Día Mundial para la Prevención del Suicidio

El silencio no protege: hablar del suicidio salva vidas

El suicidio, durante años silenciado por miedo al estigma, sigue siendo una de las principales causas de muerte en España: la prevención ayudará a salvar vidas

Hablar de suicidio nunca es fácil: pesan el miedo, el estigma y el dolor. Durante décadas, se aconsejaba no nombrarlo, como si la palabra tuviera el poder de invocar la tragedia. Pero la evidencia científica y los testimonios de familias y profesionales han demostrado lo contrario: el silencio no protege, el silencio mata.

En España, los datos siguen siendo alarmantes. En 2023, se registraron 3.952 suicidios, un 6,5 % menos que en 2022, rompiendo una tendencia al alza que se prolongaba desde 2018. Las caídas accidentales desplazaron al suicidio como primera causa de muerte externa, con 4.018 decesos.
En 2024, según datos provisionales del INE, las muertes por suicidio descendieron aún más, con 3.846 casos, frente a los 4.018 en 2022, consolidándose como segunda causa de muerte externa —empatada con ahogamientos (3.664)— detrás de las caídas.

Por sexo, en 2023 los hombres representaron el 73,9% de los suicidios (aproximadamente 2.952 casos), una brecha que ha ido creciendo desde 1980. Un dato que los expertos relacionan con la presión social, la dificultad para expresar vulnerabilidad y el consumo de alcohol y drogas. En el caso de las mujeres, aunque las cifras absolutas son menores, los intentos no consumados son mucho más frecuentes.

El suicidio no distingue clases sociales ni territorios, aunque sí hay diferencias. En cuanto a los jóvenes aunque las cifras absolutas son menores, siguen siendo motivo de preocupación. En 2022 se registraron 75 suicidios entre adolescentes de 15 a 19 años, un 41,5 % más que en 2021 .

Pero el suicidio no es una estadística, es una herida personal. “Yo no me quería morir, yo lo que quería era dejar de sufrir, descansar la mente”, explica Lourdes Tamujero. Tras sufrir años de violencia vicaria y con un diagnóstico de trastorno límite de la personalidad, reconoce haber tenido varias tentativas de suicidio.

La historia de Esperanza Iglesias también está atravesada por el dolor: sufrió abusos en la infancia y vivió circunstancias familiares y económicas insoportables. “Todo eso va minando la salud física y mental de una persona, hasta dejarla hecha un guiñapo que no quiere vivir. ¿Quién desea vivir un día más así?”, pregunta. Llegó a intentarlo hasta seis veces, pero consiguió pedir ayuda y, con el tiempo, descubrió otra mirada: “La vida merece la pena hasta el final, porque si te vas antes puedes perderte algo importante”.

Ambas coinciden: “el suicidio es multicausal, complejo y, sobre todo, prevenible si existen apoyos adecuados”.

Un giro en la estrategia: de callar a hablar

Durante años, incluso los medios de comunicación recibíamos instrucciones para evitar informar sobre suicidios y así no provocar un efecto llamada. Hoy la clave no es callar, sino cómo hablar. El Ministerio de Sanidad y la OMS llaman a abordar el tema con responsabilidad: sin morbo, sin detallar métodos, pero con visibilidad. Hablar abre puertas: permite identificar señales, tender redes de apoyo y desmontar el mito de que no hay salida.

En febrero de este año, España aprobó el Plan de Prevención del Suicidio 2025–2027, dotado con 18 millones de euros y 40 medidas concretas. Incluye la creación del Observatorio Estatal del Suicidio, la ampliación del teléfono 024 (gratuito, 24/7; ha atendido más de 200 000 llamadas desde 2022), y programas para colectivos vulnerables .

Una responsabilidad compartida

“Es imprescindible un abordaje transversal del suicidio que incluya prevención, detección, diagnóstico, tratamiento y continuidad de cuidados”, exige Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España.

Para ello, reclama recursos materiales, humanos y económicos suficientes: “No podemos hablar de prevención real si no destinamos los recursos necesarios para que los planes estratégicos de salud mental lleguen a todas las comunidades autónomas y a todas las personas que los necesitan”. E insiste: “La conducta suicida, en muchos casos, se puede predecir y, por tanto, también prevenir”. De ahí la importancia de la detección temprana y de una atención continuada que acompañe a las personas en riesgo.

El presidente de la Confederación también subraya el valor de la sensibilización social: “Es necesario concienciar sobre la trascendencia del suicidio y orientar tanto a quienes atraviesan situaciones de riesgo como a sus familiares, para que puedan ofrecer un apoyo efectivo en esos momentos tan difíciles”. Además, destaca el papel de los medios de comunicación: “Informar sobre suicidio de manera responsable es clave para derribar tabúes, mitos y culpabilizaciones”.

La Confederación también ha lanzado este año la campaña de sensibilización #ParaDejarDeSufrir, centrada en los determinantes sociales que agravan la salud mental: violencia, discriminación, pobreza, presión por el éxito y soledad no deseada. Porque, como recuerda la organización, la salud mental no depende solo de la biología o de decisiones individuales, sino también de las condiciones de vida.

Un día para recordar, un compromiso para cada día

El Día Mundial para la Prevención del Suicidio es una llamada a romper el tabú y a entender que la salud mental es tan importante como la física. Que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía. Y que todos, como sociedad, tenemos la obligación de tender la mano.

El suicidio es prevenible en la mayoría de los casos. La pregunta que deberíamos hacernos como país no es cuántos hemos perdido, sino cuántos podríamos haber salvado si hubiéramos hablado a tiempo. Si tú o alguien cercano está en riesgo, puedes llamar al 024. Es un teléfono de atención a la conducta suicida disponible las 24 horas del día.

No estás solo, siempre hay alguien dispuesto a escuchar.

TAGS DE ESTA NOTICIA