Dolor de mandíbula por estrés: por qué ocurre y cómo aliviarlo

Tu mandíbula te duele por todo lo que te callas (literalmente). Por ello, es esencial escuchar las señales de nuestro cuerpo ante el estrés

dolor de mandíbula
El dolor de mandíbula puede llegar a ser verdaderamente molesto.

El estrés no siempre se manifiesta en forma de ansiedad o insomnio. A veces se acumula en el cuerpo de manera silenciosa y concreta, y uno de los síntomas más comunes —y menos comprendidos— es el dolor de mandíbula. Este malestar, que puede ir desde una ligera tensión hasta un dolor intenso que se irradia al cuello o las sienes, está íntimamente ligado a un trastorno tan extendido como ignorado: el bruxismo, o el hábito inconsciente de apretar o rechinar los dientes.

Lejos de ser una simple molestia dental, los expertos señalan que el bruxismo es una manifestación física del estrés emocional, y en muchos casos, una forma de canalizar la ira o la frustración no expresadas. En particular, los estudios apuntan a una prevalencia mayor en mujeres jóvenes y adultas, lo que ha abierto un debate sobre la relación entre género, presión social y represión emocional.

La mandíbula: el músculo del control

“Cuando no podemos decir lo que sentimos, el cuerpo lo expresa por nosotros”, explica la psicóloga clínica y especialista en psicosomática María del Mar Ríos. “En el caso del bruxismo, la mandíbula actúa como una compuerta que contiene la tensión acumulada. Apretamos para resistir, para no gritar o para seguir adelante”.

Desde un punto de vista fisiológico, el bruxismo se produce por la contracción involuntaria de los músculos maseteros y temporales, responsables de los movimientos de la masticación. Este esfuerzo constante, muchas veces nocturno, genera sobrecarga muscular, desgaste dental, cefaleas e incluso dolor cervical o auditivo.

“En la consulta es frecuente ver pacientes que llegan con migrañas, dolor de oído o rigidez de cuello, sin saber que el origen está en la mandíbula”, explica el odontólogo y experto en trastornos temporomandibulares Carlos Villena. “En los casos más graves, se observan fisuras en el esmalte dental o incluso desplazamiento del disco articular de la mandíbula”.

Estrés, ira y género: cuando no se puede morder la vida

Más allá del componente físico, los especialistas destacan que el dolor de mandíbula tiene un fuerte componente emocional. La tensión mandibular se asocia a emociones contenidas, especialmente la rabia y la frustración.

“Las mujeres tienden a manifestar más este tipo de somatización porque culturalmente se las ha educado para no expresar la ira abiertamente”, apunta Ríos. “Lo que no se puede decir, se aprieta. Y esa tensión acaba convertida en dolor”.

El fenómeno se ha acentuado en los últimos años con el incremento de la sobrecarga mental, la precariedad laboral y las exigencias de rendimiento. El resultado: una generación que aprieta los dientes por las noches sin darse cuenta.

Según la Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular, uno de cada tres adultos sufre bruxismo en algún momento de su vida, y un 15 % lo hace de forma crónica. Aunque puede afectar a cualquier persona, es más frecuente entre mujeres de entre 25 y 45 años, especialmente en épocas de mayor estrés o inestabilidad emocional.

Cómo aliviar el dolor y romper el ciclo

La buena noticia es que el dolor mandibular por estrés tiene solución, siempre que se aborde desde una perspectiva integral: cuerpo y mente. Los odontólogos recomiendan el uso de férulas de descarga nocturnas para proteger los dientes y relajar los músculos durante el sueño.

Sin embargo, los expertos coinciden en que esto solo trata el síntoma, no la causa. “Si no se reduce la tensión emocional, el bruxismo volverá”, advierte Villena. “Por eso es importante combinar el tratamiento odontológico con terapia psicológica, técnicas de relajación o fisioterapia mandibular”.

Entre las medidas más efectivas se incluyen ejercicios de estiramiento de la musculatura facial, masajes en la zona de las sienes y la mandíbula, y prácticas como el mindfulness o la respiración diafragmática. También resulta útil identificar las situaciones que desencadenan la tensión —una discusión, la presión laboral o el cansancio acumulado— para aprender a gestionarlas sin que el cuerpo asuma la carga.

Aprender a soltar

Más que un problema dental, el dolor de mandíbula es un mensaje del cuerpo que pide atención. “Apretar los dientes es una forma de resistencia”, concluye la psicóloga Ríos. “Pero resistir siempre tiene un coste. Aprender a soltar, a expresar el enfado o a pedir ayuda cuando algo duele, también es una forma de fortaleza”.

En un tiempo en el que el estrés parece inevitable, escuchar las señales del cuerpo puede ser el primer paso para sanar. Porque, como recuerdan los expertos, no se trata solo de dejar de apretar la mandíbula, sino de dejar de apretar la vida.

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