Si alguna vez has estado en casa en completo silencio, especialmente por la noche, y de repente has oído un peculiar clic-clic-clic sobre tu cabeza, es probable que hayas pensado: “¿Qué están haciendo mis vecinos ahora? ¿Están jugando con canicas a las tres de la madrugada?”. La imagen puede parecer absurda, pero el sonido es tan claro y reconocible que cuesta creer que no haya una bolsa de canicas rodando por el suelo de arriba. Pero lo cierto es que este fenómeno, aunque muy extendido, no tiene nada que ver con juegos infantiles, ni con vecinos misteriosos. De hecho, la ciencia tiene una explicación muy concreta y, aunque poco conocida, bastante fascinante.
Un sonido que engaña al cerebro
Lo primero que hay que entender es que lo que oímos no siempre corresponde con lo que realmente sucede. Nuestro cerebro interpreta los sonidos en función de experiencias pasadas. Así que, cuando escucha un ruido repetitivo, metálico y rodante, lo asocia con algo familiar: canicas cayendo y rebotando en el suelo.
Este tipo de error de interpretación se llama ilusión acústica. Es similar a las ilusiones ópticas, pero con el oído: el sonido existe, pero nuestra mente lo transforma en otra cosa. Y como muchas personas han jugado alguna vez con canicas, ese patrón de sonido se queda grabado y se convierte en una referencia mental. Lo curioso es que no importa si en el piso de arriba viven adultos mayores, una pareja sin hijos o incluso si está deshabitado: el ruido puede aparecer de todos modos. Así que no, no es tu imaginación… pero tampoco son canicas.
El verdadero responsable: el golpe de ariete
El responsable de este misterioso ruido es un fenómeno físico conocido como golpe de ariete o pulso de Zhukowski, en honor al ingeniero ruso Nikolái Zhukovski, quien lo estudió en profundidad a principios del siglo XX. Este fenómeno ocurre cuando un flujo de agua dentro de una tubería se detiene de forma súbita, como cuando se cierra bruscamente un grifo o una válvula, o cuando un electrodoméstico como una lavadora o lavavajillas deja de tomar agua.

La parada repentina del agua genera un cambio de presión que provoca que las partículas del líquido choquen entre sí, creando una onda de choque que viaja por las tuberías. Este “latigazo hidráulico” produce una vibración en el sistema de fontanería, generando un sonido metálico, seco y repetitivo que se transmite por las estructuras del edificio. Desde un piso inferior, puede sonar exactamente como unas canicas rodando por el suelo del piso superior.
¿Por qué se escucha más por la noche?
Durante el día, este tipo de ruidos pasan desapercibidos por el ambiente sonoro general: el tráfico, las voces, la televisión, las actividades domésticas… Todo contribuye a enmascarar pequeños sonidos como el golpe de ariete. Sin embargo, por la noche, cuando el entorno se vuelve completamente silencioso, estos ruidos destacan más. A menudo se escuchan cuando alguien abre o cierra el grifo del baño, pone la lavadora o cuando algún electrodoméstico termina su ciclo de carga de agua. En ese momento, la red de tuberías reacciona… y tú oyes “canicas”.
¿Cómo se puede evitar?
Si los ruidos se vuelven frecuentes o intensos, hay algunas soluciones técnicas y prácticas que ayudan a reducir o eliminar el golpe de ariete:
-
Evitar cerrar los grifos bruscamente. Hacerlo de forma progresiva ayuda a amortiguar la presión.
-
Instalar válvulas de cierre lento. Especialmente útil en sistemas automáticos como los de lavadoras o lavavajillas.
-
Colocar cámaras de aire o amortiguadores hidráulicos. Estos dispositivos absorben la presión generada por el cambio de flujo.
-
Revisar la presión del agua. Si es demasiado alta, puede favorecer el golpe de ariete. Un regulador de presión puede ayudar.
-
Consultar a un fontanero profesional. Si el problema persiste, puede que sea necesario revisar toda la instalación.