Hay muchas personas, en especial mujeres, que piensan que poner límites es una acción egoísta y que puede acabar en exclusión social. Alimentado por la presión cultural del papel de apoyo y complacencia, este comportamiento se manifiesta en forma de perfeccionismo paralizante.
La realidad es que los límites son, en realidad, líneas que definen y mantiene tu energía, tu vida, tus prosperidades, y en definitiva, a ti misma. Conoce los consejos de los profesionales para superar estos miedos y recuperar tu bienestar emocional.
¿Por qué cuesta tanto poner límites?
La psicología analiza la ausencia de límites como una pérdida de una misma, al dedicarse a apoyar la vida y los deseos de los demás.
Al hacerlo, se descuida lo que realmente define a una persona, y las responsabilidades personales. Así lo señala el doctor Henry Cloud. El psicólogo y comunicador define tres motivos tras esta actitud.
Primeramente, el miedo al rechazo y/o al conflicto. Muchas mujeres no quieren que se piense mal de ellas o acabar afectando a la otra persona, al punto de que ya no se relacione con ellas.
También afecta la perspectiva social del papel de la mujer de proveedora desinteresada. Como habilidad adquirida con el tiempo, se interioriza de tal manera que es difícil de superar este sentido complaciente.
El tercer y último motivo tiene que ver con la sobrecarga empática. Es decir, que al empatizar tanto con la otra persona, se crea una necesidad de ceder en todos sus deseos, para ayudar a superar tanto su carencia como el dolor empático generado en una misma.
Estableciendo fronteras emocionales: las claves de los expertos
Junto a las teorías de Cloud y de los expertos de Unobravo, es posible iniciar el camino hacia poder poner límites sin el pesar del egoísmo ni el miedo al rechazo.
Antes de establecer estas barreras emocionales, lo importante es conocer qué necesitas limitar. Esto es, aquello donde no estás dispuesta a (o no deberías) ceder, y aquello en donde sí.
Una vez ya los hayas identificado, es el momento de dar un paso complicado, pero necesario. Y es el de comunicar tus límites, con claridad y asertividad. Expón lo que sietes con respeto, pero de manera directa y explicando por qué son importantes para ti.
Desde este momento, es importante mantener tu postura con firmeza, para que no sea tan fácil para los demás sortear tus fronteras. Es algo que tendrás que practicar si te cuesta mucho, igual que con el poder decir “no” sin culpabilidad.
Como proceso complejo, recuerda trabajar en tu autocuidado. Esos cuidados que te das a ti misma. Hay cosas en las que puedes ceder, pero si algunas sobrepasan tus límites emocionales y físicos, es mejor que no los negocies.
Si todo esto te cuesta mucho, siempre puedes pedir ayuda psicológica. Especialmente, si la persona (o personas) que más tratan de traspasar tus límites son personas difíciles con las que lidiar. Encontrarás cierta resistencia, pero poco a poco, te será posible manejarlas.