La reciente muerte del Papa Francisco, a los 88 años de edad, ha marcado un momento histórico para la Iglesia católica. Con su fallecimiento, se abre ahora un proceso solemne y estructurado que culminará con la elección de un nuevo Pontífice. La pregunta que muchos fieles y observadores del Vaticano se hacen es: ¿cuándo comenzará el cónclave que decidirá al sucesor del primer Papa latinoamericano?
El protocolo tras la muerte de un Papa
Conforme al procedimiento recogido en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que regula la sede vacante y la elección de un nuevo Papa, el proceso no se inicia de inmediato tras el fallecimiento del Pontífice. En primer lugar, se activa el protocolo de la sede vacante, y se nombra oficialmente la muerte del Papa por parte del Camarlengo, el cardenal que asume temporalmente algunas funciones administrativas del Vaticano.

Según las normas vigentes, deben transcurrir entre 15 y 20 días desde la declaración de la sede vacante para que se convoque el cónclave, un periodo que permite a los cardenales de todo el mundo llegar a Roma. En ese tiempo también se llevan a cabo los funerales papales, el período de velatorio y los llamados novendiales, nueve días consecutivos de misas en memoria del difunto.
Fecha estimada: entre el 6 y el 11 de mayo
Considerando que el Papa Francisco falleció el 21 de abril de 2025, y aplicando el plazo establecido por el Vaticano, el cónclave tendría lugar previsiblemente entre el 6 y el 11 de mayo. Aún no se ha anunciado la fecha exacta, pero el Colegio Cardenalicio ya ha iniciado sus reuniones previas, llamadas congregaciones generales, en las que se abordan los desafíos de la Iglesia y se prepara el ambiente para la elección.
Una vez que todos los cardenales electores estén en Roma —actualmente son 133 cardenales menores de 80 años con derecho a voto— se procederá a su encierro en la Capilla Sixtina. Allí, bajo estrictas medidas de aislamiento y confidencialidad, comenzarán las votaciones.

¿Cómo funciona el cónclave?
El cónclave es un evento de enorme simbolismo y trascendencia. Desde el siglo XIII, se utiliza este sistema para garantizar una elección sin presiones externas. La palabra “cónclave” proviene del latín cum clave, que significa “bajo llave”. Así, los cardenales quedan incomunicados hasta que se elija al nuevo Papa.
Cada día se celebran hasta cuatro votaciones, dos por la mañana y dos por la tarde. Para ser elegido, el nuevo Papa necesita alcanzar una mayoría de dos tercios de los votos. Tras cada votación fallida, se quema la papeleta con sustancias químicas que generan una fumata negra. Cuando finalmente se alcanza la elección, el humo que sale de la chimenea es blanco: habemus Papam.
Expectación mundial ante la sucesión
La elección del sucesor del Papa Francisco genera un interés global, no solo dentro del ámbito religioso, sino también político y cultural. Francisco ha dejado un legado marcado por su compromiso con los más desfavorecidos, la reforma de la Curia Romana y una actitud aperturista hacia temas sociales.
Ahora, los cardenales deberán discernir si desean continuar en esa línea o elegir un perfil distinto. Algunos de los nombres que ya suenan como posibles sucesores son el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el cardenal italiano Matteo Zuppi o el cardenal canadiense Marc Ouellet.

Un momento crucial para la Iglesia
Más allá del quién, el cónclave de 2025 se presenta como una decisión trascendental para el futuro de una Iglesia católica que enfrenta grandes retos: desde el declive de vocaciones sacerdotales hasta la secularización en Occidente, pasando por los escándalos de abusos o el debate interno sobre el papel de la mujer.
El mundo mira a Roma con expectación, sabiendo que el próximo Papa no solo será líder espiritual de más de mil millones de católicos, sino también una figura con peso global en un momento de gran complejidad social y política.
Solo queda esperar la fecha definitiva del cónclave, y el humo blanco que anunciará al nuevo sucesor de Pedro.