El pasado lunes 21 de abril marcó un momento histórico para la Iglesia católica: el papa Francisco, el primer pontífice de origen americano, falleció. Con su muerte, el Vaticano ha dado inicio a un proceso marcado por siglos de tradición: el luto oficial y la elección de un nuevo papa.
El luto tras la muerte de un papa
Cuando un papa muere, comienza el periodo conocido como sede vacante, lo que significa que la silla de San Pedro queda vacía. Durante este tiempo se siguen rituales muy específicos que han sido observados durante generaciones:
- El luto oficial, llamado novemdiales, dura nueve días.
- A lo largo de ese periodo se celebran misas en honor al pontífice fallecido.
- El cuerpo del papa se expone en la Basílica de San Pedro, donde los fieles pueden acercarse para rendirle homenaje.
- Posteriormente, es enterrado en una ceremonia solemne, normalmente en las grutas vaticanas, bajo la misma basílica. El funeral del Papa Francisco se celebró el pasado sábado 26 de abril.
¿Cuánto puede durar la Iglesia sin papa?
Aunque no hay un plazo fijo para la elección del nuevo pontífice, el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento. Este intervalo permite el tiempo necesario para el duelo, la organización del proceso y la llegada de los cardenales desde todas partes del mundo. En este caso, el cónclave se celebrará mañana miércoles 7 de mayo, 11 días después del fallecimiento del Papa.
Así se elige al nuevo papa: el cónclave
El proceso de elección del nuevo líder de la Iglesia se lleva a cabo en el más estricto secreto dentro de la Capilla Sixtina. Solo los cardenales menores de 80 años —miembros del Colegio Cardenalicio— tienen derecho a voto.
Antes de comenzar, todos juran mantener absoluta confidencialidad sobre lo que ocurra durante el cónclave. El proceso se inicia con misas y oraciones pidiendo sabiduría divina. Se pueden realizar hasta cuatro votaciones por día: dos por la mañana y dos por la tarde.
Para que un candidato sea elegido papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos. Tras cada votación, las papeletas se queman: el humo negro indica que aún no hay decisión; el blanco, en cambio, anuncia que ya hay nuevo papa con el famoso “¡Habemus papam!”
Una vez aceptado el cargo, el nuevo pontífice elige su nombre papal, se viste con los atuendos preparados para la ocasión y se presenta al mundo desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro, dando comienzo a una nueva etapa en la historia de la Iglesia.