Alla donde va, la Reina Sofía encuentra una leve reverencia, un sonoro aplauso, un gesto de cariño, un ramo de flores… El Toisón de Oro que hoy le impone su hijo, el Rey Felipe VI, es un compendio de gratitudes, un modo de inclinarse en nombre de España para reconocerle cinco décadas de dedicación y entrega al servicio del país y de la Corona como reina consorte.
Este Toisón de Oro lleva inscrita una biografía emocional e institucional sin la cual habría sido complicado mantener la estabilidad monárquica. La pieza, de oro macizo, podría narrar por sí misma la historia de España en estos 50 años con su figura como ejemplo de cohesión y continuidad.

“Como rey y como hijo, Felipe VI le ofrece el máximo honor de la Corona. Es un homenaje a una trayectoria intachable, a una vida de lealtad institucional y a su contribución histórica. Con su profundo sentido del deber, la Reina Sofía ha conseguido estabilidad y futuro para la monarquía, uno de los principales pilares sobre los que se apoya el país. Se convierte en la quinta mujer en la historia en recibir esta prestigiosa condecoración y la primera reina consorte española. Es un reconocimiento muy bien merecido”, explica a Artículo 14, el escritor Rodolfo Vera Calderón, autor de varias biografías reales y uno de los mayores conocedores de las monarquías.
Un gesto de respeto muy meditado
“Ha sido y es una magnífica reina -continúa-. Ha reinado con el oficio propio de quien nació hija y nieta de reyes y entregó su vida para convertirse en esposa, madre y abuela de reyes. Aunque ella no necesita este tipo de distinciones, me parece importante el reconocimiento formal y público. Además de ser un gesto de respeto familiar muy meditado, tiene un hondo significado dinástico”.

El Toisón de Oro fue adaptado desde sus orígenes borgoñones a la Corona española y ha servido históricamente para legitimar el poder monárquico. “Felipe VI refuerza el lazo institucional y familiar dentro de la Corona en un momento delicado como este. Consolida su autoridad como hijo y como rey soberano y, además, legitima la contribución de Doña Sofía enviando un mensaje de cohesión, respeto por la historia y continuidad”, expresa Vera Calderón.
Desde que en enero de 2025 se anunciara la concesión del Toisón de Oro a la madre del Rey, no han faltado quienes interpretan la distinción como un gesto de reparación. En realidad, va más allá. “Se trata de una forma de gratitud con una dimensión extraordinaria. Se convierte así en el tributo íntimo de un hijo a su madre. Una reverencia a su temple legendario y a una lealtad que trasciende cualquier circunstancia”.

Qué significado tiene el Toisón de Oro
“Queriendo dar testimonio de mi real aprecio a Su Majestad la Reina Doña Sofía y reconocer públicamente su dedicación y entrega al servicio de España y de la Corona, oído el Consejo de ministros, vengo en conceder a mi madre, Su Majestad la Reina Doña Sofía, el Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro”. Con estas palabras anunció Felipe VI que le había concedido esta noble distinción a principios de año. Se trata de una de las piezas más antiguas, exclusivas y simbólicas de toda la cultura política europea.
La pieza central es un carnero en posición pasiva, colgado por el lomo. La figura, tridimensional, está trabajada con la lana en relieve. El animal simboliza la pureza, el sacrificio y, según la tradición borgoñona, alude también al vellocino del mito de Jasón. Su acabado, de oro macizo, combina zonas pulidas y otras ligeramente texturizadas para realzar los detalles del vellocino. Sobre la parte superior del carnero aparece el emblema del pedernal golpeado por la “piedra de fuego” borgoñona, de la que brota una llama esmaltada. Este detalle representa la perseverancia y la nobleza de espíritu.
Tradicionalmente, el Toisón va acompañado de una cadena de oro formada por una sucesión de eslabones decorativos alternando el eslabón recto con el eslabón de pedernal y chispa. En algunos actos va colgado de una cinta roja oscura, llamada cinta carmesí borgoñona.
Actualmente solo hay 18 personas en todo el mundo con un Toisón de Oro. Doña Sofía es la primera reina consorte que ingresa en esta antigua orden de caballería ligada a la dinastía de los Habsburgo y a las Coronas de Austria y España. Fue creada por Felipe III “el Bueno”, duque de Borgoña, alrededor de 1430 para celebrar su boda con Isabel de Portugal, su tercera esposa. Instauró como símbolo el carnero de oro. Realmente, la orden se creó con el fin de garantizar lealtades y consolidar su autoridad sobre una nobleza poderosa y poco dócil.
Uno de los linajes caballerescos más selectos del mundo
No es solo un símbolo de estatus, sino también de un compromiso con la ética caballeresca: honor, valentía y devoción religiosa, principios que acepta quien lo recoge en la solemne ceremonia de entrega para convertirse en miembro de la Insigne Orden del Toisón de Oro, uno de los linajes caballerescos más selectos del mundo.
El Rey Felipe ha elegido una fecha significativa: el 50 aniversario de la recuperación de la Monarquía, tras la muerte de Francisco Franco y la proclamación como Rey de Juan Carlos I, el 22 de noviembre de 1975. La Reina compartirá honores con Felipe González, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que también recibirán el valioso collar.

Durante siglos, la orden fue exclusivamente masculina. Recientemente, ha habido algunas excepciones: la Reina Isabel II del Reino Unido, Beatriz de los Países Bajos y Margarita II de Dinamarca. En 2018, la Princesa Leonor se convirtió en una de las mujeres más jóvenes en ser nombrada caballera. Su padre lo recibió en 1981, a los 13 años, cuando todavía era Príncipe de Asturias, por su condición de heredero. Como monarca ostenta la dignidad de Gran Maestre y ha destacado por su defensa de los valores democráticos y de la Corona.
Quien lo recibe lo hace de por vida, pero sus herederos deben devolverlo a la Casa Real tras su muerte y esta lo asigna al siguiente miembro elegido. A lo largo de sus casi seis siglos de existencia, el Toisón de Oro ha sido testigo privilegiado de guerras, alianzas dinásticas, conquistas y tormentas sucesorias.
En pleno siglo XXI continúa actuando como emblema de continuidad histórica y compromiso político. Hoy, además, se erige en un homenaje que consagra el legado de la Reina Sofía, un honor destinado a subrayar el poder mismo de la Monarquía.


