Desde el pasado invierno , más de 400 personas duermen y viven cada día en el aeropuerto de Barajas. Es una especie de albergue para indigentes en el que conviven perfiles muy diferentes, muy dispares, que incluyen a hombres y mujeres incluso que trabajan pero con unas condiciones tan precarias que poder pagar una habitación es una pesadilla para ellos. El pasado marzo después de las quejas de las aerolíneas los responsables de Aena decidieron trasladar a estas personas sin hogar y recalco lo de personas, a una planta más abajo en la que actualmente solo hay oficinas que están deshabilitadas, no en uso. Se decidió arrinconarlas a un espacio lejos del control y de las miradas de los turistas. De vergüenza. La instantánea que yo no recuerdo haberla visto en el aeropuerto, es más propia de otros lugares del planeta.
Recientemente empleados del aeródromo han alertado de la presencia de chinches. Empleados del aeropuerto han filtrado a los medios de comunicación fotografías de picaduras que han sufrido trabajando en las instalaciones. A los problemas de salubridad que surgen porque hay cientos de personas viviendo en condiciones infrahumanas se le suman además los problemas de seguridad. Los limpiadores de Barajas confiesan que tienen miedo ante los capítulos y altercados de inseguridad que están viviendo por parte de los sin techo. Esta semana en La Mirada Crítica hemos hablado con algunos de ellos y aseguran que están intentando evitar ciertos turnos como el nocturno y algunas zonas del aeropuerto por diferentes sucesos que han acontecido en los últimos meses. Barajas se ha convertido en una “ciudad sin ley” donde cientos de personas buscan refugio cada día e intentan sobrevivir en un escenario donde no hay amigos. Es terrible.
La gestión de la crisis ha derivado en un cruce de reproches entre administraciones que lo único que ha hecho es acrecentar el hartazgo del personal del aeropuerto . El Gobierno central insiste en que la atención directa de las personas sin hogar es competencia de la Comunidad de Madrid y de los ayuntamientos, mientras que desde la capital insisten que este asunto es competencia estatal y que los afectados son solicitantes de asilo cuya competencia recae sobre el gobierno central. Es decir las autoridades apeladas (Aena, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid o la Delegación del Gobierno) se culpan entre si sin llegar a ninguna solución a pesar de compartir desde hace ya semanas un grupo de trabajo. Al final y de momento ha tenido que ser Cáritas la que se ha lanzado a elaborar un censo que es parcial porque de las 412 personas a las que se acercaron los voluntarios solo accedieron a responder 137. El cuestionario incluía circunstancias individuales de los afectados, su procedencia, donde están empadronados y como conclusión a quien corresponde la competencia de atenderles. Más del 50% de los encuestados lleva más de medio año durmiendo en el aeropuerto y casi el 38% sale de allí para trabajar. El resultado es una suma de sin hogar, problemas de salud física y mental, discapacidad evidente, inmigración o precariedad. Otro de los datos señala que más de la mitad están empadronados en la capital aunque se hayan quedado fuera del radar de los servicios sociales municipales.

Creo que no todas las administraciones son responsables en el mismo grado pero la diversidad de los casos conocidos obliga a todos los poderes públicos a actuar ya. Esto fue lo que paso con el acuerdo a cuatro bandas alcanzado este abril entre los ayuntamientos de Barcelona y el Prat, Aena y la Generalitat de Cataluña para aplicar un plan de actuación permanente en el aeropuerto barcelonés, donde el pasado enero pernoctaban 112 personas y ahora lo hace medio centenar. Lo cierto es que gracias a ese plan coordinado entre todas las autoridades implicadas se elaboró un censo, se identificaron las patologías y se definió el perfil de los afectados. Es urgente por tanto que las administraciones dejen a un lado y de una vez la guerra política y resuelvan cuanto antes la situación de quienes se ven obligados a vivir en sus instalaciones. Ojala la reunión que mantuvieron ayer Aena y el Ayuntamiento de sus frutos con medidas eficaces porque los ciudadanos nos sentiríamos menos desamparados.

Desde el pasado miércoles Aena está controlando el acceso nocturno a Barajas con seguridad privada de 21:00 a 05:00h. Solo están pudiendo circular por las terminales los viajeros, sus acompañantes y los trabajadores. No hay todavía datos para poder cuantificar si el problema se ha reducido pero policías y vigilantes dudan de que sea realmente efectivo impedir el paso a las instalaciones. Eso además de que esta medida no responde a una orden policial sino a una instrucción interna de Aena que está dirigida exclusivamente a la seguridad privada. Por eso queda en el aire también si estos vigilantes van a poder hacer un registro de las personas a las que se les está impidiendo el acceso porque es una práctica sin respaldo legal y que plantea serias dudas de protección de datos y de legalidad. Son muchos frentes los que se tienen que lidiar y cerrar pero es importante gestionar de forma eficiente el espacio público pero sobre todo por esas 412 personas, por una cuestión humanitaria.