La historia del arte le debe algo a muchas mujeres. Aunque algunas llegaran a gozar de cierto renombre, muchas han caído en el olvido de la historia. Poco a poco, se va recuperando la huella y la importancia de las pintoras españolas.
Aquellas que rompieron barreras, exploraron e incluso crearon diferentes técnicas artísticas, dejando un legado que merece un reconocimiento justo. Descubre a varias de ellas en esta selección de artistas de nuestro país, cuyas obras te fascinarán.
Las diez pintoras españolas que debes conocer sí o sí
Lluïsa Vidal (Barcelona, 1876-1918)

Lluïsa Vidal fue la única mujer de su generación que logró dedicarse profesionalmente a la pintura, abriendo incluso su propio estudio. Fue una de las figuras más importantes del modernismo catalán, también a nivel nacional. Se formó en París, y su obra se distingue por un estilo de pincelada suelta y una paleta de colores vibrante.
En su obra, se centró en la vida cotidiana, retratando con mucha sensibilidad a mujeres y niños en escenas íntimas. Abrió paso a muchas mujeres en entornos dominados por los hombres.
María Blanchard (Santander / París, 1881-1932)

Si hablamos de cubismo, hay que hablar de la maestra Blanchard. Forjó su carrera en París, como tantas otras, donde se codeó con artistas de la talla del mismísimo Pablo Picasso. Su estilo, inicialmente cubista analítico, evolucionó hacia un cubismo sintético más personal y figurativo.
Obras como La mujer con abanico (1916) o Niña con helado (1925) muestran esa síntesis, llenas de humanidad. A pesar de todo, Blanchard logró obtener un reconocimiento internacional en vida. Lo cual no era nada común para una mujer en esa época.
Elena Sorolla (Valencia / Madrid, 1895 – 1975)

Elena era hija del célebre pintor valenciano Joaquín Sorolla. Ella se decantó por la escultura y el retrato, destacando por su habilidad captando la esencia personal. Aunque su carrera fue más discreta en comparación con la de su padre, sus retratos y sus bustos escultóricos fueron fruto de un talento innato y una sólida formación.
La influencia de la luz y la atmósfera, sello de la familia Sorolla, se percibe en la delicadeza con la que trataba la piel, aunque supo dar con una identidad propia y distintiva. Su hermana mayor, María, se centró en la pintura, aunque no fue tan rompedora.
Maruja Mallo (Viveiro / Madrid, 1902 – 1995)

En esta lista de pintoras españolas, no puede faltar la vanguardista Maruja Mallo. Transgresora en su forma de ser y en su obra, pasó por toda una evolución artística a lo largo de su carrera. Desde el surrealismo poético hasta la fijación por el orden y la geometría, destaca por obras como El espantapájaros (1929).
También por sus series Marina y Terrestre, ya en el exilio, buscando los tonos oro y plata en la naturaleza. Musa de la Generación del 27, sirvió de guía para muchas mujeres en el surrealismo.
Menchu Gal (Irún / San Sebastián, 1919-2008)

Llena de energía en las pinceladas y en el uso del color, Menchu Gal se especializó en el paisaje y el bodegón. En su obra, se siente una vitalidad y alegría inconfundibles. Fue una de las primeras mujeres en recibir el Premio Nacional de Pintura, en el año 1959.
Su estilo equilibra el expresionismo con el realismo. Logró transformar la percepción del paisaje castellano y vasco, tradicionalmente sombríos, en lienzos de gran luminosidad y cromatismo. Una mujer capaz de ver lo que nadie veía.
Remedios Varo (Anglès / México, 1908-1963)

Una mística personal y surrealista envuelve la obra de Remedios Varo. El exilio la llevó a México, donde construyó un universo pictórico lleno de simbolismo, alquimia, magia y ciencia ficción. La fantasía campa a sus anchas en cuadros como La creación de las aves (1957) o Mujer saliendo del psicoanalista (1960).
Sus cuadros son ventanas a un mundo interior rico y complejo, donde los objetos cotidianos se transforman en elementos de una experiencia onírica. Esto llevó a Varo a ser aclamada como una de las artistas más influyentes del surrealismo en América Latina.
Rosario de Velasco (Madrid / Barcelona, 1904-1991)

Rosario de Velasco fue una de las artistas más relevantes en la escena madrileña durante las décadas de 1920 y 1930. Su obra figurativa, con un gran dominio técnico, toma influencias que van desde el quattrocento italiano hasta el realismo mágico.
Su cuadro La matanza de los inocentes (1936), una crítica brutal y premonitoria de la barbarie de la Guerra civil, se considera una de sus piezas más contundentes y representativas. Su trabajo combina una aparente serenidad con una profunda carga emocional y psicológica. Algo nada fácil de conseguir.
Sofía Gandarias (Guernica / Madrid, 1957-2016)

La obra de Sofía Gandarias se caracteriza por un profundo compromiso ético e intelectual. Sus series de retratos de figuras históricas y contemporáneas son un testimonio visual de la cultura y la historia. Hizo uso de su arte para denunciar la injusticia y honrar la memoria de las víctimas de los diferentes conflictos de mediados del siglo pasado.
Sus cuadros, de un realismo intenso y expresivo, abordan temas como el terrorismo, el exilio o el Holocausto. Un ejemplo de su compromiso es la serie Guernica, una profunda reflexión sobre el salvajismo y el arte como medio de protesta.
Carmen Laffón (Sevilla / Sanlúcar de Barrameda, 1934-2021)

Carmen Laffón es la figura más importante del realismo andaluz. Dedicó su vida a la pintura de paisajes, bodegones y retratos, con especial devoción por la luz de Sevilla y el río Guadalquivir. Su trabajo es una meditación sobre el lugar, el silencio y la memoria.
Obras como El río o sus series sobre el convento de Santa Clara capturan precisamente estas sensaciones. Laffón fue galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1982, consolidándola como una de las pintoras contemporáneas más respetadas de España.
Ángela Santos Torroella (Portbou / Madrid, 1911-2013)

Con tan solo 18 años, Ángeles Santos Torroella irrumpió en la escena artística con su obra Un mundo (1929), una pieza monumental que captó la atención de figuras como Ramón Gómez de la Serna. Perteneciente al movimiento de las Sinsombrero de la Generación del 27, su estilo se caracteriza por una mezcla de realismo figurativo con elementos fantasiosos y una atmósfera enigmática.
Aunque su carrera se vio truncada prematuramente por problemas de salud y por la Guerra Civil, su trabajo temprano la sitúa como una de las artistas más originales y visionarias de su época.