La vuelta a la rutina muchas veces implica cambios, también a nivel nutricional. Muchas personas creen que deben compensar las comidas después de las vacaciones, pues hay quienes llevan unas semanas de excesos durante esta época y luego quieren deshacerse de los kilos ganados.
Una psicóloga general sanitaria ha respondido a esta eterna duda, que suele venir acompañada de culpa y frustración una vez llegan a su fin las vacaciones estivales.
Los excesos veraniegos y sus consecuencias

Las cenas al aire libre, los helados y las bebidas llenas de azúcar suelen ganar relevancia en nuestra dieta durante las vacaciones de verano. Estos excesos puntuales, aunque pueden resultar preocupantes, no suelen tener consecuencias irreversibles en personas sanas.
Sin embargo, el problema surge cuando estos comportamientos se extienden durante semanas, pudiendo generar no solo aumento de peso, sino también problemas digestivos, alteraciones del sueño y sensación de fatiga constante.
El organismo necesita trabajar más para procesar el exceso de calorías, grasas y azúcares. Este consumo excesivo puede terminar afectando a nuestro bienestar.
Estos excesos y preocupaciones llevan a muchas personas a hacer dietas muy restrictivas una vez ha terminado el verano. Los nutricionistas indican que esto es un error, e incluso puede resultar contraproducente, ya que se obliga al metabolismo a trabajar bajo condiciones extremas.
La psicóloga Ana Morales coincide con estos expertos, y ofrece la solución más adecuada para enfocar lo mejor posible esta situación.
La respuesta de una psicóloga sobre si se deben compensar las comidas después de las vacaciones

Morales indica que el problema de tratar de compensar las comidas después de las vacaciones es que no escuchamos a nuestro cuerpo. Tratamos de controlarlo, cuando en realidad debemos comprenderlo.
Lo que nos lleva a tomar esta decisión son las emociones, llegando a “convertir la nevera en el enemigo”, como dice la especialista. La búsqueda de la recuperación de este control, de una disciplina inquebrantable, nos termina pasando factura.
Entonces, nuestro organismo interpreta estas dietas extremas, con prohibiciones e insuficiente alimentación, como amenazas para él. Por lo que, eventualmente, terminaremos con un atracón igual o más agresivo que los desequilibrios veraniegos. Así lo indica Morales.
Según indica la psicóloga, estos atracones provienen de los “ciclos de restricción, hambre y ansiedad”, a causa de las restrictivas alimentaciones en los primeros días de septiembre.
Por lo tanto, estas compensaciones no solo no sirven de nada, sino que pueden llegar a tener un efecto peor de lo esperado. La clave, dice Morales, está en respetar las señales de hambre de nuestro cuerpo, comiendo lo suficiente y sin miedo. Sin demonizar o enaltecer ningún alimento. Simplemente, comiendo como lo hacemos siempre, sin excesos.
En definitiva, la vuelta a la rutina es un momento ideal para volver a nuestros hábitos nutricionales, siempre con sentido común y escuchando lo que nos pide el cuerpo.
Si aun así tienes problemas con la alimentación, lo mejor es acudir a un especialista para que analice mejor tu caso y te ofrezca las soluciones que más necesites.