Angélica Dass es una fotógrafa brasileña que creció en una familia donde no había dos pieles del mismo color. Como ella misma cuenta, en su familia cada persona tenía un color distinto de piel: del café con leche al vainilla, pasando por el color rosa. De hecho, cuando era niña y pintaba, no entendía por qué en la caja de pinturas había un solo color para pintar el color de la piel. Quizá tú también tuviste estas pinturas, yo recuerdo perfectamente que en la caja de Plastidecor que tenía de pequeña había una única pintura que era la que servía para pintar lo que entonces denominábamos color carne.
Angélica también cuenta que en ocasiones vivió situaciones desagradables debido a los prejuicios de las personas. Momentos en que, sólo por su color de piel, pensaron que ella era una trabajadora doméstica o una prostituta. Porque es un hecho, aunque queramos negarlo, que el color de piel de una persona produce siempre una primera impresión, buena o mala, dependiendo de cuál sea el color y del contexto social donde se encuentre.
Con estas experiencias vitales y con el objetivo de producir una reflexión sobre este tema, Angélica decidió crear un proyecto fotográfico para demostrar que existen tantos colores de piel como personas: Humanae.
Estoy segura de que tú, al igual que yo, has oído hablar de las distintas razas de la especie humana, y, sin embargo, las razas humanas, científicamente hablando, no existen. No hay una diferencia genética entre los humanos que permite categorizarlos por razas, todos compartimos el mismo repertorio genético. La división biológica de raza en la especie humana no existe, pero se sigue dividiendo a las personas por su color de piel.
Humanae, que comenzó en 2012 y sigue vigente, muestra fotografías de la cabeza y los hombros de distintas personas sobre un fondo que corresponde al color de su piel, mostrando para cada uno de ellos el código Pantone que corresponde a ese color. Por si no lo conoces, Pantone es una guía de colores que se usa en impresión y asigna un código a cada color. Y, ya que no siempre tenemos el mismo color a lo largo de nuestra piel, para emparejar el color de ésta con el código Pantone correspondiente, Angélica toma una muestra de 11 x 11 píxeles de la nariz del sujeto que es la que utiliza para vincular con el código que corresponde al color de piel de esa persona.
El resultado, hoy en día, es una colección de más de 4.000 fotografías de personas de todos los lugares del mundo, edad, sexo y condición social. Fotografías que igualan, porque cuando tú las miras no sabes si esa persona es pobre o millonaria, conductor de autobús o presidente de una empresa multinacional, desconoces su trabajo y todo lo relacionado con su vida. Todos iguales, todos humanos, todos de distinto color, y cada uno con el código Pantone de su color de piel: 91-8 C, 72-5 C, 44-2 C, 39-9 C, 65-5 C, 59-4 C…
Es curioso, porque sociedades, como por ejemplo la brasileña, país de origen de esta artista, donde hay una multiculturalidad que debería servir precisamente para que no existiera el racismo, es a menudo donde más se puede apreciar. Me lo decía el otro día una amiga brasileña: en mi país hay muchísimo racismo. A mí me cuesta entenderlo, pero es así. Si miramos la historia de la humanidad se ha avanzado mucho, pero mucho queda por hacer.
Mira a tu alrededor, mira a tu familia, mira a tus amigos, observa a las personas que caminan por la calle, ni un solo color igual.
Y ahora que estamos en verano, si estás en la playa verás como tu color va cambiando según pasan los días. Y casi seguro que también tendrás distintos tonos de color en tu piel, quizá tu espalda está mucho más oscura que tus piernas o tus brazos. Distintos Pantone en un mismo cuerpo. Distintos colores para una sola piel.
Yo me quedo de momento con la curiosidad de conocer cuál es el código Pantone de mi piel. Digo de momento porque de repente tomo prestado el método de Angélica y salgo de dudas, aunque el código sólo me sirva para el color de piel de ese día si estoy en la playa…