Opinión

La paz de Venezuela

Maria corina
José Guédez Yepez
Actualizado: h
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María Corina Machado se convirtió en el primer venezolano en ganar el Premio Nobel de la Paz. Un merecido reconocimiento a su lucha por rescatar la democracia en una Venezuela destruida y secuestrada por un régimen despótico y totalitario.

Conviene ahora recordar la gesta que le mereció tan importante premio. Machado ganó con más del 90% de los votos unas elecciones primarias auto gestionadas por la oposición. Luego, ante su injusta inhabilitación por parte del régimen y el bloqueo arbitrario a todos sus candidatos sustitutos, asumió el reto de apoyar a Edmundo González haciendo una campaña electoral épica en su nombre, para ganar con más del setenta por ciento de los votos demostrado en las actas electorales, que además logró recaudar y que todavía se mantienen a resguardo. Son el mayor testimonio de la ilegitimidad de quien tuvo que dar otro golpe de Estado para mantenerse usurpando el poder, desatando la persecución más atroz jamás vista que todavía continúa.

Un régimen totalitario en Venezuela

El anuncio se hizo con la siguiente justificación: “por mantener la llama de la democracia encendida, en medio de la creciente oscuridad” y por “luchar por una transición de la dictadura a la democracia” en Venezuela. Con este marco queda claro que la paz es la democracia y que esta solo se logrará derrotando al régimen totalitario de Maduro, que es en lo que sigue trabajando María Corina.

María Corina Machado habla a sus simpatizantes durante una caravana.
EFE/ Henry Chirinos

En esas palabras radica la importancia de la histórica distinción. Más allá del mérito personal, se legitima algo mucho más conceptual y hasta filosófico, que apela al significado mismo de la palabra. Queda claro que luchar contra una dictadura en nombre de la democracia y la libertad es la mayor contribución a la paz, mientras que lo contrario, trabajar para que esa dictadura se mantenga estable, es la verdadera guerra, porque como dijo Platón: “El tirano vive en guerra con todos: incluso cuando parece haber paz, reina la esclavitud”.

Esto pone las cosas en su justo lugar, por fin. No por casualidad los promotores de la paz de los sepulcros están ardidos. Y es que ya basta de confundir paz con esclavitud. Nada más violento que eso. La paz no es convivir con el tirano a cambio del perdón o de privilegios, mendigando espacios de falso poder y traficando con presos políticos, que seguirán siendo rehenes mientras sus celdas vuelven a ser ocupadas por otros inocentes. La paz es luchar para acabar con la tiranía despótica que oprime al pueblo. Es la alternancia real del poder, es la separación real del poder, es la vigencia de los derechos humanos y civiles, es el cese de la persecución, es la libertad.

María Corina
La líder antichavista María Corina Machado pronuncia un discurso este jueves, en una manifestación en Caracas
EFE/ Ronald Pena R

Porque como lo advirtió Tácito, no se puede llamar paz al desierto, o Cicerón, que aclaró que sin libertad no hay paz. El propio San Agustín con su sabiduría nos dejó esta reflexión: “Hasta los malvados buscan la paz, pero la buscan según su modo: desean dominar y no ser dominados; y cuando consiguen esto, llaman paz a su esclavitud”.

Este premio Nobel a María Corina Machado resignifica la palabra paz y reivindica su lucha, que es la de todo un pueblo que tiene un cuarto de siglo ya resistiendo democráticamente la tiranía más nefasta del continente americano este siglo. Un pueblo que ella lideró en medio de unas elecciones fraudulentas, para demostrar ante el mundo que la inmensa mayoría quiere un cambio y no está dispuesta a sacrificar su libertad por la falsa paz, porque entiende que la paz es justamente la libertad. Pero como ella misma dijo, la tarea todavía no está hecha, por eso sigue luchando en clandestinidad arriesgando su vida, mientras que miles están presos y millones desterrados. El único premio que quiere y busca, es la liberación de Venezuela. Vendrá.