Carrera de espermatozoides: el excéntrico “deporte” con el que los millonarios buscan demostrar su superioridad reproductiva

El impulsor del evento, Eric Zhu, un joven millonario, asegura que su objetivo es visibilizar la disminución de la calidad del esperma en todo el mundo

Una imagen de la carrera de espermatozoides.

El pasado viernes, el mítico Hollywood Palladium de Los Ángeles fue escenario de un evento tan insólito como polémico: la primera carrera de espermatozoides, organizada por la startup Sperm Racing. En esta peculiar competición, los espermatozoides de varios hombres ricos compitieron en una pista de 20 centímetros diseñada para simular el aparato reproductor femenino, con transmisión en alta definición y aumentos de zoom x40.

¿Conciencia o espectáculo?

El impulsor del evento, Eric Zhu, un joven millonario, asegura que su objetivo es visibilizar la disminución de la calidad del esperma en todo el mundo. Aunque esta preocupación es legítima, su afirmación de que “nadie habla del tema” es fácilmente cuestionable: la fertilidad masculina ha sido objeto de numerosos estudios y cobertura mediática.

En realidad, la puesta en escena sugiere más una búsqueda de estatus que una causa sanitaria. Lo que se presenta como un acto de conciencia parece más una forma de medirse entre hombres, bajo una lógica competitiva profundamente ligada a los ideales tradicionales de masculinidad.

Machismo 2.0: el esperma como símbolo de poder

Según el sexólogo y sociólogo Erick Pescador, esta tendencia se inscribe en la llamada “machosfera”. Se trata de un entorno ideológico donde ser hombre se asocia con tener potencia sexual, reproductiva y económica. Desde esta óptica, el esperma deja de ser un componente biológico para convertirse en un trofeo de virilidad. Lo que supone una prueba de éxito y superioridad frente a otros varones.

En este nuevo escenario, las mujeres son reducidas simbólicamente al papel de receptoras pasivas, al margen de cualquier protagonismo. Y lo más preocupante: los hombres que no cumplen con ese ideal —especialmente los que no son millonarios o no producen esperma— quedan excluidos o invisibilizados.

Un deporte que también excluye a los hombres trans

Más allá del machismo, este tipo de competiciones también refuerza nuevas formas de exclusión, especialmente hacia los hombres trans. Aunque tengan pene, muchos de ellos no producen espermatozoides, lo que automáticamente los deja fuera de este tipo de “juegos de virilidad”.

La élite que juega con la biología

Lo que podría parecer una excentricidad inofensiva es, en realidad, una forma de reafirmar el poder elitista. Solo los hombres con grandes recursos pueden participar en esta carrera. Por tanto, lo que realmente se mide no es la velocidad del esperma, sino la capacidad económica de jugar con la ciencia y convertirla en espectáculo.

Este evento no solo deja de lado a las personas comunes, sino que también relega la ciencia a un segundo plano. Banalizando así problemas serios como la infertilidad, la presión social sobre la virilidad y la falta de acceso a tratamientos de fertilidad en poblaciones vulnerables.

Aunque a simple vista pueda parecer una ocurrencia curiosa o incluso divertida, la carrera de espermatozoides esconde un mensaje profundamente desigual y excluyente. En lugar de promover la salud reproductiva, refuerza estereotipos obsoletos y ridiculiza la diversidad de masculinidades. Además, convierte la fertilidad en un lujo de espectáculo reservado para los más ricos.

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