La historia de Sandra Peña que pone de manifiesto un problema grave en las escuelas

El caso de Sandra Peña, la adolescente sevillana que se quitó la vida, ha destapado las carencias en la prevención del acoso escolar

Sandra Peña - Sociedad
Una fotografía de Sandra Peña cedida a los medios de comunicación.
Archivo

La muerte de Sandra Peña, una adolescente de 14 años de Sevilla, ha sacudido a toda España. Su caso, asociado al acoso escolar, ha reabierto un debate tan incómodo como necesario sobre la responsabilidad de los centros educativos, la falta de aplicación de los protocolos y el silencio que todavía rodea al bullying.

Lo que le ocurrió a Sandra Peña no fue un hecho aislado. Fue la consecuencia de un sistema que, pese a las normas, sigue fallando a los menores que más necesitan protección.

Más allá del dolor y la indignación, este caso obliga a reflexionar sobre cómo prevenir nuevas tragedias y cómo actuar desde casa y desde las aulas.

El caso de Sandra Peña: denuncias ignoradas y un final evitable

Sandra Peña era alumna del colegio Irlandesas Loreto de Sevilla. Según la investigación de la Fiscalía de Menores, llevaba más de un año sufriendo acoso por parte de tres compañeras. Su madre había denunciado la situación en al menos dos ocasiones ante el centro, incluso aportando informes psicológicos que advertían del deterioro emocional de su hija.

Aun así, el colegio no activó ni el protocolo de acoso escolar, ni el protocolo de prevención de conductas autolíticas, ambos obligatorios en Andalucía. El 14 de octubre de 2025, Sandra se quitó la vida al regresar a casa. La tragedia conmocionó a Sevilla y encendió todas las alarmas sobre la gestión del acoso escolar en los centros educativos.

La historia de Sandra Peña que pone de manifiesto un problema grave en las escuelas: el acoso escolar

La Fiscalía investiga ahora a las tres menores implicadas y al propio colegio por posible negligencia. La Junta de Andalucía ha advertido incluso que podría retirarse el concierto educativo al centro si se confirma que no se actuó conforme a la ley.

Un problema estructural que trasciende a un solo colegio

El caso de Sandra Peña no es un hecho aislado. Según la Fundación ANAR, uno de cada cinco estudiantes en España asegura haber sufrido algún tipo de acoso escolar. Y, aunque existen protocolos autonómicos que detallan cómo actuar ante estos casos, la aplicación práctica sigue siendo deficiente.

Los expertos apuntan que los centros muchas veces minimizan el conflicto por miedo a dañar su reputación o por falta de formación del profesorado. En el caso de Sandra, el colegio optó por medidas superficiales —como cambiarla de aula—, sin intervenir de forma integral ni ofrecer apoyo psicológico continuo. Una respuesta que no solo es insuficiente, sino que puede agravar la situación.

El impacto del acoso escolar en la salud mental

El acoso escolar no se limita a insultos o exclusiones. Tiene un impacto devastador sobre la autoestima y la salud mental del menor. En los últimos años, se han documentado numerosos casos de adolescentes que desarrollan ansiedad, depresión o conductas autolesivas tras sufrir bullying.

La historia de Sandra Peña que pone de manifiesto un problema grave en las escuelas: el acoso escolar

Las autolesiones, el aislamiento y el descenso en el rendimiento académico son señales de alerta que deben tomarse en serio. Ignorarlas puede ser fatal.

Qué deben hacer los centros educativos

La Junta de Andalucía, como otras comunidades autónomas, cuenta con un protocolo detallado de actuación frente al acoso escolar. Este establece cinco fases:

  1. Detección
  2. Comunicación
  3. Medidas urgentes
  4. Intervención
  5. Seguimiento

En teoría, el protocolo obliga al centro a actuar desde el primer indicio, incluso aunque no haya pruebas concluyentes.

Sin embargo, según el Defensor del Pueblo Andaluz, la mayoría de los centros no documentan correctamente los casos. Y, en muchos no se designa un responsable de convivencia que supervise los pasos a seguir.

Entre las medidas urgentes recomendadas se incluyen:

  • Separar de inmediato al agresor de la víctima.
  • Contactar con las familias y los servicios sociales si hay riesgo psicológico.
  • Facilitar apoyo psicológico a todos los implicados, incluida la clase.
  • Notificar el caso a la Inspección Educativa y, en casos graves, a la Fiscalía de Menores.

El cumplimiento de estos pasos no solo es un deber ético: es una obligación legal.

Qué pueden hacer los padres ante el acoso escolar

El entorno familiar también juega un papel crucial en la detección y prevención del acoso escolar. Los padres deben estar atentos a cambios en el comportamiento de sus hijos: retraimiento, insomnio, pérdida de apetito o rechazo a ir al colegio son signos que no deben subestimarse.

La historia de Sandra Peña que pone de manifiesto un problema grave en las escuelas: el acoso escolar

Si un menor revela que está sufriendo acoso, es vital:

  1. Escuchar sin juzgar y reforzar su confianza.
  2. Reunirse con el colegio y dejar constancia escrita de la denuncia.
  3. Solicitar la activación del protocolo de acoso y exigir seguimiento.
  4. Consultar con un profesional de la salud mental, especialmente si hay signos de ansiedad, depresión o ideación suicida.

También se recomienda documentar los hechos (mensajes, testigos, cambios de actitud) y, en caso de ciberacoso, guardar capturas o mensajes como pruebas.

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