Con 338 candidatos en liza, el Premio Nobel de la Paz vuelve a despertar expectación y, cómo no, polémica. Entre los nombres que circulan antes del anuncio del próximo viernes se encuentran las Salas de Respuesta a Emergencias de Sudán, la crítica del Kremlin Yulia Navalnaya y, lo que genera más división, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El Comité Noruego del Nobel nunca confirma a los nominados, y la lista completa permanecerá sellada durante 50 años. Pero, como siempre, abundan las especulaciones, con diplomáticos, investigadores y casas de apuestas analizando los favoritos de este 2025.
La magnitud de las nominaciones
El recuento de este año -244 personas y 94 organizaciones- representa un fuerte aumento con respecto a los 286 nominados de 2024. Solo en una ocasión, en 2016, la lista fue más larga, con 376 candidatos. Decenas de miles de personas en todo el mundo pueden presentar nominaciones, desde legisladores hasta académicos y antiguos galardonados.
La gran variedad de nominados refleja el deseo global de reconocimiento en conflictos en los que la paz parece lejana así como la división del mundo en el que vivimos.
Conflictos olvidados en el punto de mira
Los analistas creen que el comité podría centrar su atención en las crisis humanitarias olvidadas de África y Oriente Medio. Así, las Salas de Respuesta a Emergencias de Sudán -redes de base formadas por voluntarios que distribuyen alimentos, medicinas y refugio a familias atrapadas por la guerra civil- se han convertido en una de las principales candidatas. Su labor, que a menudo se lleva a cabo bajo fuego enemigo, personifica el tipo de “construcción silenciosa de la paz” que, según los expertos, merece reconocimiento.
“El Comité Nobel debería destacar a los actores locales que arriesgan sus vidas en guerras olvidadas”, afirmó a AFP Karim Haggag, del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Sudán, Somalia, el Sahel… son lugares en los que la atención mundial ha disminuido, pero en los que se necesita desesperadamente la paz.

Otras posibilidades son Reporteros sin Fronteras (RSF) o el Comité para la Protección de los Periodistas, tras un año devastador para los trabajadores de los medios de comunicación, especialmente en Gaza. Según recuerda el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (PRIO), este año han sido asesinados más periodistas que en cualquier otro año del que se tenga constancia.
También se mencionan Médicos Sin Fronteras (MSF) y la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, ya que ambas han sufrido la muerte de miembros de su personal en el conflicto actual en Gaza.
El legado de Navalni
Yulia Navalnaya, viuda del líder opositor ruso Alexei Navalni, también ha subido en las listas de apuestas. Desde la muerte de Navalni en prisión en 2024, se ha convertido en el rostro de la lucha prodemocrática de Rusia. Honrar a Navalnaya enviaría una señal clara al Kremlin.

Asimismo, en las quinielas, desde hace varios años, está la activista sueca Greta Thunberg. La joven solía ser mencionada como ejemplo de activismo y concienciación con sus “viernes por el planeta” por su lucha contra el cambio climático y el contagio de la causa a los de su generación. Desde el año pasado, Thunberg ha cogido también la causa de la bandera palestina. De hecho, en este momento se encuentra en una prisión de Israel tras haber participado en una flotilla para poner fin al bloqueo humanitario en Gaza.

Para Nina Græger, directora de PRIO, no se trata tanto de personalidades sino de organizaciones. Así, en su propia lista de candidatos a ganar el Nobel de la Paz se incluye el Comité para la Protección de los Periodistas, las Salas de respuesta a emergencias de Sudán, la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE y el Centro Carter, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, y la Corte Internacional de Justicia y Corte Penal Internacional.
La candidatura de Trump
Mientras tanto, Donald Trump se ha vuelto a meter en el debate sobre el Nobel. Parece una de las prioridades del magnate republicano y esta semana podría haber buenas noticias en Gaza. Desde que volvió a la Casa Blanca en enero, el presidente insiste en que ha resuelto ya “seis o siete guerras” en sus primeros meses al frente de EE UU. Es más, asegura que sería un “insulto” que no se le otorgara este premio.

Sin embargo, los expertos en procesos de paz no están de acuerdo. “Es completamente impensable”, afirmó el historiador Oivind Stenersen a AFP. “El Premio Nobel de la Paz tiene que ver con la defensa de la cooperación multilateral: la ONU, la diplomacia, el derecho internacional. Trump representa una ruptura con este principio porque sigue su propio camino, de manera unilateral”.
Los críticos señalan sus políticas de “América primero”, su retirada de acuerdos clave y su abierto desdén por las instituciones multilaterales (como la ONU) como prueba de que su candidatura es, en el mejor de los casos, simbólica.
El simbolismo de un premio
El Premio Nobel de la Paz, otorgado por primera vez en 1901, ha sido durante mucho tiempo el más político de los premios Nobel. Sus galardonados van desde Nelson Mandela hasta la Unión Europea, y sus elecciones suelen ser controvertidas: alabadas como visionarias por algunos, denunciadas como politizadas por otros.

El año pasado, el premio recayó en Nihon Hidankyo, un grupo japonés de supervivientes que lucha contra las armas nucleares.
El galardonado de 2025, ya sea una figura mundial, un organismo internacional o un político controvertido, se dará a conocer el viernes 10 de octubre. La ceremonia de entrega de premios tendrá lugar, como siempre, en Oslo el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel.
El premio incluye una medalla de oro, un diploma y 11 millones de coronas suecas (alrededor de 1,2 millones de dólares).