Opinión

Menos luces que un barco pirata

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La incompetencia es de lo poquito que no colapsa para este Gobierno. Eso y la tétrica capacidad que tienen para desviar las responsabilidades, para escurrir el bulto, para despejar balones pinchados y abrigarse con cortinas de humo que les permitan fintar con explicaciones que nacen y mueren en un remanso de nada. Un vacío al que los voceros dotan de una cómica enjundia. Un periodista dispuesto a echar un cable a un Gobierno que nos tiene a oscuras no es un periodista, es una bombilla fundida. Un Ejecutivo que no es capaz de aclarar qué ha ocurrido a una nación que camina a tientas por los callejones de la incertidumbre, no lidera ni guía, simplemente está en el poder.

La semana pasada recordábamos en estas líneas que se cumplía el primer aniversario de la dantesca carta de Pedro Sánchez previa a sus ignominiosos cinco días de reflexión. Decíamos que qué esperar de alguien que es capaz de quitarse de en medio, después de que imputen a su mujer, y somete a todo un país a varias jornadas de desconcierto para montarse una campaña victimista que, finalmente se saldó con una ridícula performance, un bochornoso golpe de efecto que solo tenía razón de ser en la cabeza de un ególatra sin escrúpulos. Pues no ha hecho falta que pasara mucho tiempo para seguir confirmando la respuesta. ¿Qué esperar? Pues todo, podemos esperar todo, hasta que nos acabe pidiendo que le demos las gracias de poder tener acceso a la electricidad.

Sánchez compite contra su propia desvergüenza, y siempre, cuando pensamos que es imposible batir su plusmarca en descrédito, cuando creemos que no será capaz de volver a superar el listón de su cinismo, viene y se supera. La reacción del presidente del Gobierno ante el Apagón que sufrió el país durante todo el lunes pasado es de una espectral gravedad. Uno ya no sabe cómo clasificar sus tropelías en el innumerable catálogo de inéditos desbarres que lleva en su haber, pero lo de tener a todo un país en vilo durante más de catorce horas sin ofrecerles ni una sola explicación convincente sobre por qué se habían fundido los plomos de todo el territorio nacional, se puede llevar la palma perfectamente en esa competición de escándalos que cosecha el líder del PSOE.

Pero es que la cosa no queda ahí, la gravedad escala si, pasadas las horas y viendo cómo se esclarece todo, nos percatamos del siniestro ejercicio populista y chabacano que perpetró en las dos ruedas de prensa que dio el día en el que todos los ciudadanos vivíamos bajo el manto de la indefensión. El siniestro sujeto que nos gobierna en lo único que estaba pensando, mientras había gente atrapada en ascensores y vagones de tren perdidos de la mano de Dios, mientras la angustia y el desconcierto se apoderaban de los más vulnerables, era en calcular los daños de la situación. Sánchez, al igual que Juanma Moreno, que se precipitó al comprar su marco, manoseó durante horas la posibilidad de un ataque de un agente extranjero cuando, desde el principio, los expertos apuntaban a un fallo de Red Eléctrica Española.

Una Red Eléctrica Española dirigida por Beatriz Corredor, gerifalte socialista que ha ostentado numerosos cargos de responsabilidad en el partido y en los gobiernos socialistas, que fue colocada a dedo para dirigir una institución para la que claramente no estaba cualificada. Esta señora es la misma que justo ayer, ni corta ni perezosa, salía a decirnos sin sonrojarse, al más puro estilo Luis Rubiales, que no iba a dimitir, que en su casa todo se había hecho de fábula, y que ‘somos’ los mejores de Europa, bueno y qué. Y punto. Poco importa que el mismísimo nueve de abril la misma compañía que ella dirige publicara un tuit asegurando que lo que ha ocurrido esta semana no se contemplaba, poco más que era fruto de las desquiciadas conspiraciones de una ultraderecha (engrosada por todo aquel que no les baile el agua) desquiciado y entregada a los bulos. No tiene tampoco ningún interés que infinidad de expertos en la materia vinieran advirtiendo que el cambio de modelo y la paulatina desconexión de las centrales nucleares fueran a desembocar en este episodio semi apocalíptico.

Uno escucha a Corredor y escucha a Pedro Sánchez y cae en la cuenta de que de verdad piensan en esta sociedad como una masa infantilizada, llena de analfabetos que se chupan el dedo y que van a caer embobados en el enésimo juego de trileros que nos proponen para que la depuración de responsabilidades se vuelva a perder por el desagüe de nuestra amnesia. Ahora la historia es que vamos a ir a investigar a las compañías privadas. Eso es lo que nos cuenta el presidente, que ya ha activado esa tramposa y burda narrativa de los ricos y los pobres para tratar de enmarañar unos hechos que los dejan como unos verdaderos incompetentes, unos irresponsables que se han dedicado a hacer ideología con la energía sin importarles ni un ápice las consecuencias, que han reclutado, en su habitual modus operandi, a amigotes en vez de a personal técnico que sea capaz no sólo de revertir situaciones críticas, sino de preverlas.

Porque ahí está una de las principales cuestiones de la trampa que nos proponen. Nos quieren vender como un logro que por la noche pudiéramos tener luz, apoyándose en ese pretexto de que todo se fue al garete en quince segundos. Pero es que la cuestión es por qué todo se fue al garete en quince segundos, qué se podría haber hecho para que esto no ocurriera. El propio Jordi Sevilla, antiguo director con el PSOE de Red Eléctrica y que decidió marcharse por discrepancias con el rumbo que estaba cogiendo el Gobierno en la materia, hoy sale a reafirmarse en que tomó buena decisión al dimitir. Que se veía venir.

Mientras todo esto ocurre, y esta aparente negligencia sigue engrosando la lista de escándalos de un gobierno completamente noqueado, roto y aferrado al descontrol, continúan floreciendo los cardos de la corrupción alrededor de La Moncloa. El mismo día del apagón, antes de que todo se fundiese a negro, la noticia era que el Juez había decidido procesar al hermano de Pedro Sánchez. Ayer, mientras Beatriz Corredor echaba balones fuera y Telefónica apuntaba directamente a Red Eléctrica Española como el causante de la catástrofe, conocíamos que el Supremo pedía al ministerio de Transporte que le justificara dietas por medio millón de euros a José Luis Ábalos.

Sánchez está naufragando en el fango de su resistencia, cada vez le es más complicado achicar aguas. Ahora está aferrado a ese mantra de que el Gobierno solo tiene el 20% de la compañía, intentando escapar de este embrollo que dejó a todo el país a oscuras, pero ya no le llegan los tentáculos para tapar todos los pinchazos de la nave de esta legislatura de la zozobra. Si de verdad cree que lo que pasó el lunes no va a influir en los próximos comicios está muy equivocado, si de verdad piensa que la gente va a olvidar el 28 de abril y se va a tragar un espectáculo de versiones contradictorias que permitan que no tenga que dimitir nadie, es que tiene menos luces que un barco pirata.

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