El lunes 13 José Luis Rodríguez Zapatero regresó de su último encuentro con Carles Puigdemont en Ginebra con malas noticias para La Moncloa. El mensaje desde hace unos meses es que no hay avances. El prófugo no está dispuesto a dar oxígeno al Gobierno en votaciones claves si el Constitucional no despeja su amnistía para regresar a España.
El papel de Zapatero como mediador está en horas bajas. Puigdemont desconfía de su interlocutor. El ex presidente ya no es el único que susurra al líder de Junts. Hay un nuevo actor en la comedia de Waterloo: Víctor de Aldama.
El empresario, investigado en la trama de hidrocarguros y presunto conseguidor del caso en el que se investiga a José Luis Ábalos y Koldo García, ha hecho llegar a Puigdemont que tiene en su poder una “bomba” para acabar con el Gobierno.
Aldama ha mantenido encuentros con varios miembros del entorno cercano a Puigdemont, según ha podido saber Artículo14, con el abogado Gonzalo Boye como cicerone. En las citas el empresario habría detallado informaciones comprometedoras para el Gobierno de Sánchez y también para Zapatero, según confirman fuentes conocedoras de las citas.
Boye y Aldama tienen en común a la fontanera del PSOE, Leire Díez, que mantuvo varias reuniones en 2024 con el abogado de Puigdemont para enfriar tensiones entre los socialistas y Junts y conocer detalles de la llamada “Operación Cataluña”, que investiga una presunta trama para policial del ministerio del Interior para desprestigiar al movimiento independentista en la etapa de Mariano Rajoy.
Los mensajes de Aldama a Boye estarían calando en el ánimo de Puigdemont respecto de su relación con Zapatero y con Moncloa. En el caso del ex presidente pesa el antecedente de Santos Cerdán quién hasta el último momento negó al líder de Junts el informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) que ha acabado llevándole a prisión.
La palabra de Zapatero ha perdido valor para Puigdemont que cada vez exige más garantías para apoyar las iniciativas del Gobierno. La orden a sus diputados es elevar la tensión y de ahí el aviso ayer de la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, desde la tribuna del Congreso: “Habría que hablar menos del cambio horario y más de la hora del cambio”, le espetó a Pedro Sánchez.
Por ahora es sólo una amenaza. En este momento Puigdemont no tiene intención de volar la legislatura, según confirman desde Junts donde cada vez hay más discrepancia entre las diferentes almas ante la perdida de influencia del partido en Cataluña por el avance imparable en las encuestas de Silvia Orriols y Alianza Catalana.
Presión para romper con Sánchez
El sector duro, encabezado por Boye, presiona a Puigdemont para que rompa con Sánchez y recupere discurso político forzando unas elecciones con una moción de censura instrumental junto al PP y Vox.
En el otro bando están las voces de la antigua Convergencia que apuestan por mantener el apoyo a Sánchez y acusan al abogado de Puigdemont de actuar por “interés propio” como venganza por no haber logrado colocar en las exigencias para la investidura de Sánchez su propia amnistía en relación al caso por presunto blanqueo de dinero para el narcotraficante Sito Miñanco.
Estos últimos piden calma al prófugo. Su plan es que el Constitucional facilite su regreso a España a cambio de sostener a Sánchez. Saben que Junts no podrá cambiar y rearmarse electoralmente hasta que Puigdemont regrese a casa. A partir de ese momento se abre una nueva etapa. ¿Será capaz Puigdemont de aguantar unos meses más? Ni él lo sabe.
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