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¿Por qué las mujeres rehúyen la palabra “novio”?

Por vergüenza o uso de un nuevo privilegio femenino, el término ha sido desterrado, tanto en las redes sociales como en la conversación cotidiana

MADRID, 28/01/2025.- RoRo y su novio Pablo posan a su llegada al photocall de los premios Tik Tok 2024, este martes en Madrid. EFE/ Kiko Huesca
EFE

“Te presento a mi novio”. Suena tan solemne que los padres se ponen inmediatamente en pie y, mientras descorchan la botella de champán, ya elucubran sobre quién pagará el banquete. Es una de las razones por las que la palabra “novio” está pasando a la arqueología de los sentimientos. El mismo noviazgo provoca vértigo como preludio de compromiso o contrato no escrito capaz de desatar tragedias si algo sale mal. Pero hay más.

Duelo en redes

Hoy el riesgo principal tiene como escenario las redes sociales. Escribir “Mi novio” en un story o acompañando a una foto romanticona es toda una declaración sobre la nueva identidad y esto tiene un precio. Por una parte, el aluvión de felicitaciones. Por otra, el recelo que despierta una mujer que presenta a su pareja con tal solemnidad, como si hubiese que inventar un algoritmo que impidiese los likes, los emojis y los comentarios en su perfil. Cuando alguien presenta a su novio, los admiradores o pretendientes entra en duelo.

En el caso de las celebridades, la consecuencia inmediata es la pérdida de seguidores. Selena Gomez perdió más de 2 millones de seguidores en Instagram tras confirmar su noviazgo con Benny Blanco en 2023, principalmente debido a opiniones negativas vinculadas a su pareja y las reacciones de su entorno. Ajena a todo, el 27 de septiembre de 2025 la pareja contrajo matrimonio en una boda íntima en Santa Bárbara, California.

Tal vez por todo ello, el amor se presenta ahora con filtros, etiquetas y formas diferentes, tantas como palabras para expresarlo: “pareja”, “crush”, “mi chico” o “match”. Los anglicismos siempre favorecen la ambigüedad en esta era de relaciones fluidas, además de dejar una beta emocional abierta al público. Lo de llamar “novio” a alguien recién salido de una app de citas o una red social, con su inevitable dosis de fugacidad y superficialidad, suena más a ocurrencia que a compromiso.

Tampoco encaja demasiado con las relaciones de pareja modernas, mucho más igualitarias y sin los roles tradicionales. El vínculo se define ahora con menos ataduras y una aceptación de la ruptura como parte natural de la vida afectiva. Y a esto le podríamos añadir los modelos emergentes, como el poliamor u otras complejidades, aunque esto sería harina de otro costal.

No es que los novios hayan caído al contenedor de cosas en desuso, mucho menos el enamoramiento, pero la palabra tiene una carga simbólica difícil de trasladar a las redes sociales o a ciertos contextos donde forzosamente implica un compromiso de matrimonio. Incluso la RAE mantienen su definición como “persona que mantiene una relación amorosa con otra con fines matrimoniales”.

La soltería femenina está de moda

Para las celebridades, hablar de novio significa exponerse al seguimiento mediático y a un espionaje virtual asfixiante: recuento de fotos juntas, medición de tiempo entre una publicación y otra, interpretaciones disparatadas de las interacciones con terceras personas, etc. Esto explica la indeterminación en la que se mueven las parejas, con fotos borrosas, imágenes sutiles, filtros u omisión del estado civil. Hasta no hace mucho, la soltería femenina era una anomalía social, hoy amar sin el compromiso de noviazgo se entiende como un triple lujo: económico, social y simbólico.

Cada vez más mujeres optan por esta alternativa. Que una figura pública opte por exponer su soltería como sinónimo de independencia genera un gran impacto cultural. Desde la Universidad de Toronto nos llega que las solteras viven con mejor calidad de vida y mayor satisfacción sexual que los hombres.

Fotograma de “Mejor solteras”, película dirigida por Christian Ditter

Ninguna decisión está libre de sanción en el mundo virtual. Y desde ese aplauso a la soltería, invocar la palabra novio se convierte en una afrenta a la modernidad, un motivo de bochorno. El algoritmo no penaliza, pero a quien lo haga le sacarán las vergüenzas del heterofatalismo, la presión, el patriarcado y otros fenómenos que nada tienen que ver con el amor.

Y lo que para unas puede rozar el trauma, para otras se convierte en una vindicación sin pudor del amor romántico más clásico, casi un emblema de su feminidad. Ahí encontramos a la popular RoRo, defendiendo con orgullo la fórmula mágica: “mi novio Pablo”.

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