En España, la explotación sexual infantil en entornos digitales afecta de forma desproporcionada a las niñas y adolescentes. El informe publicado por Save the Children, documenta una encuesta realizada a 1.008 jóvenes de entre 18 y 21 años, en la que el 97,9 % afirmó haber sufrido alguna forma de abuso sexual digital antes de los 18 años. Aunque la encuesta incluye tanto a chicos como a chicas, los datos desagregados muestran que las mujeres estuvieron más expuestas a la mayoría de formas de violencia sexual en línea.
En el caso del grooming —contacto de adultos con fines sexuales—, un 35,6 % de las chicas encuestadas afirmaron haberlo experimentado, frente a un 26,5 % de los chicos. También recibieron en mayor proporción imágenes sexuales no solicitadas (41,4 % frente a 30,8 %) y comentarios sexuales sin haberlos pedido (40,4 % frente a 29,9 %).

El 21 % de las menores son víctimas de deepfakes
Las adolescentes también fueron más frecuentemente presionadas para enviar contenido íntimo o sexual: un 28,5 % lo vivió directamente, frente a un 18,4 % de los chicos. El 36,6 % de las chicas conocía a alguien que había sido amenazada o chantajeada con la difusión de este tipo de contenido, mientras que el 19,3 % lo sufrió en carne propia.
Un fenómeno creciente identificado en el informe es el uso de inteligencia artificial para generar imágenes sexuales falsas (deepfakes) de menores. El 21 % de las chicas manifestó haber sido víctima directa de este tipo de manipulación, una cifra superior al 18 % registrado entre los chicos. Además, las adolescentes expresaron mayor preocupación por este riesgo, aunque en general, el 70 % de los jóvenes no lo identificaban como una amenaza durante su adolescencia.
El informe también destaca que las chicas perciben que las consecuencias sociales de la difusión de imágenes íntimas son más graves para ellas que para los chicos. En estos casos, los varones pueden incluso recibir validación social, mientras que ellas enfrentan estigmatización y juicio.
El 27,1 % admitie haber enviado imágenes íntimas
Sobre el material de abuso sexual infantil (CSAM), los datos indican que una parte importante de este contenido está compuesto por imágenes autogeneradas, es decir, producidas por las propias víctimas. El 27,1 % de los y las jóvenes encuestadas admitieron haber enviado imágenes íntimas de forma voluntaria durante su adolescencia, aunque esta práctica puede derivar en explotación, especialmente cuando se produce bajo presión o con expectativas de obtener beneficios emocionales, sociales o materiales. El 100 % de las personas que declararon haber sido víctimas de explotación sexual digital también dijeron conocer el concepto de sexting.
Para el 46,3% es normal compartir contenido sexual
La encuesta muestra además que el 48 % de los jóvenes creen que muchas menores comparten contenido sexual porque no saben que puede ser peligroso; el 46,3 %, porque piensan que es normal; el 42,5 %, por necesidad de atención o validación; y el 40,4 % lo vinculan directamente con la expectativa de recibir dinero, regalos o favores, una conducta que encaja dentro de las dinámicas de explotación.
El contacto con agresores se produce principalmente a través de redes sociales como Instagram (68 %) o X (44 %), aplicaciones de mensajería como WhatsApp (48 %) y plataformas de citas como Tinder (44 %) y Grindr (48 %). Incluso, en el informe se recalca que también se puede producir en juegos online (44%). En los casos de explotación registrados en el estudio, más de un tercio de los agresores eran personas conocidas, y el 35 % pertenecían al entorno cercano de la víctima.
70% del CSAM es de menores de entre 7 y 10 años
En cuanto a la producción de material sexual infantil, el informe alerta de que muchas veces las víctimas son grabadas sin saberlo, incluso en el propio entorno familiar. Se documentan casos de niñas de entre 7 y 10 años —y también menores de 3 años— cuyos abusos fueron registrados en imágenes y compartidos en redes internacionales. Según la IWF, el 92 % del CSAM identificado en 2023 contenía imágenes autogeneradas, y el 70 % correspondía a niñas y niños de entre 7 y 10 años.
En los casos de sextorsión, la mayoría de amenazas y chantajes se realizan por canales con comunicación en tiempo real, como Discord, chats de videojuegos o mensajería privada. Además, muchas adolescentes son captadas mediante falsas ofertas de trabajo vinculadas al modelaje, en las que se les solicita material íntimo con fines explotadores.
La explotación sexual digital hacia los menores no puede seguir siendo ignorada ni minimizada. Tal como concluye el informe, es responsabilidad compartida de las familias, las escuelas, las plataformas digitales y las instituciones públicas construir un entorno digital que proteja de forma efectiva a la infancia. Es imprescindible reconocer que lo que sucede en el espacio virtual tiene consecuencias tan reales y graves como cualquier otra forma de violencia, y que debe abordarse con la misma seriedad y urgencia.