Opinión

Las mujeres no somos mercancía

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Esta semana han marchado por las calles de Madrid mujeres de distintas asociaciones feministas vestidas con los trajes del Cuento de la Criada para manifestar su rechazo a la mal llamada gestación subrogada, una práctica que consiste en alquilar el cuerpo de una mujer para gestar a un bebé y que muchas consideramos una forma de explotación de las mujeres y una vulneración de los derechos humanos. El desencadenante ha sido el II Congreso Internacional de Gestación Subrogada que está teniendo lugar estos días en la misma ciudad, así como la comunicación sesgada que se hace desde muchos ámbitos de esta práctica. ¿Por qué muchas mujeres y hombres rechazan la gestación por sustitución? ¿Qué aspectos no se están teniendo en cuenta en la mayoría de los relatos?

Testimonios sesgados e incompletos

“Soy un ser humano”, “Deseaba quedarme embarazada, “Hay que proteger a los niños”. La mayoría de las declaraciones se centran en la perspectiva de quien compra, utilizando argumentos exclusivamente emocionales que muestran solo lo positivo. En los relatos siempre se menciona a los menores, despertando la empatía y la ternura, pero ¿dónde están los relatos de las mujeres pobres que recurren a alquilar su cuerpo porque no tienen muchas más opciones? ¿Y los de las que pasan meses hacinadas en granjas reproductivas? ¿Y las historias de las que tienen complicaciones físicas y emocionales durante el embarazo? Quienes cuentan su experiencia siempre aseguran que en su caso todo fue idílico y que la madre gestante lo hacía por altruismo, pero la realidad es que ninguna mujer lo hace sin que exista una transacción económica. La gestación por sustitución se da en un marco general de desigualdad en el que las mujeres tienen menos recursos, y más obstáculos, que los hombres a la hora de prosperar. No existe libertad de elección cuando no hay igualdad de condiciones.

Deshumanización de mujeres y niños

Desde la propia nomenclatura que se utiliza hasta la misma práctica. Llamar “vientres de alquiler” a seres humanos completos es una forma de cosificarlos. Utilizar tecnicismos es una manera de evitar que se pueda empatizar con las mujeres, lo que facilita no tener ningún cargo de conciencia.

La práctica en sí misma ya implica trocear a un ser humano. Pensar que se puede separar el cuerpo de la mente, lo físico de lo emocional. Alquilar solo la parte que nos conviene e ignorar el resto, como si no fuesen un todo unido, resulta espeluznante. Un embarazo es un proceso brutal que transforma cuerpo y mente, en el que se desarrollan vínculos entre el feto y la madre e, incluso, hay un intercambio genético entre ellos. Todo esto parece no importar lo más mínimo a quien solo tiene en cuenta satisfacer sus deseos. Esta desconexión humana facilita la posibilidad de maltratar a las personas porque, al no empatizar con ellas, no nos hacemos cargo de su posible sufrimiento.

Consecuencias a nivel global y vulneración de derechos humanos

Hablar de gestación por sustitución debe situarse más allá de lo meramente individual. Está el deseo individual de ser padre o madre que es completamente lícito. Está el derecho de las mujeres a vivir en una sociedad igualitaria donde tengan los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Está el derecho de los niños y de las niñas a saber quiénes son sus padres biológicos. Y está el derecho de todas las mujeres a ser consideradas y tratadas como seres humanos completos. El hecho de que exista algún caso en el que la gestación por sustitución no haya conllevado el sufrimiento de las personas implicadas, no significa que ese mismo caso no esté contribuyendo a crear una demanda y un mercado de seres humanos en el que sean maltratados. Además de tener un impacto en la construcción cultural de las mujeres como objetos de consumo o como cuerpos a disposición de los deseos de otros seres humanos. No podemos cerrar los ojos a todo lo que conlleva ese proceso que va mucho más allá de la perspectiva del privilegio.

Es necesario que los medios visibilicen todas las perspectivas de la gestación por sustitución, exponiendo no solamente testimonios emocionales sino argumentos racionales que se sustenten con cifras y estadísticas. Así como exponer los riesgos y consecuencias que tiene, tanto para las madres explotadas, como para el conjunto de las mujeres.

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