Angulo alerta de que la desinformación y los bulos que circulan en internet están poniendo en riesgo la vida de muchas personas. “El consumo de información poco fiable o de fuentes no rigurosas que difunden información poco veraz o que no está basada en la evidencia científica puede poner en riesgo su salud y la del bebé”.
Uno de los errores más frecuentes es pensar que la leche materna no es alimento suficiente, algo que desmiente rotundamente el CGE: “La producción de leche en el cuerpo de la madre está constantemente adaptándose a las necesidades del bebé, según el momento del día, la estación del año o la edad del bebé. Incluso aún en determinadas circunstancias, como puede ser una enfermedad o un sobreesfuerzo”.
Hay otros bulos, como la pérdida de firmeza en los pechos por la lactancia materna, cuando realmente los factores asociados a esta pérdida es el número de embarazos, la edad materna, el índice de masa corporal, el tamaño mamario previo y el tabaquismo, pero no la lactancia en sí misma, según el CGE.
A pesar de todo, en España, la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses es de aproximadamente el 47%, según los últimos datos de la Encuesta de Salud de España 2023 (ESdE 2023). Esta prevalencia es el valor más alto de toda la serie histórica, con un incremento de ocho puntos porcentuales respecto a los datos recogidos en 2017. El resultado coincide con las estimaciones del estudio ALADINO 2023, que sitúa este indicador en el 46,9%. Ambas fuentes acercan a España a la meta del 50% establecida por la OMS.
Protección frente a la resistencia a los antibióticos
La leche materna es el mejor alimento que le podemos dar a nuestro hijo hasta los seis meses. Es completo y perfecto para ayudar a prevenir muchas enfermedades. Uno de los estudios más recientes ha sido liderado por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Demuestra que la lactancia materna exclusiva durante el primer mes de vida reduce la resistencia a los antibióticos, uno de los grandes desafíos de salud pública. Esto se debe al impacto que ejerce la lactancia sobre la composición de la microbiota intestinal infantil (conjunto de microorganismos que habitan en el intestino), y a la presencia de bifidobacterias, que desempeñan un papel clave en la protección del intestino infantil.

Otro hallazgo importante del estudio es que el crecimiento de estas bifidobacterias asociado a la lactancia materna exclusiva podría paliar efectos adversos del nacimiento por cesárea. El equipo observó que los bebés nacidos por cesárea y alimentados exclusivamente con leche materna durante el primer mes presentaban una carga de genes asociados a resistencia antimicrobiana mucho menor que aquellos que no recibieron lactancia materna, y similar a la de los nacidos por vía vaginal.
Sin embargo, existen muchas razones por las que una madre decide la fórmula adaptada. Todas igualmente válidas. “Respetar el tipo de crianza y evitar el estigma es fundamental para el futuro desarrollo infantil”, dice un informe de la Asociación Española de Pediatría. “No hay duda de que lo mejor es la lactancia materna pero para aquellas que no quieren, no pueden o les supone un trauma existen otras opciones. Se trata de que madre, padre e hijo disfruten de ese momento tan especial. La lactancia materna no es algo fácil ni sencillo. Requiere de un gran esfuerzo por parte de todos y por sus beneficios merece la pena probar, pero sin morir en el intento”. En lo que hay un consenso mayoritario es en que el vínculo entre una madre y su hijo puede ser idéntico en uno u otro modelo de alimentación.