Una tarde cualquiera, en un pueblo del Mediterráneo, María —nombre ficticio, historia real— decidió hacer clic. No lo sabía aún, pero aquel gesto era el primero de una cadena de decisiones que acabarían por vaciarle la cuenta bancaria. “Me arruinó. Empecé a encadenar deudas y terminaron embargándome el piso”, cuenta a Artículo 14.
Las estafas amorosas por internet ya no son un fenómeno aislado. Son una epidemia silenciosa que avanza entre mensajes de buenos días, selfies robados y perfiles falsos. Lo que empieza con un “hola, guapa” puede terminar con una hipoteca impagable.
Un romance digital con factura adjunta
Estas estafas —conocidas como romance scams— se ejecutan con una precisión casi quirúrgica. El estafador, que rara vez actúa solo, crea un perfil atractivo: piloto, empresario, médico en misión humanitaria… Profesiones que implican prestigio, viajes y poco tiempo para llamadas incómodas. La víctima, generalmente una mujer de mediana edad, recibe atención constante, palabras dulces y la promesa de un futuro juntos. El truco no está sólo en lo que se dice, sino en cómo se dice: constancia, ternura, exclusividad. Un guion romántico a la altura del mejor cine español.
Pero, como en toda ficción, siempre hay un giro: una emergencia médica, una frontera bloqueada, una herencia retenida, una cuenta embargada. Siempre hay una razón para pedir dinero. Y siempre hay una excusa para no devolverlo.
Blanca Frías, lo sabe bien. En 2014, un tipo del que se enamoró la estafó. “Las víctimas pasamos por una serie de emociones muy intensas y dolorosas. Al principio, una profunda incredulidad. Cuesta aceptar que todo aquello que parecía amor, cuidado, complicidad… haya sido en realidad una mentira construida con frialdad. Después llega la vergüenza, la culpa… ¿cómo no me di cuenta?, ¿cómo pude caer?”, explica.
Esa vergüenza es precisamente la que hace que muchas personas no denuncien ni hablen de lo que han vivido. Sienten rabia, tristeza y también un duelo.
“Es urgente cambiar el juicio social, porque eso es lo que nos hace callar, no contarlo… Esto le puede pasar a cualquiera. Estas estafas no atacan la inteligencia, atacan vulnerabilidades que tenemos todos”, afirma.
¿Por qué ellas?
Aunque también hay hombres estafados, los datos muestran un sesgo de género claro. En España, el 70 % de las víctimas son mujeres, en su mayoría mayores de 50 años: viudas, separadas o con largos periodos de soledad emocional. Mujeres acostumbradas a cuidar, a empatizar, a escuchar. Mujeres que, cuando alguien les dice que son especiales, están dispuestas a creerlo.
La ONG ANCEME (Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional) advierte que estas estafas están diseñadas para aprovecharse del arquetipo femenino tradicional. “La mujer que entrega, que confía, que antepone el bienestar del otro. Muchas de esas mujeres sienten que encontrar el amor es una segunda oportunidad, no un riesgo”, afirma Frías.
Y ahí está la trampa.
Ver esta publicación en Instagram
España, tierra fértil para el fraude romántico
El fenómeno se ha disparado en los últimos años. Según el Ministerio del Interior, el 91 % de los ciberdelitos denunciados en España son estafas. Dentro de este grupo, las sentimentales son una de las variantes más lucrativas. En 2024, se estima que las pérdidas por estafas románticas superaron los 600 millones de euros. Y la cifra real podría ser mucho mayor, ya que la mayoría de las víctimas no denuncian. Por vergüenza. Por culpa. Y porque piensan: ¿cómo pude ser tan tonta?
En julio de 2025, la Guardia Civil desmanteló una red que operaba en al menos 18 provincias y había estafado más de 1,6 millones de euros a decenas de mujeres. La organización contaba con una estructura sofisticada: falsificaban documentos oficiales, usaban software de suplantación de voz y seguían manuales detallados para seducir paso a paso. Era una industria. Con turnos, jerarquías y beneficios.
“Caí por necesidad, no por ingenuidad”
Ana —nombre también ficticio— tiene 58 años, es administrativa, madre de dos hijas y vive en Castellón. Tras una separación conflictiva y años cuidando a sus padres enfermos, conoció a “Michael”, un médico italiano en misión humanitaria. Se escribieron durante seis meses. Compartían sueños, canciones y recetas. Luego llegó la petición: ayuda económica para una operación urgente. Primero fueron 2.000 euros. Luego 3.500. Cuando ya había enviado más de 12.000, “Michael” desapareció. La bloqueó en todas las plataformas.
“No fue por ingenuidad”, asegura Ana. ”Fue por necesidad emocional. Me sentí vista después de años. Escuchada. Deseada”.
Hoy está en terapia. Ha pedido un crédito para cubrir lo perdido. Y ha borrado todas sus apps de citas.
Ver esta publicación en Instagram
El precio del silencio
Estas mujeres pierden dinero, pero también autoestima, seguridad emocional y confianza en sí mismas y en los demás. Muchas desarrollan ansiedad, insomnio, culpa y vergüenza. Algunas, incluso, llegan a tener pensamientos suicidas. En un estudio europeo de 2023, más del 40 % de las víctimas de estafas románticas declaró haber sentido “ganas de desaparecer” tras el engaño.
El castigo social no ayuda. Mientras la víctima de una estafa bancaria se considera desafortunada, la de una estafa amorosa suele ser ridiculizada: “¿Cómo pudo creérselo?”, “Eso te pasa por desesperada”. El estigma cae con más fuerza cuando la víctima es mujer y mayor. Lo que debería generar empatía, genera burla.
María, Blanca, Ana y muchas otras mujeres siguen reconstruyendo sus vidas. Algunas con rabia, otras con resignación. Todas con cicatrices. Pero también con una certeza: que el amor verdadero no te vacía la cuenta.
Algunas recomendaciones clave (para mantener a salvo tu cuenta bancaria):
• Desconfía de los amores fulminantes, sobre todo, si detrás del match hay un gentelman que parece sacado de una telenovela.
• Nunca envíes dinero a alguien que no conoces en persona. Por mucho que confíes, el amor no debería tener IBAN.
• Exige videollamadas, coherencia y pruebas reales. Las excusas constantes para no verse son señales de alarma.
• Busca apoyo. Existen asociaciones, foros y psicólogos especializados en este tipo de manipulación emocional.