Estrategia

Feijóo asume el encargo de robar votos a Vox y al PSOE para alcanzar los 10 millones

Alma Ezcurra hace autocrítica en su presentación: “Nos hemos olvidado de quienes somos, a dónde vamos y de dónde venimos”. Génova también se pone como reto hacerse con votante socialista descontento

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo
Javier Cuadrado

Alberto Núñez Feijóo cerrará este domingo el congreso de la “paz orgánica”, con todo el partido plegado a su estrategia y en un estado de euforia colectiva por los escándalos que acosan a Pedro Sánchez. “Está KO”, resumían en el entorno del líder popular. Algunos hacían cábalas sobre cuánto podrá aguantar el presidente. “No dura hasta octubre”, apostaba un alto cargo. “Si no conseguimos el cambio, hemos fracaso”, reconoció el propio Feijóo, antes de ser proclamado formalmente nuevo presidente del PP con el 99,24% de los votos.

En medio de ese ambiente de exaltación generalizada, con todo el partido proclamando el fin político de Sánchez, Feijóo logró pasar de puntillas sobre su política de pactos, sin duda una de las cuestiones más delicadas de puertas para adentro, y que genera más discrepancias internas. La relación con Vox o con Junts como ese permanente elefante en la habitación.

El objetivo, en todo caso, es afrontar ese debate con el mayor número de votos. Y en esa línea han ido los mensajes públicos. Los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy, además de varios líderes autonómicos, han querido dejar claro a Génova que deben centrarse en captar al votante de Vox para aumentar su base electoral de cara a las próximas elecciones generales. Y Feijóo ha entendido el mensaje, y está dispuesto a ejecutarlo.

Ha sido la nueva vicesecretaria de Coordinación Sectorial, Alma Ezcurra, la encargada de dar forma a la nueva estrategia que seguirá el PP para conseguir ilusionar a los votantes de Vox. Y esa hoja de ruta pasa por recuperar “la esencia” de la formación. El diagnóstico de la ideóloga política pasa por recuperar a quienes han dejado las siglas populares por dejar de sentirse identificados.

Y es que, a juicio de Ezcurra, el PP ha dejado un “vacío” que acaban llenando otros. “Tengo la sensación de que nos hemos olvidado de quienes somos, a dónde vamos o de donde venimos. Donde hay olvido, queda un vacío y el vacío entre lo que decimos y lo pensamos acaban llenándolo otros”, reflexionó.

De fondo, el propio Feijóo ha querido mandar un mensaje claro a Vox con el diseño de su propio comité de dirección. Que no es su adversario, sino Sánchez, y ambos pueden colaborar para conseguir echar al PSOE del Gobierno, pero también que no se dejará “robar” votos. Ambos mensajes son compatibles porque el PP aspira a gobernar en solitario con la abstención de Vox, y para eso el diálogo con los de Santiago Abascal es necesario.

Y ahí, el nuevo secretario general, Miguel Tellado, “habla lenguaje Vox”, según fuentes de la dirección. Por lo que en el PP creen que a partir de ahora las relaciones con los de Abascal pueden volver a encauzarse tras meses de combate. Prueba de ello es que hace pocos días, Feijóo y Abascal tuvieron una reunión privada para testar su relación. A la vez, el perfil más duro de Ester Muñoz como portavoz en el Congreso, es otro mensaje en sí mismo porque puede ejercer de contrapeso a Vox para así convencer al votante indeciso.

Al centro y a al derecha

El propio Feijóo también quiso en su discurso como candidato dejar claro que había recibido el mensaje de su partido, de agrandar el partido por la derecha pero también por el centro, recogiendo votantes socialistas descontentos. Es por eso que, como en otras ocasiones, habló de la “centralidad” a la que quiere dirigir a su partido para ganar. Y ahí, lanzó un guiño al expresidente Aznar. “Me afilié al PP cuando escuché al presidente Aznar decir que el PP es un partido de centro y reformista y la casa común del liberalismo y del conservadurismo”.

En Génova, precisamente han diagnosticado la necesidad de crecer tanto a izquierda como a derecha, y es por eso que ha ordenado ya a los estrategas “seducir” en ambas direcciones. Ya estarían en ese camino, dicen los fontaneros populares, al haber conseguido 20 escaños -según las encuestas- desde las elecciones generales de 2023. Diez millones de votos es el objetivo del PP. Los mensajes pasan por dejar claro que la única papeleta que sirve para “echar a Sánchez” es elegir la popular.

No obstante, en la ponencia política, el partido ha dejado la puerta abierta a negociar una futura investidura de Feijóo con Abascal, al oponerse a los “cordones arbitrarios” del socialismo para “bloquear la formación de mayorías alternativas”. Pero el partido ha evitado quemarse las manos y definir una política de pactos concreta. Además, explican en el partido, la relación dependerá “de lo que quiera Vox”.

El presidente del PP, en su discurso ante el plenario
Javier Cuadrado

Nadie, eso sí, ha puesto el foco en ambos asuntos porque el partido tiene claro – desde Génova a los territorios- que no hay que desviar la atención del Gobierno. Los únicos atisbos de “rebelión” quedaron en una anécdota después de que el PP evitara el choque con el líder del PP catalán, Alejandro Fernández, por los pactos con Junts. El líder regional quería vetar cualquier política de pactos con el partido independentista y Génova endurece las condiciones para cualquier pacto, anteponiendo la “defensa del Estado, la Nación y el orden constitucional” como objetivos irrenunciables. De facto, el PP de Feijóo no da ningún portazo a Junts en el futuro.

Pero el mismo día que el PP incorpora esta precisión en su ponencia política, el alcalde de Barcelona, Xavier García Albiol, defendió dialogar con Junts para presentar una moción de censura contra Sánchez. “ Yo sería partidario de negociar una moción de censura con el compromiso de que sirva de manera inmediata para convocar elecciones”. Una petición que Génova se encargó de desinflar después, recordando desde la dirección nacional que siguen sin tener los números. “Tenemos ganas, razones, pero no los números”, repiten. En este sentido, Feijóo también trasladó un mensaje. La única línea roja “no vender España” y “no negociar la unidad de España”.