La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, compaginó uno de sus días más dolorosos en lo personal con una de sus actuaciones más aplaudidas a la interna. Díaz usó el escaño de la portavoz de su grupo, Verónica Martínez Barbero, y subió a tribuna de oradores para responder al presidente del Gobierno del que forma parte. Su padre falleció el martes por la tarde, y buena parte de sus señorías se prodigaron en gestos de cariño. Sánchez le dedicó sus primeras palabras desde la tribuna, provocándole el llanto por la emoción.
Díaz exigió más al presidente, en particular en lo que afecta a la agenda social por impulsar, pero en esencia ejerció como escudera y arremetió contra Feijóo. “En los días grandes es cuando se demuestra quién lidera“, alababa uno de sus parlamentarios. Distintos partidos del espacio político reconocían su desempeño. Y en Sumar sacaron pecho al atribuirse una decena de las 15 medidas planteadas.
También hay dirigentes de este espacio que advierten de que ahora hay que “concretar en qué se traduce” este paquete de propuestas. Hay que ver “en qué se traduce para que no sea un brindis al sol”, apunta una de las voces clave en la confluencia. Sánchez, mientras tanto, retoma este jueves su agenda internacional con una visita oficial a Roma. Habrá otros viajes en las próximas semanas, antes de que acabe el curso político. Ha salvado otra bala.
Con respecto al resto de socios, no ha habido sorpresas. Tal y como se esperaba, se han mostrado muy duros contra el presidente del Gobierno en su comparecencia ante el pleno del Congreso de los Diputados para presentar su paquete anticorrupción. Consideran que las medidas anunciadas por Pedro Sánchez para paliar la corrupción que ha generado un enorme terremoto en el PSOE son insuficientes, pero no le dejarán caer de momento.
Así, los socios han otorgado un nuevo balón de oxígeno al presidente del Gobierno. Una especie de “confianza in vigilando” que les permitió salir del Congreso con discursos muy duros con los que creen que han podido paliar los efectos negativos que puede generar en su electorado la tolerancia con la corrupción. Contundencia en el tono, líneas rojas y enfado, pero los socios no se atreve a dar un paso más. Esto es, a exigir formalmente a Pedro Sánchez que se presente a una moción de confianza.
Es por eso que hubo varios avisos a navegantes. “Si esto escala y nos hace escoger entre los corruptos profesionales y corruptos cutres, le vamos a obligar a que la gente decida”, avisó Gabriel Rufián, portavoz de ERC. Otros tantos portavoces ahondaban en la idea de que no es posible garantizar que no afloren nuevas revelaciones sobre la corrupción que vuelvan a sacudir al Partido Socialista y al Ejecutivo. Y aquí tendrán difícil seguir sosteniéndolo.
Es, además, la intervención en la que Rufián ha expresado más claramente sus dudas sobre si Sánchez sigue sirviendo como muro de contención frente a la ultraderecha. “Quizá llegue un momento que usted no suponga ningún freno a la ultraderecha y entre para siempre”, advirtió. Muy contundente, el portavoz republicano le emplazó a dejar el “y tú más” con el PP. E incidió en que la “izquierda no puede robar” porque la “penalización es extremadamente mayor que con la derecha”. Para Rufián, cuando la izquierda roba, “nuestra gente llora”.
Su discurso junto al del PNV fueron los que más focos acapararon. La portavoz peneuvista, Maribel Vaquero advirtió al presidente del Gobierno de que ahora mismo la confianza del partido en su administración está “en la UCI”. Retrató a un Ejecutivo que se encuentra en la “agonía diaria” y que no puede ampararse en mantenerse en el poder ante el “miedo de que lo que viene es peor”.
Así, la portavoz peneuvista exigió más explicaciones, y le advirtió de que, en caso de no poder satisfacerlas, sólo tendrá tres opciones: someterse a una cuestión de confianza, dimitir sin disolver las Cortes o convocar elecciones. Le afeó, además, que tardara tanto en comparecer, porque así había perdido la oportunidad de “disipar las dudas y encapsular la crisis”.