España es un país de bares: 160.000. Y de terrazas. Casi una por local. Solo en Madrid, hay unas 200.000 plazas de hostelería al aire libre. “Son uno de los principales atractivos turísticos, un pilar fundamental para la hostelería y la vida social y, gracias a nuestra climatología, es un disfrute que se extiende a todo el año”, explica Isabel Jiménez, propietaria del restaurante Alfoli de la Sal, en Torrelaguna (Madrid). Es una de las damnificadas por el anteproyecto de la nueva Ley Antitabaco que prohíbe fumar y vapear en terrazas de bares y restaurantes.

La medida, anunciada ayer la ministra de Sanidad, Mónica García, se enmarca en el anteproyecto de la modificación de la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Incluye cigarrillos tradicionales, cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado.
Además, se establece un perímetro de al menos 15 metros sin humo alrededor de centros sanitarios, educativos, parques infantiles y deportivos. “Económicamente, es un mazazo para la hostelería. En mi caso, con una terraza de 70 plazas, será insostenible. No tendré más remedio que cerrarla. Dadas las restricciones en otros espacios, la posibilidad de fumar atrae clientes a las terrazas. Son lugares abiertos, no se entiende esta nueva restricción”.
“Desproporcionada y de eficacia muy limitada”
Hostelería de España, una organización empresarial que representa a nivel estatal a más de 270.000 empresas del sector, ha respondido a esta prohibición, aprobada el martes en el Consejo de Ministros, con un comunicado en el que la califica de “desproporcionada” y con “una eficacia muy limitada”, ya que podría desplazar los encuentros con fumadores a espacios cerrados como los domicilios. El resultado sería, según indician, una mayor “exposición al humo” y el consumo “desordenado” en las inmediaciones de las terrazas, “donde no hay lugares habilitados para los residuos, con el consiguiente perjuicio para el entorno y los vecinos”.
“Se avecina guerra en los barrios”, confirma sin perder el humor Esther, propietaria de la cervecería malagueña La Variopinta, cuya terraza le aporta aproximadamente el 70% de los ingresos. “Una vez más, caemos en el error de educar a base de leyes y prohibiciones. Por otra parte, ¿estas nuevas exigencias nos convertirán a los empresarios en vigilantes para controlar su cumplimiento?”, añade. Hostelería de España señala también el “impacto negativo para el turismo y la imagen internacional del país”, al considerar que España se convertiría en una “excepción” dentro de Europa, donde “solo Suecia mantiene una prohibición total similar”.

Desde Los Remos, un restaurante situado en Aravaca con una gran terraza fija, vaticinan una caída importante en los ingresos. “En nuestro caso, no se podía fumar en ella desde la reforma que hicimos, pero sí disponemos de otros espacios abiertos con jardín y algunas mesas donde los clientes pueden fumar sin molestar y sin riesgo para nadie. Esta nueva restricción traerá consigo la agonía de buena parte de la hostelería y no reducirá el consumo de tabaco”.
En ello insiste también la organización de hosteleros, que menciona una encuesta en la que el 69,3% de los españoles considera que las campañas de información y sensibilización son más efectivas para reducir el consumo de tabaco que las prohibiciones directas. Según recoge, más del 56% de los españoles no estima urgente adoptar esta medida. Un 85,2% anticipa que los fumadores seguirán haciéndolo en las inmediaciones, “dificultando la labor de los trabajadores de los locales y generando nuevos problemas de convivencia”. Ante estos riesgos, la organización espera “voluntad de diálogo” con el Gobierno para “reconsiderar la medida”.
Aunque el veto anunciado por el ministerio de Sanidad responde a las exigencias de algunos colectivos sanitarios, los hosteleros y las asociaciones empresariales ponen en duda que, desde el enfoque de la salud y preventivo, sea una salida eficiente. “Lo que sí es seguro es que perjudicará a una economía como la nuestra, que encuentra en el turismo uno de sus principales pesos”, insiste la empresaria madrileña.
Ocho millones de fumadores
La primera ley antitabaco en España entró en vigor el 1 de enero de 2006 y fue modificada en varias ocasiones. Según un estudio presentado la semana pasada por la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), veinte años después, ocho millones de personas siguen fumando y solo uno de cada cuatro ha intentado dejarlo. Aunque se fuma menos -del 44% ha bajado al 25,9% en hombres y del 20,8% al 18,5% en mujeres-, se esperaba un impacto mayor.
De momento, lo que se ha aprobado ha sido el anteproyecto de la ley, lo que significa que la prohibición de fumar en terrazas tardará un tiempo en hacerse efectiva. Una vez que las sociedades, comunidades o industria envíen sus alegaciones, el ministerio volverá a examinar el texto y pasará de nuevo por el Consejo de Ministros. Después, irá al Congreso y al Senado. Si consigue apoyos suficientes, entrará en vigor, seguramente ya en 2026. “A pesar de la ley, los hosteleros saldremos adelante, como siempre lo hemos hecho”, avisa Esther desde Málaga.