Dicen que, en su testamento, Alfred Nobel (1833-1896) fue un hombre adelantado a su tiempo. Escribió que los premios en su nombre debían ser otorgados “a quienes durante el año anterior hubiesen aportado el mayor beneficio a la humanidad”, sin hacer distingos de género. Lo cierto es que el primer Premio Nobel de la Paz lo recibieron, en 1901, dos hombres. Durante los 75 años siguientes, solo tres mujeres. Desde 1975 hasta hoy, 16 más. El viernes veremos si llega a la veintena o se queda en la raquítica cifra de 19. Uno de los nombres que se barajan es el de Yulia Navalnaya, viuda de Alexéi Navalni, símbolo de la resistencia democrática y denunciante de la represión política en Rusia.

La primera premiada, en 1905, fue Bertha von Suttner, auténtica pionera en la lucha por la paz de Europa. Su activismo pudo inspirar a Alfred Nobel la propia creación de un premio por la paz. 1976 marcó un hito al recibir el galardón en gente común: Betty Williams y Mairead Corrigan. Después de una masacre del IRA en Belfast, crearon un movimiento con el objetivo de poner fin a la violencia entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. Organizaron marchas y reuniones por la paz y fomentaron la formación de grupos pacifistas en toda Irlanda del Norte.
Pequeñas acciones que marcan la diferencia
Otro ejemplo es el de Wangari Maathai, en 2004, una ecologista keniana que impulsó la plantación de más de 20 millones de árboles con el fin de acabar con la hambruna. Su Movimiento Cinturón Verde de Maathai redujo los conflictos y empoderó a las mujeres. “Son las pequeñas cosas que hacen los ciudadanos. Eso es lo que marcará la diferencia. Mi pequeña cosa es plantar árboles”, dijo como respuesta a las críticas por el galardón.
En 2023, el Nobel recayó en alguien que llevaba décadas entrando y saliendo de la cárcel por su lucha por los derechos humanos y contra la opresión de las mujeres en Irán: Narges Mohammadi. Desde su celda, se convirtió en una inspiración para los manifestantes en el movimiento “Mujer – Vida – Libertad”. “Sólo abrazando la igualdad de derechos para todos, el mundo podrá lograr la fraternidad entre las naciones que Alfred Nobel trató de promover”, enfatizó la organización.
Las principales razones que explican el bajo número de mujeres galardonadas con el Premio Nobel de la Paz se relacionan con barreras históricas, sociales y estructurales que han limitado tanto su visibilidad como su acceso a posiciones de liderazgo e influencia internacional.
Durante buena parte de todo este tiempo, las mujeres han tenido muy restringido el acceso a la educación superior, a espacios de toma de decisiones y a la esfera pública. Esto ha reducido sus oportunidades de liderar movimientos de paz o recibir reconocimiento internacional.
Por otra parte, el jurado y las entidades encargadas de las nominaciones han estado tradicionalmente compuestos mayoritariamente por hombres, perpetuando sesgos a la hora de valorar candidaturas femeninas. Además, el trabajo de muchas mujeres por la paz tiende a asociarse con entornos locales o tareas consideradas “de cuidado” que no adquieren la misma repercusión mediática o política internacional que el de figuras masculinas.
Silenciadas en los acuerdos de paz
Para hacernos una idea, solo el 12% de los acuerdos de paz firmados durante la última década del siglo XX incluía referencias a mujeres. El porcentaje subió al 31% entre 2011 y 2020. Sin embargo, en 2023, solamente el 26 % (8) de los acuerdos de paz y alto el fuego mencionaba a las mujeres, las niñas o el género. Pesa también el hecho de que 113 países del mundo nunca han tenido una mujer como jefa de Estado o de Gobierno. Entre 2015 y 2023, solo el 22% de los representantes permanentes de los Estados miembros representados en el Consejo de Seguridad de la ONU eran mujeres. En 2024, un 33%.
En las disciplinas científicas se repite la brecha de género. Aunque la situación ha cambiado drásticamente y la proporción de mujeres y hombres que ingresan a la universidad es ahora de aproximadamente el 55 % de mujeres frente al 45 % de hombres, no se traduce en los galardones suecos. La incorporación de mujeres al campo de las ciencias también ha mejorado considerablemente e incluso se ha invertido. Sin embargo, las tasas históricas de participación masculina en la profesión científica se usa para justificar el sesgo que prevalece en los Premios Nobel hasta la fecha.

¿Cambiará el patrón de concesión hacia una paridad? Alguna mejora ha habido si comparamos el primer cuarto del siglo XX (cuatro mujeres Nobel) con el primero de este (37). En los galardones científicos no se observa demasiado avance. En 2024, los siete galardonados en física, química y medicina fueron hombres. La grieta refleja las barreras que siguen enfrentando las mujeres para alcanzar el éxito en la ciencia.