Al Gobierno de Pedro Sánchez le cuesta recordar una semana más o menos fácil. Las revelaciones periodísticas sobre el número tres del partido, Santos Cerdán, y la imputación del hermano del presidente, David Sánchez, han copado estos días buena parte de la agenda. Pese a los considerables esfuerzos de Moncloa por evitarlo.
El jefe del Ejecutivo emprendió este fin de semana un nuevo viaje internacional a Turquía, para abordar con su presidente, Recep Tayyip Erdoğan, la situación de Gaza ante los ataques de Israel. El martes, el PSOE había decidido unirse a Sumar y a Podemos para avalar la tramitación de una proposición de ley (PL) para imponer un embargo de armas a Israel, un ansiado objetivo para sus aliados más a la izquierda.
El jueves se reunió con familiares de víctimas de la dana que asoló la Comunidad Valenciana el 28 de octubre. Y su partido registró una ley que recoge nuevos incentivos fiscales para intentar paliar la crisis de la vivienda. Un veterano dirigente socialista reconoce que Sánchez ha dado orden de avanzar por varios frentes, con la cuestión palestina como eje prioritario estos días. Y apenas ha logrado recuperar espacio o desplazar los focos hasta donde le interesa.
Ante las polémicas o los escándalos, desde La Moncloa y desde Ferraz aluden con frecuencia a una ofensiva política, económica y mediática contra el presidente y sus familiares. En lo básico, esto es, en el planteamiento sobre el “acoso” que sufren Sánchez y su Gobierno, los socios más de izquierdas no plantean objeción alguna. De hecho, elevan el listón.
“Tienen muy claro que es una operación de acoso”, asegura un dirigente de Sumar, que no ve gestos de preocupación o de duda entre sus socios de Gobierno. “Van a saco y sin frenos” a por él, sintetizan desde ERC. Hace un par de semanas, su portavoz, Gabriel Rufián, avisó a Sánchez de que está siendo víctima de un “golpe de Estado blando”. En Bildu defienden casi idéntico diagnóstico, como hacen también en el BNG.
Incluso en Junts per Catalunya han arrimado el ascua a su sardina, ya desde hace meses, para comparar la imputación del hermano del presidente con el modus operandi que atribuyen al PSOE en lo que respecta a la causa independentista.
De este marco se sale, de vez en cuando, el PNV, que ha pedido al Ejecutivo “transparencia” ante algunas de las revelaciones del caso Koldo. O que el pasado año advirtió que, éticamente, “algunas cosas no toca hacer”, en referencia a la causa contra Begoña Gómez, esposa del presidente. Para el partido de Aitor Esteban, no había indicios delictivos en esta causa.
La siguiente excepción es Podemos, que ha criticado al PSOE en varias ocasiones por algunos casos concretos. Fundamentalmente, por la trama del ex asesor de José Luis Ábalos durante su etapa como ministro de Transportes. Ellos sí distinguen entre casos. De hecho, el jueves, fuentes de la formación morada consideraron “preocupantes” los “indicios de irregularidad” en la contratación del hermano del presidente del Gobierno.
Además, ante la publicación de los mensajes de Whatsapp entre Sánchez y Ábalos, en las últimas semanas, reprocharon al PSOE que no haya hecho lo posible por “limpiar las cloacas policiales”, y que sólo haya optado por actuar “cuando esto les afecta a ellos”.
Fuera de las pullas y de los ajustes de cuentas habituales, sólo el partido morado, que cada cierto tiempo alerta de que Sánchez puede estar preparando un adelanto electoral, ninguno de los aliados dice contemplar esta jugada.
Por mucho que sufra el Gobierno, hasta el momento, todos mantienen que la legislatura acabará exactamente cuando quiera el presidente. Salvo nuevos giros de guion, se da por hecho que no será antes de 2027. De entre los múltiples focos abiertos, no pueden concebir que, a corto o a medio plazo, uno de ellos acabe tumbándole.
El pulso por la vivienda y las advertencias sobre defensa
Esto no quita para que haya diferencias políticas de peso, que han vuelto a aflorar estos días. Las más relevantes tienen que ver con la vivienda, hasta el punto de que la ministra del ramo, Isabel Rodríguez, ha vuelto a exasperar a Sumar y a Podemos.
La proposición de ley registrada el jueves por el grupo parlamentario del PSOE en el Congreso les hizo preguntarse por qué no se ha optado por actuar directamente desde el ministerio de Rodríguez. Ella lo ha justificado aludiendo a que la proposición de ley, que hoy no cuenta con apoyos, requiere de menos tiempo para su tramitación.
Además, los de Yolanda Díaz e Ione Belarra han rechazado los “regalos fiscales” para que los propietarios alquilen, incluidos en una norma que básicamente vehicula promesas de hace meses. Sumar y Podemos sí reclaman cuestiones como incrementar hasta el 21% el IVA a los pisos turísticos, o aumentar la fiscalidad de las viviendas vacías. La vivienda es una bandera en disputa por ambos socios, pero entre los aliados de izquierdas prácticamente enmiendan la plana a las políticas o a los tiempos de la ministra.
En las filas de Podemos no se entienden tampoco las maniobras del PSOE en lo que afecta a la ILP para regularizar la situación administrativa de 400.000 personas migrantes, que estos días amagan con recuperar. Y menos aún concibe que el Ejecutivo acepte nuevos incrementos del gasto en defensa por exigencia de la OTAN, tras disparar en 10.471 millones la inversión en estas partidas hace poco más de un mes.
Otro bloqueo tiene que ver con la delegación de competencias en materia de inmigración a la Generalitat de Cataluña, por exigencia de Junts. Podemos se niega a avalar esta norma y la condena, de facto, a permanecer en el limbo.
Hay muchas tensiones por encauzar en distintas parcelas, como se vio con la ofensiva de los socios contra el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, el miércoles. Marlaska recibió todos los golpes por haber impulsado un contrato en balas por valor de 6,6 millones de euros con una empresa israelí, que el Ejecutivo había prometido derogar.
Sánchez cuenta con que Marlaska siga siendo un pararrayos ante sus aliados, y con recibir algunos golpes más. Y ellos asumen que, de momento, no hay elementos que permitan anticipar que el presidente vaya a sucumbir a la derrota.