Si hay un ministro que ha sido fiel al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es la titular de Defensa, Margarita Robles. Ha sido una de sus espadas constantes, incluso cuando los barones echaron a Sánchez en 2016 ella le apoyó en calidad de diputada.
Y, sin embargo, la actitud que escenifica el jefe del Ejecutivo hacia la ministra hace ver que esta consideración no es bidireccional. El último ejemplo de ello fue en la Cumbre de la OTAN, en La Haya. Para salvar la legislatura de cara a los socios de Gobierno, el presidente afirmó ante sus socios europeos que España se mantendría en el 2,1% del gasto y no en el 5% exigido a nivel comunitario. Además de esa frontal declaración que puso en alerta a los socios europeos, hubo un gesto que no pasó desapercibido para el Ejército. Sánchez eludió su responsabilidad en el asunto y afirmó lo siguiente: “Cuando dicen que yo he sido quien ha dicho dicho el 2,1% no soy yo, son las Fuerzas Armadas, es el Ministerio de Defensa quien dice que esas capacidades que han sido acordadas se pueden responder con un 2,1% del PIB”.

Una declaración que tiene escaso recorrido, ya que la distribución presupuestaria corresponde al Ejecutivo, pero sí tiene un claro significado a nivel político. Máxime cuando el precedente más cercano con el que cuenta la población de una referencia de Sánchez a la ministra fue con la filtración de los Whatsapp entre el presidente y el ex ministro Ábalos, en los que calificó a la ministra de “pájara” e ironizó sobre ella con la siguiente afirmación: “Yo creo que se acuesta con el uniforme”.
Robles quitó importancia al agravio y zanjó el asunto afirmando que se siente respaldada por el presidente, en unas declaraciones previas al suceso en la OTAN. Que tampoco provocó una reacción hostil en la ministra, sino que en posterior comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso aseveró que España había sido el país más sincero ya que, a su juicio, ninguno podrá cumplir con la exigencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Robles, que ocupó cargos de subsecretaria de Justicia y secretaria de Estado del Interior durante el Gobierno de Felipe González, tildó de “inoportunas” las críticas del ex presidente de Gobierno socialista hacia el Ejecutivo de Sánchez por la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al procés, durante esa misma comparecencia.
La situación desgasta a la ministra
Pese a la defensa pública del presidente por parte de la ministra, fuentes cercanas informan a este medio de que esta situación “está desgastando” a Robles.
Este año no ha sido fácil para la ministra. El ministerio que dirige, poco acostumbrado a ocupar el podio informativo frente a otras carteras, ha ocupado un primer plano desde la llegada de Trump a la administración estadounidense. La Operación Balmis en la época del Covid le envolvió en éxito -un 68% de la población apoyó la gestión de la ministra- y en el despliegue del Ejército en Valencia con motivo de la Dana el foco se colocó sobre el paso de pelota entre el Gobierno y la Comunidad Valenciana.

Este caso ha sido diferente. La exigencia del cumplimiento del gasto en tiempo récord, cuando España apenas alcanzaba el 1,28% del PIB después del acuerdo de cumplimiento en la cumbre de Gales de 2014, y además partiendo de prórrogas presupuestarias y fondos de contingencia a falta de poder aprobar los Presupuestos Generales, ha supuesto una acción exterior y de acuerdos de la que, también, se han deprendido lecturas.
Albares ha dominado la acción exterior
Es llamativo que, desde el 14 de marzo de 2023, la ministra no ha comparecido ante la prensa tras la celebración de un Consejo de Ministros. Lo ha hecho en las comisiones de Defensa del Congreso y del Senado, pero no ha tomado la palabra ante los periodistas después de que se hayan tomado decisiones relevantes que conciernen a su ministerio, como el incremento presupuestario de más de 10.000 millones de euros para alcanzar el 2% del gasto en Defensa.
A nivel internacional, Sánchez ha confiado más en el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que en su ministra. Los contactos y negociaciones con los líderes europeos los ha encabezado el ministro de Asuntos Exteriores, dándole un carácter más diplomático al tema del rearme, pese a que el asunto central era el rearme. Es cierto que la ministra no domina el inglés, pero las relaciones entre Albares y Robles no son las más fluidas entre los ministros de Sánchez. Y el presidente prefiere el lenguaje más indirecto del diplomático. Durante la crisis diplomática entre Venezuela y España, después de que la ministra calificara de dictadura al Gobierno de Maduro, Albares, por el contrario, se desmarcó con la afirmación de que los titulares de Exteriores son “los últimos que debemos poner etiquetas”. Las palabras del ministro fueron más útiles para Sánchez, que evitó entrar a valorar el “pucherazo” en las últimas elecciones venezolanas.
Robles, apartada de las negociaciones
Este medio ha sabido que, en algunas negociaciones de compra de armamento, la ministra no ha formado parte de ellas. Ejemplo de ello fue la visita a La Moncloa de los directivos de Lockheed Martin para proponer a Sánchez la compra de los aviones F-35. En dicha reunión estuvo presente la mano derecha del presidente, Manuel de la Rocha, pero no contaron con Robles ni con la secretaria de Estado de Defensa, Amparo Valcarce.