Hay gente que se pregunta por qué las personas de bajos ingresos pueden votar a la derecha más rigurosa. Pero la realidad es que los votantes de bajos ingresos, que antes formaban el núcleo de las coaliciones de izquierda, han optado gradualmente por apoyar cada vez más a las llamadas de “ultra derecha”. A estos partidos a menudo se les llama “populistas”, aunque muchos de izquierdas no tengan nada que envidiarles en este sentido. Como ejemplos muy representativos tenemos a los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y, en España, aunque la izquierda tradicional (PSOE, Sumar, Podemos) sigue teniendo un peso importante en áreas urbanas y entre trabajadores sindicalizados, Vox, Se Acabó la Fiesta o Aliança Catalana han captado parte del voto trabajador con su discurso antiinmigración y, en los dos primeros, de defensa de la “España tradicional”. Esto refleja un cambio en las prioridades del voto obrero, donde temas como la identidad nacional y la seguridad han ganado peso frente a las demandas tradicionales, además de su rechazo de políticas progres como la “ideología de género” o la ley Trans.
A medida que los partidos de izquierda han atraído a votantes urbanos con un alto nivel educativo, más preocupados por causas woke que por cuestiones como la globalización y la inmigración, la base tradicional de la clase trabajadora ha perdido influencia y reconocimiento. Lionel Page, un economista del comportamiento (un campo que combina conocimientos de la psicología evolutiva y la economía), le llama a ese fenómeno “gentrificación” de la izquierda. En este contexto, los partidos de derecha han encontrado oportunidades para ofrecer narrativas que restablezcan el reconocimiento simbólico y respondan al descontento económico y cultural de estos votantes.
Se dice que al carismático socialdemócrata elegido como candidato a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, traerá un giro a la izquierda en esta ciudad. Mamdani es un musulmán practicante que se nacionalizó estadounidense en 2011 y no tiene experiencia ejecutiva alguna. El ascenso de Mamdani fue impulsado por votantes más jóvenes e izquierdistas, que apoyan su propuesta de congelar los alquileres en toda la ciudad, la gratuidad del transporte público o la gestión de los supermercados municipales. Ese programa ya lo hemos visto anteriormente. Es propio de un político que pone su ideología por delante de los hechos demostrados. La congelación y el control de alquileres sofocan la oferta de viviendas, desincentiviza a los propietarios en el mantenimiento de las fincas y consolida a los titulares mientras excluye a los recién llegados. Esta es una de las razones por las que, irónicamente, las ciudades con políticas de control de alquileres tienen los niveles más bajos de vivienda asequible, una política que perjudica especialmente a las familias de la clase trabajadora. También el plan de Mamdani para eliminar las tarifas del transporte público agravaría el déficit multimillonario de la Autoridad Metropolitana del Transporte y comprometería la calidad del servicio en un sistema que ya opera al límite. Las ciudades que han experimentado o implementado una política de gratuidad se han visto desbordadas por la presencia de pasajeros problemáticos. Esto también dificultaría la vida de los neoyorquinos de bajos ingresos que dependen del transporte público a diario. Y su propuesta de supermercados administrados por la ciudad ignora el intento fallido de Chicago, donde la mala supervisión provocó alimentos en mal estado, falta de inventario y pérdidas insostenibles.

Quienes se pasman de que los trabajadores no den su voto a la izquierda suponen que no son capaces de valorar experiencias a largo plazo. Los últimos resultados muestran que Mamdani no logra obtener el apoyo de las mismas personas a las que dice defender. Los votantes de la clase trabajadora saben que, con sus promesas poco realistas, Mamdani suena como el progre de siempre. El tipo de socialista elitista que se siente bien prometiendo maravillas sin tener que sufrir las consecuencias del fracaso que luego llega. Las clases trabajadoras son tan buenas como las demás identificando sus intereses a lo largo del tiempo. Se puede engañar repetidamente a una persona idealista o a muchas personas desprevenidas a la vez, pero es difícil engañar a muchas personas repetidamente. Vamos a ver qué pasa con Mamdani.