La situación puede llegar a ser exasperante en algunas familias. Las abuelas más prudentes preguntan a sus hijos antes de subirlas a una red social, generalmente WhatsApp o Facebook. Otras, anticipándose a la negativa, las comparten sin consentimiento, confiando en que esa foto de su nieto recién nacido, del primer baño de su nieta o soplando las velas de su quinto cumpleaños no las verán más que ese reducido círculo de amistades ante las que quiere alardear.
Su actitud es un acto de amor desbordante, pero irresponsable absolutamente y lo tienen que saber, aunque se sientan mal o incluso víctimas de la soberbia de sus propios hijos. Compartir fotos es su manera de sentirse parte de la vida familiar y les cuesta creer que haya en ello algo peligroso o escandaloso. Se sienten felices y refuerzan el vínculo con los nietos. Es también una práctica de validación social por los comentarios que reciben o las conversaciones que activan. Un estudio de la Universidad Emory usó resonancias magnéticas funcionales en 50 abuelas mientras veían fotos de sus nietos. Al hacerlo, se activaron regiones cerebrales relacionadas con la empatía emocional.
“Todo el mundo lo hace”, replican con enfado. Razón no les falta. Incluso los padres cometen esta imprudencia. El 89% publica fotos o videos de sus hijos en redes al menos una vez al mes. Cuando la abuela pregunte qué hay de malo en ello, la respuesta es muy simple: “El 72% del material incautado a pedófilos está compuesto por imágenes cotidianas no sexualizadas de menores”.
La Policía Nacional, en colaboración con Fundación SOL, organización dedicada a construir un entorno digital seguro para las futuras generaciones, acaba de presentar una campaña de concienciación sobre los riesgos del sharenting, una práctica cada vez más extendida que consiste en compartir imágenes, vídeos o información de menores en redes sociales por parte de los familiares. La campaña pone el foco en las consecuencias de estas acciones, aparentemente inocentes, que pueden vulnerar gravemente la intimidad, seguridad y bienestar de niños, niñas y adolescentes.
Claudia Caso, directora de Fundación SOL, ha sido muy clara en la presentación de esta iniciativa: “Nos preocupa tanto lo que ven los menores en internet, como lo que internet ve de ellos. El sharenting no es un gesto inocente: es una puerta abierta a riesgos invisibles, pero reales”.
Los menores sienten vergüenza
Una encuesta elaborada por la firma de seguridad informática AVG en diez países, entre ellos España, recoge que el 23% de los niños tiene presencia en línea incluso antes de nacer porque sus padres publican imágenes de las ecografías durante el embarazo. Este porcentaje se dispara rápidamente, hasta el punto de que el 81% está en internet antes de cumplir los seis meses. La cifra sigue aumentando en los primeros años de la infancia. Por cierto, un 42 % de los menores asegura sentir vergüenza por lo que sus padres o abuelos publican sobre ellos en internet. ¿Alguien repara en ello?
Según un estudio elaborado por la compañía Nominet, los padres publican cada año una media de 200 fotografías de sus hijos. Cuando esos niños cumplan diez años, circularán más de 2000 imágenes de cada uno de ellos por la red. Sin saberlo, esas abuelas insistentes están facilitando el trabajo a los depredadores sexuales infantiles. Ya no necesitan esconderse para fotografiar a los niños. Todo lo que necesitan lo tienen a su alcance en las redes sociales.
Abraham Bedmar, Oficial de Policía Nacional con más de 17 años de experiencia en labores de seguridad ciudadana, investigación y prevención de delincuencia, advierte que debemos ser cuidadosos con las fotos, vídeos o información personal que compartimos de nuestros hijos o nietos en internet. Su reflexión va más allá: “Los menores tienen derecho a la privacidad y a decidir sobre su propia información personal, y podemos exponerles a numerosos peligros frente a terceros que tengan acceso a dicho contenido. Todo lo que compartimos en internet queda registrado de manera permanente e incluso podría verse afectada su imagen en la vida adulta”.
En España, compartir imágenes de los hijos es legal mientras no se vulneren derechos fundamentales como la intimidad o la dignidad del menor. Sin embargo, que esté permitido no exime de responsabilidad y del deber de actuar anteponiendo siempre el interés superior del menor. Aunque todavía son casos aislados, ya ha habido sentencias en Europa que han obligado a eliminar fotos de los nietos publicadas en redes.
Recomendaciones
Además de trasladar a los abuelos toda esta información, podemos compartir con ellos estos consejos que brinda la Policía Nacional:
- Pensar antes de publicar, especialmente en vacaciones o fechas señaladas, momentos en los que se tiende a compartir más contenido en redes sociales.
- Evitar compartir imágenes con uniformes escolares o en un entorno que pueda revelar información privada del menor.
- Respetar la privacidad de otros menores en eventos escolares o familiares.
- No normalizar el sharenting. Cada like a publicaciones en las que aparecen menores refuerza una práctica que puede ser dañina
- Atender al menor, no a la cámara. Es la mejor conexión con los nietos.
- Pedir a familiares y amigos que no compartan imágenes de tus hijos.
- Dar ejemplo. Si queremos que los menores respeten su privacidad, empecemos por mostrar cómo.
- No hay sharenting seguro, una vez que compartes, ya no puedes controlar el destino de esa imagen. Por ello, debemos evitar esta práctica en la medida de lo posible.