Análisis

Aumentan los delitos de agresión sexual: ¿más conciencia o más violencia?

Según el Balance de Criminalidad del Ministerio de Interior, en el primer trimestre de 2025, los delitos contra la libertad sexual han crecido un 3’8% sobre 2024. Analizamos por qué

Nos vemos en la obligación de soltarles una cascada de datos que, quizá, les aburra. Aguanten. Tiene su por qué. Vamos a ello.

La criminalidad en España ha caído un 2’8 por ciento en el último año. Está en mínimos históricos: se cometen unos 40 delitos por cada 1.000 habitantes. Y eso significa que España sigue manteniendo una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo. Lo niegue quien lo niegue.

Primera parte: datos

Estos datos, recogidos en el último informe del Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior, van en sintonía de los que ofrece el Índice de Paz Global 2025: sitúa a nuestro país en el puesto número 25 de su lista de países más seguros del planeta.

Las violaciones con penetración han aumentado un 7,6% respecto a 2024

Lo que no va de la mano son los delitos contra la libertad sexual. Al contrario que otros como los de homicidio o robo, en el primer trimestre del 2025 se han registrado 4.760 frente a los 4.585 del año pasado. Eso supone un incremento del 3’8 por ciento. Y si diferenciamos los delitos entre agresión sexuales con penetración y el resto de los delitos contra la libertad sexual, el porcentaje, es aún más abrumador: las violaciones con penetración han aumentado un 7,6% respecto al año anterior.

Y con estos datos encima de la mesa surge la duda: ¿han aumentado los delitos porque hay más denuncias o porque hay más violencia sexual?

Segunda parte: motivos

La respuesta de la que tira el Ministerio del Interior es “por conciencia social”. Es decir, un aumento de las denuncias: “En todo caso, el aumento sostenido en este tipo de delitos debe ponerse, en parte, en relación con las activas políticas de concienciación y de reducción de la tolerancia social y personal frente a este tipo de hechos delictivos”.

Y esta opinión, esta evidencia, también la comparten los exdelegados de Gobierno contra la Violencia de Genero Victoria Rosell (2020-2023) y Miguel Lorente (2008-2011). “Hay una legislación intuitiva, una legislación protectora, una legislación integral que te da acceso a más derechos”, explica Rosell. “Y cuando la gente se va enterando de eso, hay un efecto evidente de más denuncias”.

Y eso teniendo en cuenta que solo se denuncia el 8 por ciento de las agresiones sexuales según la última macroencuesta del Ministerio de Igualdad. “Hay mucho margen para que crezca el número”, recalca Lorente. Pero, por otra parte, “tenemos una realidad y es que los elementos críticos que hacen que la violencia contra las mujeres se denuncie poco, siguen estando presentes”. Es decir, la duda y la desconfianza.

Por ejemplo, con los casos mediáticos más recientes como el de Dani Alves, “que evidentemente deja en un lugar muy cuestionable el papel de la Administración de Justicia”. Y esto está influyendo de manera “claramente negativa”.

¿Hay más violencia sexual?

¿Hay más violencia sexual? Diagnosticarlo es difícil: no hay datos empíricos que lo prueben.
“No podemos descartar que los factores que llevan a la violencia de género como puede ser el consumo de prostitución sí, pero también de pornografía, o la cosificación de las mujeres en redes sociales, o el aumento de las violaciones grupales, provoquen un incremento de los delitos contra la libertad sexual”, explica Lorente. “Porque hay gente más joven expuesta a todo ello, y porque las formas de violencia sexual se están transformando, no desapareciendo”.

Las formas de violencia sexual se transforman

Entonces, ¿qué es lo que pasa? “Que, por ejemplo, la sumisión química está aumentando. El aprovecharse de chicas bajo los efectos del alcohol o de las sustancias que voluntariamente han consumado de fiesta también está aumentando. Entonces, los hombres machistas, que sienten que de alguna forma les han quitado el espacio de la iniciativa, digamos, porque eran ellos los que interpretaban cuándo una mujer quería o no quería, están recurriendo a ese otro tipo de violencia para ocupar ese espacio, para conseguir lo que quieren conseguir.”.

Las violaciones grupales han aumentado un 4,4 por ciento
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Discursos de odio y violaciones grupales

Otro de los problemas, plantean ambos expertos, es que la ultraderecha española– y también la derecha, aunque en menor medida- con estos datos desarrollan un discurso manipulador – además de xenófobo- para generar miedo. Para hacer sentir a las mujeres que este país no es seguro para ellas. Y para hacer sentir a ellos, a los hombres, que no tienen “culpa” de que ahora “entendemos la violencia sexual” con una perspectiva que antes, no teníamos. “Y eso también puede provocar un aumento de la violencia sexual en las calles, porque reniegan de ciertos hechos delictivos”, sentencia Rosell. “Quieren vender, en periodos de inestabilidad, una sensación de falsa inseguridad”.

También pasa que las violaciones grupales han aumentado. Así lo detallaba el pasado mes de enero el Ministerio del Interior: de las 17.000 agresiones sexuales que se cometen cada año, el 4’4 por ciento son agresiones en grupo. Y también destacaban la juventud de los autores, “más agresivos y humilladores”.

“Cuando se presenta una denuncia por agresión sexual grupal suele haber una sola víctima, pero dos o más agresores. Es decir, dos o más delitos contra la libertad sexual que van a ese computo del Balance de Criminalidad”, explica Lorente. Y por supuesto, la conciencia juega un papel fundamental -porque la víctima da el paso y denuncia- pero también “puede evidenciar que hay más violencia sexual”.

En 2022 se investigaron 1.648 casos sospechosos de agresiones sexuales por sumisión química
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Estos son los datos y las opiniones de los expertos. Los discursos políticos, de un lado y de otro, no son más que eso: discursos. Y para concluir si hay o no más violencia sexual, si las mujeres se sienten o no más protegidas, y si el incremento se debe a una mayor conciencia o violencia sobre la libertad sexual, hace falta un contexto que no todas las partes están dispuestas a ofrecer. A pesar de que sea un bien necesario para seguir protegiendo a todas mujeres víctimas de una violencia machista que no cesa.