Diversidad

Rosa Martínez: “Creé una agencia de azafatos para dar empleo a mi hijo con síndrome de Down”

Esta empresaria valenciana es el ejemplo de cómo generar un cambio real en la inclusión de la discapacidad. "Les reconforta saber que la vida espera algo de ellos", nos cuenta

Rosa Martínez, con una de las azafatas de la agencia
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Hace unos días, un cura de Sevilla negó a Noelia Vega, una joven de 18 años con síndrome de Down, ser madrina en un bautizo: “No está capacitada”. La reacción de la sociedad fue inmediata y las redes sociales se llenaron de protestas. Rosa Martínez Sanz, madre de un hijo con síndrome de Down y fundadora de Integrazafatos, una agencia de azafatos con discapacidad, no juzga el caso, pero sí traslada este sesgo al mundo laboral. “Además de demostrar su perfecta valía y su formación para el puesto que ocupan, se nos pregunta qué pueden aportar nuestros hijos a la sociedad o a la empresa. Esta doble exigencia no se amplía al resto”, nos explica.

Integrazafatos, en la Feria de Valencia
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Y tiene razón. Ningún ciudadano tiene que justificar su presencia con una sonrisa, unos determinados valores o una lección de vida. Con ellos, todavía late una duda social que Rosa deshace con la serenidad de quien ha aprendido a mirar la belleza que habita en la diferencia. No se cansa de repetir que la inclusión no se predica: se practica ofreciendo oportunidades.

Madre de cuatro hijos

Rosa es madre de cuatro hijos. Sabe que ninguno es igual al otro. Ni mejor ni peor. Solo si hubiesen nacido idénticos, habría sospechado que la naturaleza erró. Desde su concepción, intuyó que cada uno herviría, como decía Ralph W. Emerson, a diferentes grados. Álvaro, el segundo, nació con la trisomía del cromosoma 21, una condición que ella asumió con un único propósito: conseguir que, con atención y formación, tuviese la mayor calidad de vida posible. El reto le pareció fascinante.

Sin sobreprotección y ajustando cualquier expectativa a sus posibilidades, aprendió, igual que sus hermanos, a vestirse, abrocharse botones, atarse los cordones, nadar, patinar o ir en bici. De cada conquista nacía el impulso que la llevaba a la siguiente.  “A medida que fue creciendo, entendí la necesidad de generar una mayor conciencia y poner en valor la dignidad de las personas con discapacidad y la obligación de la sociedad para facilitar su autonomía y respetar sus decisiones”.

Licenciada en Derecho, el nombre de esta valenciana aparece en cualquier lista de mujeres referentes o inspiradoras. En 2020, a punto de que Álvaro cumpliese la mayoría de edad, este le propuso trabajar como azafato en la empresa en la que ella trabajaba, como hacía ya su hermana mayor mientras continuaba con sus estudios universitarios. “A pesar de estar capacitado para desempeñar sus funciones, sus rasgos físicos no encajaban en el perfil tradicional”, cuenta. Antes de dejar escapar el sueño de su hijo, decidió crear la primera agencia inclusiva, formada casi completamente por personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual. De paso rompió todos los cánones.

 

Equipo de Integrazafatos
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No hay quien la pare en su empeño de contribuir a que el mundo sea un lugar amable para ellos. Reconoce que se siente algo abrumada por el crecimiento de Integrazafatos, que ha pasado de cubrir eventos y ferias en Valencia y Madrid a expandirse por casi todo el territorio español. Dispone de una bolsa de empleo que le permite dar formación muy práctica y visual adaptada a cada puesto de trabajo. “Parte de nuestro éxito está en esa formación. Cada uno conoce bien las funciones que va a desempeñar y las practica. Y siempre habrá una persona que organice y supervise. Puede haber un fallo, pero no será por su discapacidad, sino por el hecho de que errar es humano. No usemos esa doble vara”.

Contratar por su capacidad, no por la discapacidad

A medida que avanza la conversación y nos detalla los eventos que han cubierto, Rosa confirma que su agencia es el ejemplo de que podemos generar un cambio real. La verdadera inclusión, la más equitativa, sería la integración en cualquier agencia de azafatos y de cualquier empresa. “El siguiente paso es que las empresas contraten a estas personas por sus capacidades, no porque su discapacidad aporte un valor a su marca o suponga el cumplimiento de un índice de diversidad”.

Rosa Martínez Sanz, con parte de su equipo de azafatos
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Ante la incómoda pregunta del valor añadido (impensable en otros grupos de población), responde sin vacilar. “Son profesionales y trabajan con amabilidad y buena educación. Cumplen todas las tareas que tienen encomendadas. Tienen la ilusión y el deseo de elevarse por encima de sí mismos. Además, transmiten paciencia y tranquilidad, rasgos muy valiosos en un mundo tan acelerado y competitivo. Sin saberlo, enseñan a la gente que llega con prisa la importancia de detenerse y tomar aire”. Es entonces cuando sus clientes se dan cuenta de esa imperiosa necesidad que tenemos unos de otros.

Su mayor satisfacción es la alegría de sus azafatos y azafatas, ver su crecimiento, su manera de empoderarse y ganar confianza. “Les reconforta saber que la vida espera algo de ellos y que su camino no se diferencia tanto del resto”. Aunque es consciente de que aún hay empresarios reacios a contar con ellos, le llena de orgullo ver que Integrazafatos es un trampolín al mundo laboral por los conocimientos y habilidades técnicas, personales y sociales que adquieren.

“Con el apoyo adecuado, desarrollan su potencial y contribuyen de manera muy activa en ámbitos sociales, laborales y culturales. Es importante que participen y disfruten de las actividades artísticas, culturales, deportivas y ocio. Su presencia nos educa en el respeto y ayuda a normalizar y a desdramatizar la discapacidad”, insiste esta emprendedora.

No recurre a la frase manida de romper los estereotipos porque entiende que aquí son ellos los que los rompen por méritos propios. Después de 22 años creciendo con Álvaro y otros cuantos con sus compañeros, Rosa no puede entender la diversidad de otro modo a como la describió la poeta Maya Angelou: un bonito tapiz en el que cada uno de los hilos tiene un mismo valor, sin que importen los rasgos que la naturaleza les dio.

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